Por qué importan los pájaros
Un halcón peregrino baja a toda velocidad por la avenida Callao con una presa en sus garras. Un imponente carancho se posa expectante sobre un semáforo de Barrancas de Belgrano. Una bandada de gráciles cigüeñas surca el cielo ante la mirada atónita de los vecinos de Villa Crespo. ¿Las aves de gran porte están invadiendo Buenos Aires por la pandemia? Spoiler alert: no, siempre estuvieron entre nosotros. Lo que quizás cambió en este largo aislamiento es nuestra percepción de la naturaleza: con menos ruido en las calles y con algo más de tiempo para observar desde nuestros balcones, muchos comenzamos a descubrir el maravilloso mundo de los pájaros.
Las aves no sólo nos regalan su canto y su belleza. Para quien aprende a apreciarlas, también son un recordatorio constante de que no somos el centro del universo. Cómo señala con maestría el célebre novelista y birdwatcher estadounidense Jonathan Franzen, al fin de cuentas, convivimos a diario con estas especies que nacieron unos 150 millones de años antes que el ser humano y que hacen algo con lo que solo podemos soñar: volar. "Están siempre entre nosotros pero no son nosotros. Esa indiferencia nos recuerda que no somos la medida de todas las cosas", escribe el autor de Las correcciones y de Libertad.
Solo en la ciudad de Buenos Aires se pueden observar más de 350 especies distintas de aves, un número que impresiona si tenemos en cuenta que en toda la Argentina hay registradas unas 1000 especies en total. Sin embargo, la inmensa mayoría de los porteños no vemos más que palomas, gorriones, quizás algún zorzal o un benteveo. En este punto, cabe aquello de que, a veces, lo esencial es invisible a los ojos. ¿Son esenciales las aves? Segundo spoiler: absolutamente. Los pájaros importan y mucho. Además de cumplir cruciales funciones ecosistémicas –son grandes polinizadores, por ejemplo–, los expertos en ornitología coinciden en que las aves actúan como un indicador biológico para medir nuestra propia calidad de vida, ya que reaccionan rápidamente a cualquier alteración del entorno. En síntesis: en un ambiente sano, hay más pájaros.
"Las aves se encuentran presentes en todos los hábitats, por lo que es posible identificar las especies que caracterizan a cada ambiente para evaluar la sanidad de las diferentes áreas", explica a LA NACIÓN Hernán Casañas, director ejecutivo de Aves Argentinas, la centenaria organización dedicada a proteger la aves silvestres que nuclea a más de 80 clubes de avistaje en todo el país.
El arte de contemplar
Si algo ejercitamos durante la cuarentena, fue la capacidad de contemplación. Condenados al home office, durante meses el balcón se volvió nuestra ventana al mundo. Para ser exactos, el balcón y el celular. Y fue precisamente esta combinación la que aprovecharon los birdwatchers porteños para seguir, aún en confinamiento, ejerciendo su pasión: observar todo tipo de pájaros. El caso del Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur (Coarecs) es una prueba de cómo la tecnología puede aprovecharse para potenciar nuestro vínculo con la naturaleza. Meses atrás lanzaron una convocatoria por redes sociales invitando a que los vecinos compartieran sus fotos de avistajes desde casa. Ya llevan recibidas más de 11.000 imágenes de aves.
"Nos empezó a mandar fotos mucha gente que nunca había practicado el avistaje pero que se sorprendía por ver aves de gran tamaño en sus terrazas", cuenta Simón Tagtachian, referente del Coarecs. "En realidad, las aves siempre estuvieron ahí. De hecho, no se registraron especies nuevas durante la pandemia en la ciudad. Lo que cambió es nuestra mirada: al estar más tiempo en el jardín de casa, al salir a los balcones o a tomar algo en las veredas, la gente ve más aves que antes".
No es el único caso: también aumentaron las descargas de aplicaciones para birders. Aves Argentinas tiene una completísima guía para celulares, que permite, a través de filtros, aventurar una identificación de la especie observada. ¿Otras? eBird o iNaturalist, ambas apps colaborativas que recopilan millones de fotos e información sobre flora y fauna de todo el mundo. Estas observaciones casuales, hechas por amateurs, tienen el potencial de convertirse en valiosos datos que los científicos utilizan para mapear y proteger a los pájaros.
Al respecto, esta semana se celebró el festival "Mejor Volando", un encuentro organizado por reconocidos especialistas para concientizar sobre el tráfico de fauna y el mascotismo, una de las amenazas más grandes que enfrentan las aves, junto con la pérdida de su hábitat. "Las aves están presentes en todos los ambientes, incluyendo los más modificados como las ciudades, por eso tenemos con ellas una familiaridad especial. Son el punto de inicio ideal para adentrarse en la observación y para disfrutar de la naturaleza", invita Casañas.
Tres lugares ideales para avistaje
- Reserva Ecológica Ciudad Universitaria: Frente a los pabellones de la UBA, este pequeño pulmón verde esconde una gran diversidad de especies.
- Reserva Ecológica Lago Lugano: con 36 hectáreas, es un nuevo espacio verde protegido ubicado en el límite entre Villa Soldati y el Riachuelo.
- Reserva Ecológica Costanera Sur: meca del avistaje para locales y extranjeros, es una de las reservas urbanas más grandes de América latina. Alberga más de 300 especies de aves.
El autor es periodista especializado en sustentabilidad y fundador de www.Aconcagua.lat
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