¿Por qué las mujeres tardan tanto en denunciar el acoso y el abuso sexual?
Me pedí un auto y cuando me subí me resultó curioso que lo manejara una mujer re joven. Ella me contó que se había quedado sin trabajo hacía dos meses, que era madre soltera y que, por suerte, su ex se había apiadado y le había prestado el auto para que no estuviera desocupada. También me dijo que ya la habían retado en la empresa porque rechazaba muchos viajes. "Ellos creen que rechazo viajes porque sí, pero en realidad no los hago cuando el pasajero es varón. Te imaginás que es peligroso para mi, prefiero llevar mujeres", me cuenta.
Es irónico porque, cuando una chica se sube a un auto con un varón desconocido, tiene miedo porque el varón maneja y andá a saber a dónde te lleva, pero cuando una chica es la que maneja, cuando tiene literalmente el volante de la situación: también tiene miedo.
Se quedó sin trabajo porque su jefe la acosaba sexualmente y, según me contaba, vivió uno de los infiernos más horribles. "Mi jefe quería tener relaciones conmigo y me inventó un cargo, mis compañeras me odiaban y yo no sabía qué hacer. Él era el que me acosaba pero yo era la que se sentía culpable. Mucha gente me preguntó si lo había provocado. Yo solo necesitaba laburar, tengo un hijo chiquito".
Mientras charlabamos, pensaba en esta nota. Una nota que es necesaria para aclarar una pregunta que no dejamos de escuchar en casos de abusos: ¿por qué las mujeres abusadas tardan tanto en denunciar?
La intención de este artículo es responderla para que podamos, al fin, dejar de hacerla. Por eso hablé del tema con Ani Kahansky, licenciada en psicología, integrante de la Red de Psicologxs Feministas y especialista en casos de abusos y trata.
Los violadores viven con las víctimas
Un informe sobre violencia sexual en América Latina y el Caribe, realizado por la Organización Mundial de la Salud, calculó que sólo un 5% de las víctimas adultas de violencia sexual en la región denuncian el hecho a la policía.
En nuestro país, se denuncian diez violaciones por día y la mayoría de estas suceden dentro del ámbito familiar o en círculos cercanos. "Hay que diferenciar entre abuso y violación. El abuso, en el que puede o no haber violación, en general se perpetúa por una persona a la que la víctima conoce y tiene algún tipo de vinculo o cercanía, comparte espacio de trabajo o vínculos familiares. En esos casos es muy difícil denunciar por miedo", destaca la especialista.
La típica imagen de una víctima llorando en la ducha después de haber vivido una situación traumática es, en esta sociedad, un gran problema. "Cuando una persona pasa por una situación tan terrible, lo que menos quiere es deambular por instituciones relatando lo que pasó, lo primero que piensa es en ir a su casa, bañarse y estar en un lugar seguro, rodeada de gente que la proteja. Pero cuando van a su casa y se bañan, por ejemplo, ya se decidieron de las pruebas y es mucho más difícil que vayan a denunciar. Pasa de la situación de maltrato a la de culpabilización justamente porque no fue sucia y recién violada a denunciar", sostiene.
La culpa, la protección y el miedo familiar
"Nunca hablo del tema y solo se lo conté a mi psicóloga y a mi marido. Nadie más lo sabe. Ni mi familia. Ocurrió cuando yo tenía unos 7 u 8 años, edad que ahora tiene mi hija, con un empleado de mi papá. No se lo conté nunca a mi papá por varias razones y en diferentes etapas. Primero no estaba segura de qué había pasado. Sabía que yo me sentía mal, incómoda y que ya no quería ir más al negocio familiar, pero no entendía el fondo de la cuestión. Después, cuando me di cuenta qué había pasado, recuerdo bien el día en que me cayó la ficha, me dio muchísima vergüenza. Creía que había sido mi culpa, que yo no tenía nada que hacer en el depósito, menos haber ido a donde me pidió ese señor y por último no debería haberme sentado en su falda. Me abusó sentada arriba suyo. Más tarde, de más grande, aunque entendí la teoría que la culpa nunca es de la víctima, también supe que, aunque es cierto, la sociedad no te lo perdona. Siempre estarás ´sucia´, ´marcada´, ´usada´. A causa de eso tuve una adolescencia muy promiscua, fui madre adolescente, creí que mi sexo y mi intimidad no necesitaban ser cuidados. Hoy sigo sin contarlo porque creo que mi papá se moriría de la tristeza".
La historia de G. F. es una entre tantas miles que nunca jamás verá la luz.
"El abuso es algo algo mucho más sutil y la víctima suele tardar en darse cuenta de que está siendo o fue víctima de uno. Hay muchos discursos sociales que ayudan y acompañan a que la víctima no termine de entender que ella no eligió esa situación. Es posible que quizás nunca haya pronunciado la palabra ´no´, y eso no quiere decir que con el cuerpo no lo haya dicho, que no estaba de acuerdo con esa situación, que estaba habiendo una situación de abuso por parte de una persona mayor, por ejemplo", detalla la especialista.
Si bien muchas comisarías recién ahora comienzan a tener cursos sobre violencia de género y sobre cómo tratar este tipo de denuncias, hoy continúa siendo muy difícil y traumático realizarlas. "Cuando la víctima llega a reconocerse como tal, tiene que elegir enfrentar todo el maltrato que hay en los espacios de denuncia. El desconocimiento que hay con respecto a cómo funciona el abuso. Ahora hay protocolos que prevén esto, pero hasta no hace mucho la víctima tenía que contar en cada espacio todo el tiempo lo que le había sucedido", comenta la especialista.
"La revictimización es hacerle pasar una y otra vez por la situación a las víctimas cada vez que relatan lo que les pasó. Tiene que tener un sostén psíquico para poder enfrentarse a esa situación de contar y estar dispuesta a entender que, al contarlo, valdrá la pena. Nuestro sistema todavía no está preparado para cuidar a las víctimas", agrega.
Los motivos por los cuales las víctimas tardan o jamás denuncian estos casos son muchos. Si la persona que abusó de ellas (el 94% de las víctimas de abusos y violaciones son mujeres) sigue con vida, puede tener mucho miedo a la represalia, si es una persona cercana a la familia. Por otro lado, "muchas víctimas tienen miedo de que no les crean y sienten vergüenza porque en algún lugar de su cabeza ellas piensan que algo hicieron para que eso les suceda, que sabemos que no es así, pero es lo que más hay que trabajar con las víctimas de abuso", refuerza Kahansky.
La imagen en bloque de la violación
En Italia, los jueces de la tercera sección de la Corte de Casación, todos hombres, anularon la condena de dos años y 10 meses de cárcel a Carmine Cristiano, por haber violado a Rosa, una joven de 18 años, al estimar que la mujer colaboró para quitarse los jeans.
"Tenemos construida una idea muy exacta de cómo es la situación de violación, una imagen en bloque, y en esa imagen la víctima es completamente objeto. Está paralizada, si no se resiste por miedo o porque está bajo amenaza de muerte, después no tiene pruebas para presentar a la policía. Muchas víctimas intentan negociar con sus violadores, negociar el uso de preservativo, por ejemplo, pero cuando negocia, ya está, cuando la persona relata que logró que se pusieran preservativo, no cuaja con la idea de que hay una víctima, porque bueno, si lograste negociar, ¿cómo no lograste que no te viole?", explica la psicóloga.
"Si viene alguien a robarte y te dice que le des todo pero vos le pedís que por favor no se lleve los documentos, ¿alguien pondría en duda que te robaron porque lograste negociar eso? No. Pero en las violaciones sucede, si hay algún tipo de negociación, si la víctima tuvo la posibilidad de ser un sujeto activo, entonces ya no cumple con nuestra idea de víctima y se la culpabiliza", agrega la psicóloga.
Minimizar el delito
"Lo que te quitan es mucho más que un bolso, un celular o una billetera. Lo que te quitan es la dignidad, las ganas de hacer tus cosas habituales, te quitan la vida como la conociste. Te quitan el alma. Nada de eso se regenera inmediatamente y hace falta un proceso para darte cuenta de muchas cosas, entre ellas reconocerte como víctima. Asumir que nada podrías haber hecho distinto porque las decisiones malas no las tomaste vos, el que decidió fue otro sobre tu cuerpo y tu espíritu. Es sabido que siempre se evalúa la conducta de la víctima y hay que estar muy bien preparada para aguantar los embates de los dedos señaladores, de los jugadores, de los ´yo hubiera hecho´. Y a veces, como en mi caso, decidimos guardarnos el dolor para nosotras mismas porque sabemos que provocaríamos una pena irreparable en nuestros seres queridos que se sentirían culpables por no habernos ´protegido´", responde G. F.
¿Pero por qué sienten culpa si no son victimarias sino víctimas? ¿Por qué sentirías culpa por algo que no hiciste vos? La respuesta la conocemos bien y esta clásica frase la resume: "tenía la pollerita muy corta". "Las víctimas revisan una y otra vez qué hicieron o qué no hicieron frente a esta situación. Si creen que no pudieron evitarlo, se culpan por no haber podido reaccionar, pero si creen que hicieron algo, eso las vuelve ´menos víctimas´. Y en eso somos responsables como sociedad, ya que generamos esas ideas en torno a la violación", señala Ani.
Deconstruirse
Vivimos dentro de una sociedad que alimenta y normaliza la cultura de la violación. Que el "no" de las mujeres no se respete, que le enseñen a las mujeres a cuidarse pero no a los varones a no violar, es parte de todo este imaginario que naturaliza que sólo sea un 5% las mujeres que se animan a denunciar.
"Desarmar ese imaginario de lo que es una víctima sexual y eso se logra escuchando más y más y más relatos. Con las denuncias que hubo a los integrantes de la banda de Onda Vaga pasó algo así. Muchas chicas leyeron los testimonios y se dieron cuenta de que habían sido abusadas. Hablar, contar y escuchar pueden desarmar de a poco esa idea que se tiene construida de cómo tienen que ser la víctima", finaliza Ana.
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