¿Por qué deberíamos empezar a hablar de “los Malbec” de Mendoza?
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En los últimos treinta años, la evolución del cepaje emblemático de la Argentina fue tal que es momento de decirle adiós al nombre propio en singular y empezar a hablar de “los Malbec” de Mendoza. Sin embargo, para comenzar a entender el por qué de este fenómeno es necesario revisar la historia reciente de este varietal, que llegó a nuestro país a mediados del siglo XIX pero a partir de los años ‘90 cobró una relevancia sin precedentes para el vino nacional.
Fue en aquella década cuando, después de seducir a los consumidores locales con su corazón dulce, sus notas a ciruela y sus taninos sedosos, el Malbec salió a conquistar el mundo con frescura y originalidad. Una vez que logró insertarse en el mapa vitivinícola internacional, también empezó a medirse con ejemplares de los terruños más prestigiosos del planeta. Por lo tanto, las bodegas argentinas comprendieron la necesidad de sofisticarlo e ir puliendo los detalles de un cepaje con un potencial inesperado: el de convertirse en el embajador de nuestro vino en el mundo.
La primera gran revelación para los enólogos y agrónomos fue darse cuenta que no había un único Malbec argentino, sino que eran sumamente diferentes de norte a sur del país según la provincia en la que se cosechan las uvas para su elaboración. A partir de este descubrimiento, fueron más allá en el estudio del terroir para entender que también en las distintas zonas de un mismo terruño nacían vinos con un carácter único y singular. Así fue que empezaron a realizar trabajos de zonificación para encontrar la identidad de cada micro-terroir. En los últimos años, la apuesta fue redoblada y las bodegas empezaron a trabajar con Malbec de micro-unidades de terroir; es decir, de una finca o un lote puntual. El objetivo es buscar la pureza en el vino y encontrar expresiones irrepetibles en otra zona -incluso- dentro de una misma viña.
La primera gran revelación para los enólogos y agrónomos fue darse cuenta que no había un único Malbec argentino, sino que eran sumamente diferentes de norte a sur del país según la provincia en la que se cosechan las uvas para su elaboració
¿Pero qué es lo que hace que estos vinos sean tan diferentes entre sí? En primer lugar, el microclima, directamente relacionado a la altura que influye en la forma en que las plantas reciben la radiación solar y en la amplitud térmica de una zona (diferencia de temperatura entre el día y la noche). En segundo lugar, la composición del suelo, que en Mendoza puede ser más arenoso, arcilloso, con gravas o con componentes calcáreos. Todos estos elementos naturales otorgan identidad a los tintos y blancos que allí nacen.
La experiencia mendocina
En “la cuna del Malbec” existe una interesante diversidad de terroirs que otorgan expresiones diferentes en sus distintas zonas; entre ellos, los más importantes son Luján de Cuyo, Valle de Uco y Maipú.
Conocida como la “primera zona productora”, Luján de Cuyo está ubicada entre los 850 y casi 1000 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.). Allí, el clima es templado, ideal para una maduración equilibrada de las uvas; y los suelos son franco-arenosos y franco-arcillosos, pobres en materia orgánica y con muy buena permeabilidad. Aquí nacen los Malbec argentinos históricos y tradicionales de la Argentina.
En Luján de Cuyo, la influencia del terruño deriva en varietales cuya principal característica está dada por la fruta: son Malbec expresivos de aromas frutales, con mucha materia colorante, redondos y con taninos dulces. En boca se perciben amplios, anchos y con cierta untuosidad. Además, soportan muy bien la crianza en barricas de roble y tienen una gran capacidad de guarda.
Un gran exponente del carácter del Malbec en esta zona es De Sangre Malbec D.O.C, elaborado bajo las reglas de la Denominación de Origen Luján de Cuyo con uvas de parcelas seleccionadas de viñedos ubicados en Las Compuertas, Vistalba y Agrelo. En sus aromas se destaca la fruta roja nítida que recuerda a cereza madura y notas especiadas que le suman complejidad y tonos de torrefacción de su crianza muy bien integrados. Es un vino de paladar redondo, con taninos firmes, acidez equilibrada, nervio y mucho carácter.
Por su parte, el Valle de Uco es una zona más alta (oscila entre los 900 y los 1700 m.s.n.m.) con una gran amplitud térmica entre el día y la noche que asegura una madurez equilibrada de los frutos. Es un terroir más pedregoso, de suelos menos profundos y de formación aluvial, producto del desprendimiento de la Cordillera de los Andes. En algunas zonas, también tiene carbonato de calcio que le aporta una identidad especial al vino. La austeridad de sus suelos favorece el desarrollo de vides y uvas de gran sanidad, ya que el agua drena fácilmente y las raíces se alimentan de los componentes minerales.
Aquí, los Malbec son más elegantes que anchos, verticales, ágiles, austeros, y con notas minerales, florales y especiadas. Al igual que los de la “primera zona”, estos vinos también tienen muy buena capacidad de guarda.
Un ejemplar que expresa de forma fiel el carácter de esta zona es De Sangre Malbec Valle de Uco (elaborado con uva de Los Arboles y Altamira). Es un vino con tensión, frescura y concentración, de aromas a frutas negras y notas especiadas, más ciertos tonos minerales muy atractivos. Se caracteriza por sus taninos finos de textura agradable, gran acidez, firmeza y equilibrio.
Asimismo, dentro del Valle de Uco también se sitúa un micro-terroir que se caracteriza por la elegancia y el carácter que desarrolla su Malbec: el Paraje Altamira, donde Luigi Bosca cuenta con una finca de 19 hectáreas completamente implantada con esta variedad (Finca Miralejos). Allí, el suelo pedregoso con componentes calcáreos de su terruño se expresa en su característico aroma mineral. De Sangre Malbec Paraje Altamira es un vino de aromas minerales intensos que recuerdan a piedra húmeda y tiza, y detrás, notas de fruta roja chica. Su entrada en boca es fresca y vertical, de gran tensión y nervio, y acidez equilibrada que aporta fluidez.
El futuro de nuestro varietal emblemático es cada vez más promisorio, por eso, este es el momento de llamar las cosas por su nombre y empezar a hablar de “los Malbec mendocinos”.
Beber con moderación. Prohibida la venta a menores de 18 años.
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