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Con la llegada de la primavera los estudiantes de todo el país salen de las aulas a festejar, pero no la nueva estación sino su propio día, una tradición que ya lleva más de cien años.
En 1902, Salvador Debenedetti, presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, con tan sólo 18 años, propuso que el 21 de septiembre se celebrase el "Día de los Estudiantes". Eligió este día como homenaje a Domingo Faustino Sarmiento porque el 21 de septiembre pero de 1888 fue la fecha en que habían arribado a Buenos Aires los restos del educador argentino desde Asunción, Paraguay, donde había muerto el 11 de septiembre. La idea de Debenedetti –quien luego se convertiría en un arqueólogo de renombre– se impuso en su facultad y luego en otras.
En un comienzo, los festejos eran más bien conmemoraciones que se limitaban a la realización de actos en los que los oradores exaltaban el empeño de los alumnos y los jóvenes llevaban una ofrenda floral al monumento de Sarmiento.
Muy pocos años después, en enero de 1908, el Primer Congreso de Estudiantes Sudamericanos reunido en Montevideo estableció esa fecha para celebrar su día. El 21 de septiembre de aquel año, los estudiantes uruguayos tomaron la iniciativa e invitaron a sus pares brasileños a su país para agasajarlos. Esto hizo que las celebraciones en nuestra tierra tomaran otro camino y que los alumnos salieran de los claustros para celebrar. Estudiantes de la ciudad de La Plata invitaban a estudiantes porteños a un paseo por el bosque. Otros salían a dar una vuelta por el delta del Tigre o realizaban obras de teatro. Cada año se organizaban concursos de afiches en los que, por lo general, se reflejaba el esfuerzo del estudiante o se caricaturizaba una mesa de examen. También surgieron comparsas estudiantiles en varios puntos del país.
El festejo fue creciendo a medida que pasaba el tiempo. En 1914, un grupo de estudiantes alquiló el Palais de Glace, en Recoleta, para llevar adelante un festival. Otros se dieron cita en el Hotel Savoy, donde les prepararon una comida. Las celebraciones fueron multiplicándose, con tono festivo y ánimo de esparcimiento.
Pronto se sumaron las excursiones a espacios verdes. En 1917, un grupo de alumnos uruguayos invitó a una veintena de pares porteños a un paseo por Colonia de Sacramento. Para 1919, ya se organizaban bailes del Día de los Estudiantes.
Hacia la década del 20 el festejo ya estaba consolidado entre los jóvenes y las actividades fueron cada vez más importantes. En 1926, el Centro de Estudiantes de Ingeniería planeó una jornada deportiva y social en el Club Atlético San Isidro, mientras que los estudiantes de Medicina disfrutaron de un pic-nic y paseo por Tigre. Por su parte, la Escuela Superior Comercial de Mujeres realizó el Festival por el Día del Estudiante en el Teatro Sarmiento donde se presentaron espectáculos cómicos, un coro y un concurso de recitado de poesía. No se quedaron atrás los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras que celebraron su día con un concierto vocal e instrumental a cargo de una soprano del Teatro Colón, Lette Leonard. Los chicos se tomaban su día muy seriamente.
En la década de 1940, los festejos se limitaban a un paseo de excursión o una fiesta con baile. En los años 50 se sumó la costumbre de celebrar el Día de la Primavera en las principales ciudades del país y fue entonces cuando por fin se iniciaron los picnics, sencillos y con poca afluencia, en el Parque Tres de Febrero, de Palermo.
Las actividades por el Día del Estudiante llevan más de un siglo de vida y, si bien las formas y los festejos han cambiado, aún persiste la idea de celebrar que pretendían imponer los precursores de comienzos del siglo XX.
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