Dice el refrán popular que "el casado casa quiere". Sin embargo, para ser más precisos, deberíamos agregarle "si el casado es de origen aristocrático, castillo quiere". Pues bien, esto es lo que precisamente consiguió Pierre Casiraghi (32), que se ha comprado una fortaleza de quinientos años de antigüedad en la región de Loira, al sur de los Alpes franceses, una de las rutas más pintorescas e impresionantes del mundo en lo que a fortificaciones se refiere. Declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, el castillo de Beauregard, que es como se llama, suponía un gran desembolso de mantenimiento para el conde Patrick de Clarens, su anterior propietario, que intentó por todos los medios no tener que venderlo. Incluso, lo alquiló para casamientos y también subastó Beauregard queda a 100 kilómetros de Montecarlo y tiene 120 hectáreas. El castillo, de 900 metros cuadrados, fue construido en 1470 algunos enseres de gran valor histórico.
Pero de nada sirvió y, finalmente, tuvo que sacarlo al mercado por cuatro millones de euros... y el hijo de la princesa Carolina de Mónaco no dejó pasar la oportunidad. Fue construido en 1470, está situado en la localidad francesa de Mons, a cien kilómetros de Montecarlo, una distancia que le permite a Pierre seguir adelante con sus obligaciones en el principado. La propiedad cuenta con 120 hectáreas y una construcción de 900 metros cubiertos. Según el semanario alemán Bunte, el precio de la fortaleza incluye, entre otras reliquias, un reloj holandés de 1711, una mandíbula de ballena, varios trofeos de caza del siglo XVIII, una gran colección de pinturas, valiosas antigüedadesy una galería de 327 retratos, que es, sin duda, la que mayor interés histórico suscita. A través de esta estancia, uno puede recorrer tres siglos de historia francesa y europea (desde el siglo XIV hasta el XVII). En ella están representados varios monarcas, ministros y otros tantos diplomáticos galos, así como integrantes de la Iglesia, emperadores, príncipes y sultanes de 26 nacionalidades diferentes. Originariamente, en el castillo existía un pabellón de caza que fue muy utilizado por el joven Francisco I de Francia cuando aún reinaba Luis XII, su predecesor, su tío. Sería más tarde cuando Jean du Thiers, secretario de Estado de Enrique II, se convertiría en su nuevo propietario. Tras una meticulosa reforma, en la que se emplearon piedras sobrantes de la catedral de Florencia, la fortaleza adquirió su imagen actual. Estos muros albergaron a un ministro de la Corona, Paul Arde, que residió aquí cerca de medio siglo, así como algunos de sus descendientes. En 1816, el castillo pasó a ser propiedad de la familia de Cheyron du Pavillon, y, casi un siglo después, se abrió al público. También, buceando profundamente en la heráldica, Buntedescubrió que un antepasado de Pierre nació en Beauregard.
De esta manera, el hijo de la princesa Carolina cumple uno de sus sueños más preciados. Desde hace tiempo, luego del nacimiento de sus hijos Stefano (3) y Francesco (que cumple 2 años el 21 de mayo), se había propuesto buscar un lugar campestre donde criarlos y reeditar, de algún modo, los años que vivió con su madre y sus hermanos en Saint-Rémy-de Provence, una comuna que hoy apenas supera los diez mil habitantes. Aquella mudanza ocurrió a comienzos de los 90, tras la muerte de Stefano Casiraghi, cuando Pierre tenía 4 años.
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