¿Por qué es fundamental deconstruir la masculinidad?
Convocado por OSDE, Luciano Lutereau, psicoanalista y doctor en filosofía y psicología, nos invita a reflexionar sobre el concepto de masculinidad y a repensar las relaciones amorosas y familiares
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¿A qué nos referimos cuando hablamos de “el fin de la masculinidad”?
“La idea del fin de la masculinidad no es la finalización en el sentido de la agonía y en función de esos eslogans de ‘Ya no hay hombres’ o ‘Se terminaron los varones’. Tiene que ver con el fin de la masculinidad tradicional o hegemónica: la masculinidad entendida en función de la sociedad patriarcal”, nos cuenta Luciano Lutereau y agrega “Se habla de la deconstrucción de la masculinidad o de pensar a los varones desde un punto de vista que no sea la hipoteca patriarcal de su subjetividad, pensada desde la matriz machista. En este sentido, venimos recapacitando qué aspectos hay que ir modificando y creo que lo más interesante, también, es pensar qué hay que ir construyendo”.
“Existe la necesidad de una construcción que supone un paso previo, que es ir desactivando ciertas conductas muy arraigadas, incluso misóginas, en la relación con la mujer” - Luciano Lutereau
La masculinidad construye tanto al hombre como a la mujer. ¿Por qué es fundamental transformarla?
Mientras nos explica que, tradicionalmente, el espacio público estaba designado a los varones, mientras que el espacio doméstico les pertenecía a las mujeres, también agrega: “Con el auge de los feminismos cambia radicalmente el panorama. La relación entre varones y mujeres ya no es la misma. Las mujeres ocupan la escena pública, reformularon muchos de sus roles, y ahí es donde los varones también tenemos que repensarnos”.
“Para muchos varones es una dificultad repensarse en el espacio público, donde el trabajo dejó de ser aquello que les daba una identidad; sino también en el ámbito amoroso o el familiar, modificando una figura tan importante como la del proveedor” - Luciano Lutereau
“Entonces, es necesario replantearse nuevos roles, más equitativos. Este cambio, de por sí, reformula el contexto de una relación en términos de colaboración y de compañerismo, y hasta el modo de concebir el amor dentro de la pareja. Acá, lo más significativo, es pensar la deconstrucción o la reconstrucción del varón, sin demonizar a aquellos que lo precedieron: que los roles puedan ser elegidos y vividos de manera no impuesta”, nos detallla Luciano y suma: “Un varón tiene que estar todo el tiempo compitiendo contra su propia negativización y ahí es donde, justamente, hablar de formas de masculinidad es una invitación a decir que, no necesariamente, no actuar ciertos patrones implica una debilitación del rol”.
¿Cuáles son los cambios en la forma de relacionarse?
“De un tiempo a esta parte, se viene hablando de una crítica al amor romántico, de ese modo de pensar el amor que se basa en la dependencia”, nos comenta Lutereau, haciendo la distinción entre amor y vulnerabilidad, ya que reconocerse como frágil en una relación amorosa no es lo mismo que instalar un vínculo dependiente.
“Esto decanta en una concepción del amor al que le pedimos, incluso, que solucione problemas que el amor no puede remediar. Por eso, muchas vidas se ordenan en torno al ‘por amor se puede hacer cualquier cosa’. Podemos pedir pruebas de amor, podemos imponer sacrificios y hasta podemos llegar a situaciones violentas. Hoy es más fácil distinguir que muchas de esas cosas que llamábamos amor, en realidad, encubren relaciones de poder”, nos detalla.
“Muchas veces, encontramos que los vínculos amorosos son para expresar posesividad, son para apropiarse del otro, son para limitar libertades, son para reforzar un poco la propia autoestima” - Luciano Lutereau
¿Qué es la irresponsabilidad afectiva?
“Pasamos del amor romántico al desencanto generalizado, sin escalas. En esta época de aplicaciones todo es erotismo virtual que no se concreta, dando lugar a una irresponsabilidad afectiva que gira en torno a un anonimato que nos deja potencialmente más expuestos. Estamos mucho más expuestos a la instrumentalización, a ser un objeto, a ser descartados”, nos explica Luciano y agrega: “La gran encrucijada para pensar las relaciones amorosas, hoy en día, es, por un lado, revisar el amor romántico sin perder el romanticismo. Y por otro, el desencanto: hacer del amor la matriz para expresar todo tipo de emociones, menos las amorosas”, reflexiona el psicoanalista.
“Ya no vivimos en un formato ‘parejo-centrista’. No hacemos de la pareja el modelo o el centro de nuestra vida afectiva” - Luciano Lutereau
Con todo esto cambia el formato de la pareja, ¿también cambian las claves de la infidelidad?
“Las parejas abiertas igual sufren la infidelidad porque esta no tiene que ver con el pacto que se gesta entre personas, sino con el deseo. Sigue siendo un motivo muy fuerte de sufrimiento, pero hay un cambio de paradigma en los modos donde la infidelidad surge como transgresión. Dado que la pareja ya está asegurada, se busca en el afuera lo que a veces no se encuentra adentro”, detalla y suma: “Hoy la infidelidad ya no tiene que ver con la transgresión, sino con la traición. Creo que muestra un descentramiento en el modo de pensar el deseo en nuestras sociedades porque ya no importa tanto, y lo prohibido puede ser una forma de alimentar el deseo, pero en la traición lo que se juega es la manera en que nos sentimos como deseables”, culmina Luciano.
“Estamos más expuestos al temor al abandono porque no ser deseados en una pareja o en la vida social implica sentirnos rechazados” - Luciano Lutereau
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