Ariel Rietti construyó en 1977 un vehículo eléctrico activado por la energía del sol que fue el primero en Sudamérica y que deslumbró tanto a personajes ilustres como a los vecinos del barrio, Almagro
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Una tarde soleada del mes de octubre de 1977, por la calle Lezica, en el barrio porteño de Almagro, circuló un vehículo muy especial. Se trataba del primer auto eléctrico-solar de la Argentina. Los vecinos de la zona miraban con asombro y curiosidad cómo ese coche, con grandes paneles solares en su parte superior, circulaba hacia la calle Medrano. Sentado frente al volante de la particular máquina se encontraba Ariel Ciro Rietti, su creador. Un hombre que hoy se recuerda muy poco pero que fue un pionero de la energía solar en la Argentina. Tanto es así que la electricidad de su casa también era alimentada por la energía que le brindaba el astro rey. Algo muy novedoso para su época.
La popularidad alcanzada por Rietti gracias a su innovador vehículo lo llevó a aparecer con asiduidad en diversos medios de comunicación de su tiempo, donde pasó a ser conocido como “el señor sol”. La fama de su coche, bautizado Ariel-Ra (su nombre de pila más el nombre del dios sol egipcio) se hizo tan grande que hasta el mismísimo Jorge Luis Borges se interesó por dar un paseo en él. De hecho, hay un registro fotográfico bastante difuso en el que se lo ve al legendario escritor argentino subido en el asiento de acompañante del “auto solar”. Asido con ambas manos a su tradicional bastón, el autor de El Aleph parece disfrutar de la brisa que genera el andar del vehículo por las calles de Almagro.
“Rietti fue el primero en aplicar en un coche eléctrico baterías que habían sido alimentadas por energía solar. Fue pionero en América del Sur y de Argentina, no hay duda”, dice a LA NACION Eduardo Fernández, director del Foro Argentino de Inventores y de la Escuela Argentina de Inventores, que tuvo la oportunidad de conocer al “señor sol” y entrevistarlo en varias oportunidades.
Cómo era el auto eléctrico solar
El auto eléctrico-solar, que en realidad era un prototipo, estaba hecho con el chasis de un Citroen 3 CV y no contaba con carrocería. Unos caños metálicos sostenían los paneles con celdas de silicio en la parte superior. Adelante se dejaba ver el pequeño motor del vehículo y en la parte trasera se colocaban las baterías eléctricas. Según cuenta Fernández, estas estaban cargadas previamente mediante la energía del sol, una carga que era “rudimentaria” y que podía tardar “entre dos y tres días” en completarse. El director del Foro de Inventores aclara: “Los paneles él los puso para hacer más vistoso el vehículo, pero no eran de uso directo, que los pongo, cargo el sol y ando. No. Los ponía de adorno, porque el auto andaba con la batería”.
Si bien reconoce la inteligencia, capacidad de trabajo y empeño de Rietti, Fernández no lo considera un inventor en sí -”no patentó nada”-, si no más bien un “hobbista, alguien a quien le gustaba ver cosas y replicarlas”. Así, el origen de su vehículo eléctrico solar se dio gracias a que él era un lector de la revista Lupin, una publicación de los ‘60 y ‘70 que mezclaba historietas con una copia criolla de mecánica popular, dedicada a la mecánica, la electrónica y la aviación. “Ahí él vio la existencia de autos eléctricos con fuentes solares en los Estados Unidos, tomó eso y lo replicó. Tiene su mérito, porque lo hizo andar y fue el primero en Sudamérica”. El automóvil fue construido en la terraza de la casa de su hacedor, en Lezica al 3900 y debió ser descendido a la calle con la asistencia de una grúa.
Como sea, gracias al Ariel-Ra y a su casa cuya electricidad se alimentaba por paneles solares, Rietti se convirtió en los tardíos ‘70 en un personaje muy bien tratado y retratado por la prensa. Salía en publicaciones como Siete Días, Gente, en los diarios de la época y se promocionaba también en aquella revista Lupín de la que era asiduo consumidor. Incluso, Rietti llegó a asistir como invitado a la mesa de Mirtha Legrand, un verdadero certificado de popularidad para ese entonces.
Borges y otros famosos a bordo de Ariel-Ra
La amplia difusión de la obra del “señor sol” alcanzó a todo tipo de personas. “Un día María Kodama (colaboradora y luego esposa del escritor) le cuenta a Borges que había un argentino, un porteño, que había hecho ese auto y él lo quiso ir a ver. Se contactó Kodama con Rietti, fue Borges, se subió al auto, y de ahí salió la foto”, explica Fernández.
Pero el escritor no fue el único en subirse al Ariel-Ra. Según el periódico del barrio de Almagro Primera Página, el vehículo tuvo como pilotos invitados ilustres a Juan Manuel Fangio y a Oscar Gálvez. Y fue su pasajero también el expresidente Arturo Illia.
Ariel Rietti falleció en junio de 2001, a los 78 años. Su pasión por la energía solar, una fuente que él calificaba como “barata, limpia y no contaminante” lo había llevado a dar clases y cursos sobre ese tema en su propia casa y taller, que se convirtió en 1987 en la Fundación Solar Universal. Allí también el hombre daba clases de sus otras especialidades: radioafición, electrónica y aeromodelismo. La entidad, transformada en Museo, continuó existiendo unos años después de la muerte de su creador.
Otras actividades de un hombre inquieto
Nacido en 1923 en la ciudad de Buenos Aires, “el señor sol” fue un muchacho con muchas inquietudes. Se inclinó rápidamente por el mundo de la aviación. Así, a los 14 comenzó como piloto de planeadores. Luego curso las carreras de piloto profesional, instructor de vuelo y mecánico de aviones en la Escuela Nacional de Aeronáutica. También estudió ingeniería mecánica en la UBA.
Apasionado por los aviones, incursionó también en el aeromodelismo. “En esta disciplina, a los 13 ó 14 años, fue campeón argentino y sudamericano. Era realmente muy bueno y muy reconocido en eso”, acota Fernández.
Le gustaba además hacer piruetas con avionetas y eso lo llevó, más adelante, a tener su propia empresa de publicidad aérea. Fue uno de los primeros pilotos en la Argentina en practicar esta disciplina, consistente en escribir leyendas publicitarias desde un avión, dibujando las letras a partir de los gases de escape de la aeronave. Las personas memoriosas y con algunos años recordarán como una emblemática marca promocionada así a la Yerba Safac.
Hacia los años 50, Rietti compró tres helicópteros Belt G47 y fundó la Compañía Argentina de Helicópteros, dirigida por él mismo, que también creó la primera escuela de pilotos de helicópteros del país.
En relación con los aviones, en la misma terraza de su casa de la calle Lezica, el movedizo innovador se dedicó a la construcción de un avión, el Golondrina V, un aeroplano monoplaza experimental con motor Continental 65 HP, que fue probado en la base aérea de Morón. Con relación a esta nave, el director del Foro de Inventores cuenta: “A Rietti le gustaban las aventuras, era un poco fantasioso. El plan de él, con este avión, era ir al Amazonas, tipo Indiana Jones, como un explorador para buscar oro para financiar sus proyectos acá en la Argentina”.
Su investigación sobre los ovnis
Pero el sol, los aviones, los helicópteros y las publicidades en las alturas no fueron las únicas cosas en el cielo que despertaron el interés de Rietti. El hombre fue un poco más allá y se convirtió en un fanático de la investigación de los objetos voladores no identificados (OVNI). En 1956 fundó Codovni (Comisión Observadora de OVNI). El piloto aeronáutico era, otra vez, pionero en algo: su organización fue el primer grupo civil del país en ocuparse del fenómeno de las naves supuestamente extraterrestres.
“En un momento de su carrera se fue a la banquina -dice sin vueltas Fernández- y se convirtió en experto en platos voladores. Decía tener la mayor biblioteca sobre ovnis en la Argentina. En el taller tenía un rincón donde hablaba con sus amigos sobre ese tema”.
A propósito de este tema, en 1968, el “señor sol” presentó otra de sus creaciones: el detector de ovnis. Una antena que hacía sonar una alarma cuando captaba variaciones geomagnéticas en el ambiente. “El problema es que eso sonaba cada vez que algo alteraba el campo electromagnético, pero podía ser un avión, una paloma o un rayo”, dice Fernández, que no demuestra mucha fe científica en el objeto. “Eso alimentaba la fantasía de Rietti”, añade.
El pionero argentino en la energía solar recibió al diario LA NACION en 1997 en su casona de Almagro para una entrevista en la que el tema eran los extraterrestres. Allí, para sorpresa del reportero, el “señor sol” exhibió una carta dirigida a él que en la cara del remitente decía: “Habitantes du Ummo en Berlín (Germany)”. De inmediato, el creador del auto eléctrico solar, explicaba: “La recibí hace 30 años. Puede ser o puede no ser de los habitantes del planeta Ummo. Pero yo creo que en la Tierra hay seres de otras partes del universo. Ellos enviaron esta carta, a mí y a otras personas de todo el mundo. Al principio, cuando la recibí, fui cauteloso. Pero con el tiempo empecé a pensar que era lógico que en la Tierra hubiera seres de otros sistemas solares”.
“Lo tildaban de loco”
Apenas quedan en los archivos algunas fotos que rememoran las creaciones de Rietti y otras postales de su propia vida. Una imagen repetida es la de él, asomado a la ventana de su casona, rodeada de paneles solares. En los blogs que hablan sobre este promotor de la energía solar siempre surge algún comentario de un vecino que lo conoció o alguien que tuvo clases con él, y lo rememoran como un hombre brillante y amable.
En la mencionada publicación Primera Página figura el testimonio de la esposa de Rietti, Beatriz Fernández, en el que ella recuerda a su marido: “Él siempre decía que se iba a hacer un auto solar y la gente lo trataba de ‘loco’. En realidad apenas hablaba de energía solar lo tildaban de loco y hoy usted pone unos paneles solares en su casa, que es caro, es cierto, pero nunca más paga la factura de la luz. A él no le afectaba la opinión de la gente y al final hizo cuatro autos solares”.
“Ariel tenía un carácter fuerte, era muy decidido, con ideas fijas, y no paraba hasta lograr su objetivo. Un hombre de principios firmes. Tenía un humor muy especial, desdramatizaba la vida, le daba a todo una interpretación positiva”, decía su esposa al describirlo.
Hurgando en la red de redes, es posible encontrar hoy al propio Rietti en un documental de Canal 13 del año 1992. El corto es acerca de los inventores, y hay una elocuente respuesta del “señor sol” cuando le preguntan qué es un inventor: “¿Se acuerda que Colón, en vez de salir para allá salió para el otro lado?. Bueno. Son Colones”.
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