Poder
Más que llevar la capa, el cetro y la corona, el gran desafío es ser y sentirse verdaderamente capaz
¿Por qué será que cuando hablamos de poder todo nos remite a pensar en quién tiene la fuerza, quién puede más, quién tiene influencia (o decisión) sobre la vida de los otros?
En este sentido único, el valor de la palabra se debilita.
¿Por qué no referir al poder en materia de capacidad, energía, talento? ¿Por qué no dejar de pensar el poder como inyección de dominio y sometimiento?
¿Qué es, acaso, el poder?
Así como mal entender a las fortalezas en relación a las fuerzas, en lugar de dotarlas de virtud, desde hace muchos siglos a esta parte la Humanidad (cada día algo más globalizada, individualista y deshumanizada) pareciera haberse perdido (aunque crea haber ganado) en la batalla del ego.
Para quienes reconocen el poder simbólico de los cuentos, por citar uno al azar, no está de más pensar en el triste papel de la madrastra y hermanastras de Cenicienta.
¿De qué les sirvió sentirse poderosas por haber sido invitadas al baile del castillo? ¿De qué les sirvió someter a la pobre limpia cenizas?
Yendo directo al nudo del conflicto: ¿cuánto poder otorga el supuesto pasaporte a pertenecer, formar parte, ser amigo (o conocido) del (supuesto) poder?
No por ir al rescate del aspecto emocional y positivo de las palabras deberíamos desconsiderar la necesidad social de ciertos órdenes y jerarquías. Pero, tanto para quienes se crean peces gordos como para los personajes (y lectores) de cualquier cuento, las preguntas de siempre: ¿cómo? ¿con qué fin? ¿cuál es el sentido?
En este complejo escenario filosofal es donde el poder se juega su piedra fundamental. En este aspecto es donde el poder se enfrenta a su verdadera razón de ser, y adquiere (o no) el verdadero brillo y la fuerza del sol (un verdadero final feliz).
Reflexionemos, entonces: ¿cuál es nuestra actitud, y cuáles nuestras responsabilidades a la hora de vestirnos de poder? ¿Cuál, nuestra actitud y responsabilidad cuando nos toca danzar al ritmo del poderoso?
En este baile de máscaras, donde el gran desafío (más que llevar la capa, el cetro y la corona) es ser y sentirse verdaderamente capaz, vuelve a aparecer un ejercicio que nos hemos propuesto en más de un encuentro.
En pocas palabras, completen la frase con lo primero que crean oportuno:
Yo soy ……………………………………
Yo estoy ……………………………………
Yo tengo ……………………………………
Yo puedo …………….…………………….
Al terminar, relean y sientan lo que han escrito. Ayudará, creo, volver a leer todo lo que hoy hemos dicho respecto del poder.
Ojalá que dotemos de poder a las virtudes y fortalezas.
El otro poder es puro cuento. Cada quien, en definitiva, elige su final.