Estamos acostumbrados a ver siempre reluciente y verde a nuestra planta hasta que un día, ¡horror! asoma una hoja de color amarillo. Te contamos cómo identificar (y resolver) este y otros problema muy comunes en los jazmines.
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El jazmín del Cabo o Gardenia jasminoides es una planta muy apreciada tanto por el color intenso del follaje como por la forma y fragancia de sus flores. Pero toda esta belleza, a su vez, es regularmente truncada por plagas, de hecho, es el “talón de Aquiles” del jazmín del Cabo.
Es atacado por enfermedades de origen fungoso, bacteriano y virósico en raíces, tallos y hojas; y por plagas de insectos y ácaros (excepto los moluscos, todas las plagas visitan esta especie).
Para completar esta “desolación” también son frecuentes los desórdenes abióticos, cuyos síntomas pueden aparentar alguna enfermedad. En esta nota te contamos por qué se enferma el jazmín del Cabo y compartimos consejos para cuidarlo sin químicos.
En el jardín, el jazmín del Cabo se comporta muy bien en condiciones soleadas y cálidas durante el día y frescas durante la noche, y su preferencia es que el aire tenga humedad relativa mayor del 60% y un suelo ácido y rico en micronutrientes.
Los hongos del suelo
Ocasionan la pudrición de las raíces (Rhizoctonia, Phytophthora y Pythium). Los síntomas en las partes aéreas comienzan con el amarillamiento de las hojas más viejas, que luego se marchitan y caen. Dependiendo de la intensidad de infección la planta puede tener una apariencia insalubre o marchitarse repentinamente y morir.
Para tener éxito en el control de estos hongos es necesario prevenir manteniendo el suelo ácido (los hongos patógenos prosperan en suelos alcalinos) e incorporar microorganismos benéficos al suelo
En esto último hay dos estrategias: una es regar con jugo de compost fresco una vez cada tres semanas (aporta numerosos microorganismos benéficos que además, por colonizar todo el subsuelo, dificultan la proliferación de los patógenos); y la otra estrategia es aplicar microorganismos entomopatógenos, ellos son: para Rhizoctonia el hongo benéfico Trichoderma harzianum, y para Phytophthora spp. y Pythium spp. las bacterias benéficas del genero Bacillus spp. Ya comienzan a venderse estos productos en los viveros.
Los hongos de la parte aérea
Los tallos de jazmín son atacados por el hongo Diaporthe gardeniae, que origina chancros, decaimiento, amarillamiento, caída del botón floral de las plantas infectadas. Los chancros son lesiones parduscas circulares e hinchadas en el tallo principal y ramas, de más de 5 cm de diámetro, que atacan tallos y ramas.
Se deben evitar los daños mecánicos a las plantas utilizando herramientas bien afiladas si podamos, ya que las heridas son la principal entrada de las esporas.
Las hojas son atacadas por dos hongos. Uno es Myrothecium roridum, el síntoma inicial es observar gotas de agua en las hojas, las que luego se van tornando de color marrón, y luego el centro de las lesiones se cae, dando la apariencia de un hueco.
Se recomienda evitar una fertilización excesiva pues esto incrementa la actividad del patógeno, y también en verano evitar el estrés hídrico. El otro es el Pestalotia sp., que genera lesiones de tejido necrótico de coloración grisácea, y además se observa una notable pequeñez de las hojas y muy escasa floración.
Si aparecen manchas en las hojas, se puede controlar mediante la aspersión de aceites esenciales vegetales, como el aceite de comino (Cuminum cyminum L.), de clavo (Syzygium aromaticum) o de neem (es un aceite vegetal extraído de las frutas y semillas del árbol de neem). El oídio (Erysiphe polygoni) provoca la aparición de manchas blancas en el haz de la hoja, que posteriormente se tornan amarillentas.
Si se observan manchas que parecen polvo, se puede inhibir la dispersión de sus esporas pulverizando con agua y bicarbonato.
La fumagina constituye un recubrimiento de color negro, pulverulento o aterciopelado sobre las hojas y otras partes de la planta como resultado del crecimiento de un conjunto de hongos de la savia que excretan al exterior insectos chuparodes que están atacando a la planta.
La fumagina no es causante directa de enfermedades en el jazmín, pero sí constituye un problema estético y es capaz de disminuir el vigor de las plantas al reducir la fotosíntesis.
La mejor forma de evitarla es controlando a los insectos chupadores. Además, puede eliminarse la pubescencia negra de las hojas mediante algodón empapado en una solución de agua y detergente no iónico (una cucharadita de café en un litro de agua) en momentos donde no le dé luz solar directa al follaje, con posterior enjuague con agua.
Las bacterias
Las manchas foliares también pueden ser ocasionadas por la bacteria Xanthomonas axonopodis, pero en este caso las manchas son pequeñas y amarillas, con el centro necrosado. Se debe evitar mojar las partes aéreas de la planta durante el riego, ya que las células bacterianas se dispersan en el agua de irrigación.
Los nematodos
Son microscópicos gusanos (Meloidogyne incognita) que se alimentan de las raíces y, como consecuencia, se observa en la parte aérea marchitamiento, con la recuperación durante la noche, retraso del crecimiento, decoloración de las hojas, ramificación excesiva o la presencia de agallas. Los nematodes son muy difíciles de erradicar y la única opción es emplear un nematicida específico (como Aldicarb).
Los insectos chupadores
Producen el debilitamiento de los órganos vegetales, amarillamiento y abscisión foliar y, en algunos casos, un crecimiento distorsionado y atrofiado de la planta. Estos síntomas los provocan tres tipos de insectos: los pulgones (Myzus persicae y Aphis gossypii), la mosca blanca (Dialeurodes citri) y las cochinillas (Ceroplastes japonicus, Icerya purchasi, Fiorinia theae, Hemiberlesia rapax y Aspidiotus nerii).
Los pulgones afectan yemas, hojas y tallos nuevos de la planta. Tienen enemigos naturales, como las avispas parásitas (Aphelinus spp.), las mariquitas (Coccinella spp.) y la crisopa (Chrysoperla spp.), y también pueden ser controlados pulverizando con extracto de tabaco.
Las moscas blancas son pequeñas (miden 2 mm de largo) y se encuentran en el envés de las hojas, tienen enemigos como la avispa parasitoide Encarsia lahorensis y pueden ser controladas colocando trampas amarillas untadas con grasa en lugares estratégicos (el color amarillo atrae a las moscas que, al posarse, quedan atrapadas).
Finalmente, las cochinillas atacan tallos y tienen una cubierta que varía significativamente en forma y color, dependiendo de la especie. Se pueden controlar con agua jabonosa.
Los ácaros
La arañuela roja (Tetranychus urticae), de solo medio milímetro de largo, es difícil de detectar. Se alimenta en el envés de las hojas, succionando la savia vegetal. El daño temprano es un moteado amarillo en las hojas, con posterior deformación. Con infestaciones severas se ve una tela semejante a la de las arañas en ambas superficies de las hojas y en las ramas de la planta. Como control biológico están las vaquitas, crisopas, y ácaros predadores.
Los desórdenes abióticos
Los más comunes son dos.
a) La deficiencia de hierro, ya que cuando el pH del suelo es mayor que 7, este elemento puede estar en una forma que no resulta disponible para las plantas. Las plantas muestran signos de atrofia y hojas cloróticas. Los síntomas son más evidentes en hojas jóvenes, es la clorosis internerval.
b) La caída del botón floral luego de un cambio de locación o de condiciones del ambiente del jardín. Cuando las plantas se encuentran estresadas, los botones florales aún cerrados pueden caer prematuramente; ello se debe a que, ante estrés, la planta genera una hormona en exceso llamada ácido absísico.
Ello puede paliarse pulverizando las plantas con agua de arroz. Para prepararla, hervir dos litros de agua, añadir un kilo de arroz. Dejar hervir hasta 20 minutos a fuego lento y finalmente colar la mezcla.