Por qué se están muriendo los milenarios baobabs de África
El 7 de enero de 2016, un grupo de turistas se disponía a visitar el baobab de Chapman, uno de los árboles más antiguos y majestuosos de África.
El árbol era visible a kilómetros de distancia y sirvió por mucho tiempo como punto de referencia para los viajeros y exploradores, incluido David Livingstone. Existen registros de que el hueco dentro de su tronco –que tenía una circunferencia exterior de más de 24 metros— se usó como una de las primeras oficinas de correos del continente. Botsuana consideraba el árbol un monumento nacional y lo promovía como una atracción turística.
Conforme los visitantes se acercaban ese día, escucharon un crujido estruendoso. Una nube de polvo oscureció el lugar: el baobab de Chapman había colapsado.
De casi 1400 años de edad, la pérdida del árbol dio lugar a noticias tristes y hasta un poema conmemorativo. Sin embargo, no fue un hecho aislado.
En todo el continente africano, los baobabs más viejos y grandes han comenzado a caer o a morir, según informa una nueva investigación publicada en la revista Nature Plants. Los científicos consideran que las sequías prolongadas y las temperaturas en aumento podrían haber secado los árboles de tal manera que ya no pueden soportar el peso de sus enormes troncos.
"Los árboles más grandes y viejos son más sensibles a las condiciones climáticas variables debido a su gran tamaño", dijo Adrian Patrut, un químico de la universidad de Babes-Bolyai en Rumania y autor principal del nuevo estudio.
Por ejemplo, después de que el baobab de Chapman se cayó, Patrut descubrió que el contenido de agua del árbol era de tan solo el 40 por ciento, comparado con el 79 por ciento de los baobabs saludables.
Patrut y sus colegas no pretendían documentar la muerte de los "elefantes de madera" africanos, como a veces se les nombra. En lugar de eso, querían datarlos.
"Había algunas leyendas de que estos árboles tenían hasta seis mil años", dijo Karl von Reden, un oceanógrafo de la Woods Hole Oceanographic Institution y coautor del nuevo artículo. "Estábamos interesados en saber si existe un límite de edad avanzada, al menos para los que aún quedan".
Los baobabs normalmente no producen anillos al interior de sus troncos, así que el equipo utilizó la técnica de datación por radiocarbono. Los científicos compararon los niveles de carbono 14 de pequeñas muestras tomadas de las partes más viejas de los árboles con las de otras especies de árboles cuyas edades se determinaron al contar sus anillos.
En 2005, los investigadores comenzaron a recolectar muestras de más de sesenta de los baobabs africanos más grandes, aquellos con una circunferencia troncal de al menos 20 metros. Se dieron cuenta de que los árboles más viejos tenían aproximadamente 2500 años.
Los científicos también confirmaron que la estructura única de los baobabs —muchas veces tienen el centro hueco— se forma cuando los árboles generan nuevas ramas en un patrón circular. Con el tiempo, esas ramas pueden fusionarse y crear un círculo cerrado o abierto.
No obstante, conforme el estudio avanzó, los investigadores se asombraron al descubrir que varios de sus sujetos de estudio —los árboles más grandes y viejos— comenzaron a caer. Ocho de los trece más antiguos y cinco de los seis más grandes habían perecido o colapsado parcialmente durante los últimos trece años.
Los árboles no sucumbieron debido a su edad avanzada, según creen los investigadores. "El hecho de que estos árboles murieran de pronto en la primera parte de este siglo es para mí un indicio de una tragedia por venir", dijo Von Reden.
Aunque él y sus colegas aún no determinan qué es lo que causa las muertes, hace mucho que desecharon que la causa fuera alguna enfermedad. En lugar de eso, sospechan que se debe al cambio climático.
"El nuevo artículo conjunta satisfactoriamente información que muestra que la muerte de los baobabs milenarios se debe probablemente a una combinación de altas temperaturas y sequía sin precedentes", dijo Jens Gebauer, horticultor en la Universidad Rhine-Waal de Ciencias Aplicadas, quien no estuvo involucrado en la investigación.
"Esta información tiene gran valor para la comunidad científica y el público en general, puesto que el baobab es una especie importante y reconocida en muchos países africanos".
Aunque hasta ahora parece ser que los baobabs más jóvenes no han sufrido igual que los viejos, los árboles más grandes con frecuencia son hogar de ricas comunidades de vida animal, como murciélagos y abejas que hacen sus panales dentro de sus cavidades, así como las aves que se han adaptado a construir sus nidos en las ramas de los árboles.
También la gente los valora. Los baobabs antiguos muchas veces son un elemento esencial de la sabiduría popular y con frecuencia son lugar de ceremonias y reuniones. En temporada de hambruna, sus nutritivas semillas alimentan a los humanos y a la vida silvestre, y la corteza del árbol —que se puede desprender sin matar al árbol— es una fuente de nutrientes y de hidratación para los elefantes.
Además de los efectos en la gente y el medioambiente, también es una pérdida simbólica, dijo Jack Pettigrew, profesor emérito de Fisiología de la Universidad de Queensland, quien se ha dedicado a estudiar los baobabs.
"Es un acontecimiento triste", dijo. "Es terrible enfrentar la pérdida de algunos de los árboles más viejos y grandes del mundo".
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