Hay un tinto que es perfecto para los bebedores de blancos, así como para todo aquel que en general le cueste el tinto, por potente y áspero: se llama Pinot Noir y es una variedad que desafía tanto a los consumidores como a los productores por su transparencia. Delicado, complejo en términos de fruta y aromas de tierra y hongos, es pura seda y sabor en la boca cuando está bien elaborado.
En los últimos años el Pinot Noir viene creciendo a pasos agigantados. No desde el punto de vista del volumen, siempre escaso, sino en su universo estilístico. En otras palabras, los productores le empezaron a encontrar la vuelta y eso hoy se nota en la góndola. Algo que es una excelente noticia para los bebedores.
El fenómeno no es exclusivo de Argentina. En el mundo, la meca del Pinot Noir es la Borgoña, donde se lo cultiva desde el medioevo tardío. Pero así como los estilos borgoñones marcan la cancha, con íconos como La Tâche o Domaine de la Romanée-Conti, también otras regiones del nuevo mundo comenzaron a despuntar el asunto.
Desde Sonoma en California a Leyda en Chile, desde Washington Estate en Estados Unidos a Central Otago en Nueva Zelanda, la carrera por alcanzar los niveles de la borgoña viene desplegando un mapa creciente de oportunidades que en nuestro país tiene horizonte propio: Patagonia, con la amplitud de horizontes que conlleva, y el Valle de Uco en Mendoza. El total cultivado con Pinot Noir en Argentina asciende a 2.036 hectáreas.
Las tres Patagonias
La región es tan grande como media Europa en términos de vinos y puede variar de una zona muy fría al sur a una moderadamente cálida al norte. Por eso, el Pinot Noir tiene tres vertientes interesantes con sus 375 hectáreas plantadas en la región. Una, es el Alto y Medio Valle del Río Negro (126ha), donde es posible encontrar plantaciones desde la década de 1950 y productores como Bodega Chacra y Humberto Canale, que ponen foco en la variedad. Del primero, Barda 2018 es una excelente opción, del segundo Old Vines 2018.
Otra de las Patagonias es San Patricio del Chañar en Neuquén (238ha). No está lejos de Río Negro pero el entorno es muy diferente. Plantado en 1999 con exposición oeste, ahí todo el Pinot es clonal. Hay tres productores que hacen foco real en la variedad: Familia Schroeder lo elabora en todas las formas posibles –como vino tranquilo y espumoso–, además de Malma y Fin del Mundo. Saurus 2019, Malma La Papay 2019 y Fin del Mundo Reserva 2018 son ejemplares para empezar.
En el sur profundo, las plantaciones son nuevas y la voluntad grande. El punto es que en Chubut es de las zonas más frías del país y ahí el Pinot adelgaza aún más, se vuelve casi etéreo. Lindos ejercicios son los que hacen en Trevelín, Contra Corriente 2018 y Nanty Fall 2018; mientras que en la estepa, del viñedo productivo más austral del mudo hoy se embotella 45 Rugientes 2017.
Los Pinot del Valle de Uco
El valle, como para muchas otras variedades, es hoy una cantera de exploración estilística. Un poco porque es grande y otro poco porque supone temperaturas y suelos muy cambiantes. Con todo, el Pinot Noir hoy reconoce algunas vertientes bien interesantes en la combinación de altura y suelos con depósitos calcáreos y aluviales.
Tupungato, y en particular Gualtallary, forman el corazón de la región. Del Pinot Noir de Mendoza (1495ha), acumula poco más de 1/3 (583ha) y es la usina estilística para la variedad. Hay algunos productores que la están llevando a los límites posibles, como sucede con el flamante Domaine Nico, que elabora exclusivamente Pinot Noir entre los que destacan Soeur et Frères Histoire d'A 2018 y Soeur et Frères La Savante 2018. En mi opinión de lo mejor que se hace en Argentina.
También de esa región destaca el trabajo de Rutini 2013, Atamisque con Catalpa 2018, mientras que otros buenos Pinot Noir de la zona son Lagarde con Proyecto Hermanas 2018 y El Regalón 2017, de Andrea Muffato.
Tunuyán es el otro punto importante de Uco. Ahí, entre los distritos de Los Sauces, Los Árboles y San Pablo se juega el corazón del Pinot Noir. Destaca el trabajo que hace Salentein con su Reserva 2019 y con Single Vineyard Los Jabalíes 2018; siguen Trapiche Gran Medalla 2016, Cadus Signature Series 2018 y Artesano 2018 y los nuevos Ruca Malen Terroir Series 2019 y Santa Julia Flores Negras.
Más al Sur, en San Carlos, hay un puñadito de Pinot que hablan su propia lengua. Como sucede con Luigi Bosca Grand 2017 y Altocedro 2017, dos joyitas de La Consulta, al fondo del Valle de Uco, junto con Trivento Black Edition 2017 elabora con uvas de Paraje Altamira y Escorihuela Gascón Pequeñas Producciones 2018 de Pampa El Cepillo.
No son los únicos, ya que hay muchos más en al nueva movida, pero sí algunos ricos ejemplares para empezar a beber Pinot Noir.
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