Como cubresuelos, en borduras o en macizos, las plantas herbáceas de hojas moradas o rojizas son impactantes y a la vez originan un desafío al incluirlas en el diseño. Uno de los secretos es ubicarlas en grupo.
Llama la atención la poca cantidad de herbáceas de hojas coloreadas de forma permanente que aparecen en la naturaleza, algo que se contrapone a la gran oferta de plantas de follaje morado que hay en los viveros. Es que las encontradas con ese rasgo llamaron tanto la atención que se reprodujeron y se comercializaron intensamente.
En paisajismo tienen diversos usos. Las que se utilizan como cubresuelos permiten dibujar tapices, ideales para espacios urbanos, y que en algunos casos resultan muy sofisticados. O borduras de herbáceas energizadas por la vitalidad del contraste del morado con el verde. A veces, el juego está en crear una masa uniforme de follaje morado, mezclado con flores de colores vibrantes como el rojo. Un diseño lúdico que tiene vigencia.
Las responsables del tono morado son las antocianinas, pigmentos que en estas plantas se expresan todo el tiempo en el follaje. En algunos casos de ciertas familias botánicas, intervienen las betalaínas.
Como cubresuelos
La Persicaria capitata (antes Polygonum capitatum) mide de 5 a 20 cm de altura y cada planta se dispersa 25 cm por estolones que enraízan fácilmente en los nudos. Florece atractivamente: los pompones rosados le suman encanto y aparecen desde primavera a otoño. Se reproduce fácilmente por semillas, por lo que puede escapar de cultivo. Crece al sol o en media sombra.
Otro cubresuelo muy interesante puede crearse con Tradescantia pallida (antes Setcreasea purpurea), de follaje permanente bordó intenso y flores rosas. No tolera el frío, se deteriora con temperaturas bajas, aunque no lleguen a cero, pero por lo demás es muy rústica y hasta soporta la sequía. Crece al sol o a la sombra.
Morados macizos
En tren de audacias, se puede crear un buen macizo de la brasileña Iresine herbstii, hoja de sangre, con sus variedades rojizas como la ‘Brilliantissima’. Es muy alegre el follaje de esta planta que se suele usar como anual.
Los coleus, Coleus blumei (ahora Plectranthus scutellarioides), son una buena opción especialmente si se plantan en grupos o macizos. Suelen ser tan sorprendentes sus colores y patrones que hay que manejarlos con cuidado, y elegirlos de una misma variedad. Necesita posiciones más sombreadas que el iresine.
La Begonia rex de hojas moradas es muy atractiva. En el exterior se puede cultivar en climas tropicales o casi tropicales: necesita alta humedad ambiente, y es extremadamente sensible a las bajas temperaturas. Exige muchos nutrientes y una alta humedad en el suelo o sustrato, pero no encharcamiento, también lugares luminosos pero sombreados.
Menos sofisticada, la flor de azúcar (Begonia semperflorens) de hojas moradas es muy utilizada en macizos coloridos, especialmente porque suma el atractivo de sus flores y su larga floración. Crece expuesta a media sombra y a pleno sol. Soporta veranos húmedos y calurosos.
Entre los oxalis hay dos particularmente coloreados. Uno es el Oxalis corniculata de hojas borgoña, con flores amarillas y que se suele utilizar en posiciones colgantes. Es fácil de cultivar y la floración es prolongada. Prefiere el suelo neutro o alcalino. Otro es el Oxalis triangularis, endémico del Brasil, que necesita un clima más cálido y húmedo.
Los hipoestes (Hypoestes phyllostachya) tienen variedades muy interesantes, y en realidad son subarbustos pequeños, de 30 cm de altura. Para su buen cultivo el suelo debe ser rico, con materia orgánica.
Si bien los climas cálidos cobijan gran cantidad de especies de plantas con hojas bordó, hay algunas especiales de climas frescos, como las heucheras, amadas por los coleccionistas por su diversidad de follajes. Es el caso de Heuchera ‘Plum Pudding’, ‘Plum Cascade’ y ‘Obsidian’, entre otros. Sus flores delicadas aparecen entre la primavera y el verano; las inflorescencias etéreas tienen pequeñas florcitas de diversos colores, donde lo llamativo es el cáliz. Crecen bien a pleno sol en climas fríos y resguardados del sol del mediodía y la tarde en otros más cálidos. El suelo debe ser rico, con buen drenaje y retener bien la humedad.
Entre las plantas conocidas y entrañables de nuestros jardines, las dalias tienen también versiones coloreadas, tal como la compacta ‘Happy Single Date’ de follaje oscuro morado y de flores naranjas. Como todas las dalias, desaparecen cuando empiezan los fríos y florecen desde la primavera hasta el otoño.
Otra planta de gran presencia es la oscura Colocasia esculenta ‘Black Magic’. Su cultivo es parecido al de las achiras, pero necesitan más agua, de hecho, crecen bien cerca de estanques. Hay una caña de azúcar morada (Saccharum officinarum cv. rubrum) muy difundida como ornamental. Puede alcanzar 3 metros de altura fácilmente. Es óptima para lugares cálidos, y fundamentalmente húmedos.
Entre las suculentas también hay plantas borravino o borgoña (como por ejemplo versiones de la Euphorbia trigona o el Aeonium arboreum) que alegran los jardines de crasas o las colecciones. Y si se quieren sumar contrastes de color a una huerta, plantar lechugas moradas, radicchio –una variedad de la multifacética achicoria–, repollos y aromáticas como perilla y albahaca morada.
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