¿Por qué los humanos no vivimos más de 100 años? Un cambio de hábitos podría aumentar las expectativas de vida
De acuerdo con estudios, los humanos estaríamos programados genéticamente para vivir 130 años
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Un estudio reciente apoyado por la Fundación Nacional de Ciencias de Suiza, encontró que los seres humanos pueden vivir hasta 130 años y hasta más, aunque las probabilidades de llegar a una edad similar son pequeñas.
De acuerdo con la investigación, a lo largo de la vida incrementa el riesgo de muerte, pero, después de los 110 años, las probabilidades de morir se “estabilizan” y son de un 50-50.
“Más allá de los 110 años, uno puede pensar que vivir un año más es casi como lanzar una moneda al aire. Si sale cara, entonces vives hasta tu próximo cumpleaños, y si no, morirás en algún momento dentro del próximo año”, explicó Anthony Davison, profesor de estadística en el Instituto Federal Suizo de Tecnología en Lausana (EPFL), quien dirigió la investigación, a la AFP.
Frente al tema, el virólogo e investigador español, David Escors, aseguró que genéticamente el hombre está programado para vivir 130 años, pero que los factores ambientales, los hábitos y las enfermedades aceleran el envejecimiento, pues se incrementa el daño celular, expresó en entrevista con el diario ABC.
Así las cosas, estos son algunas de las situaciones que hacen que las personas no vivan más de 100 años.
Malos hábitos alimenticios
Para Escors es muy importante mantener una dieta saludable a lo largo de la vida, pues el alto consumo de alimentos fritos, por ejemplo, aumentan el riesgo de padecer enfermedades y con ellas, se disminuye la longevidad.
Además, está comprobado científicamente que una dieta rica en vegetales reduce el deterioro cognitivo y la demencia en los adultos mayores. Así lo dio a conocer, recientemente, una investigación de la Universidad de Barcelona.
“Una mayor ingesta de frutas, verduras y alimentos de origen vegetal aporta polifenoles y otros compuestos bioactivos que podrían ayudar a reducir el riesgo de deterioro cognitivo”, aseguró Cristina Andrés-Lacueva, directora del estudio.
Pero no se debe esperar a llegar a la vejez para pensar en alimentarse bien. A lo largo de la vida se deben consumir verduras, productos integrales, alimentos ricos en calcio y, sobre todo, dejar de lado las comidas procesadas para conseguir una vejez saludable.
De hecho, un estudio de la Universidad de Navarra, encontró que el consumo mayor a tres porciones diarias de alimentos ultraprocesados no solo contribuye a la obesidad, sino que aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas y favorece el envejecimiento.
Sedentarismo
La Organización Mundial de la Salud ha confirmado que la actividad física regular, durante la vida, mejora la salud y ayuda a prevenir y controlar las enfermedades no transmisibles como “los accidentes cerebrovasculares, la diabetes y varios tipos de cáncer”. De hecho, enfatiza en limitar los momentos de sedentarismo, pues está ligado a los padecimientos ya mencionados y a la obesidad.
Ver televisión, por ejemplo, es una actividad sedentaria y mentalmente pasiva que puede aumentar el deterioro cognitivo y facilitar la pérdida de habilidades como recordar, razonar, comunicarse y resolver problemas durante la vejez. Así lo dio a conocer una investigación de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Alabama, Estados Unidos.
“Adoptar comportamientos saludables durante la mediana edad, entre las edades de 45 y 64 años en el contexto de nuestro estudio, puede ser un factor importante para mantener un cerebro sano en el futuro”, expresó Kelley Pettee, profesora de epidemiología en la institución mencionada.
El mal manejo del estrés
Hace unos días, la Universidad de Yale dio a conocer que no tener autocontrol ante el estrés y no hacer un buen manejo de las emociones acelera el reloj biológico. “El estrés acumulativo está asociado con el envejecimiento epigenético en una población sana”, aseguró el estudio de la academia estadounidense.
Sin embargo, los investigadores también destacaron que controlar las emociones y realizar actividades para manejar el estrés, ayudan a disminuir los efectos de éste en el cuerpo, entre ellos, el envejecimiento prematuro.
Fumar
Como ya es de conocimiento común, el tabaco es perjudicial para la salud, pero lastimosamente, sigue siendo uno de los hábitos más comunes en la población. Una adicción que cobra la vida de ocho millones de personas cada año, alrededor del mundo, según cifras de la OMS.
Entre otros problemas, el cigarrillo acelera la aparición de arrugas, líneas de expresión y produce cambios en la piel del rostro. “La nicotina hace que los vasos sanguíneos se estrechen, lo que reduce el flujo de oxígeno y los nutrientes a las células de la piel”, resaltó la Mayo Clinic.
En este sentido, expertos manifiestan que daña el colágeno y la elastina de la piel y, asimismo, provoca que ésta sea más sensible a los rayos ultravioleta. A lo anterior, se suma que los fumadores presentan un mayor riesgo de sufrir cáncer de pulmón, accidentes cardiovasculares, caída del cabello y cataratas.
Por si fuera poco, el cigarrillo altera la flora bacteriana natural de la vagina “tornando esta zona y sus aledaños más vulnerables a infecciones, enfermedades de transmisión sexual y enfermedades más severas como el mismo cáncer de cuello uterino”, destaca una columna de Esther Balac, publicada en El Tiempo.
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