"Era innecesario exponer a la perrita a semejante hazaña", pensó Tomás Ceppi esa noche mientras ultimaba los detalles de la expedición que lo llevaría a él y su grupo a la cumbre del Cerro Aconcagua, a 6.962 metros sobre el nivel del mar, la más alta de América. Por eso, sin perder demasiado tiempo, le pidió a un colega guía que se ocupara de bajar a Tina, como la habían bautizado, desde el campamento Colera (a 6.000 mtrs.) hasta el Campo Base.
Pero los planes no salieron como él había imaginado. "Esa madrugada nos llevamos una gran sorpresa. A las 4 am salimos con los clientes hacia la cumbre -Tomás es escalador y guía de montaña y está al frente, hace más de diez años, de su propia empresa, Tomás Ceppi Expeditions. Además trabaja para dos firmas norteamericanas. Dejamos a Tina dentro de la carpa durmiendo cómodamente en mi bolsa de dormir. A las dos horas de haber iniciado la marcha comencé a ver flashes de cámaras de fotos y escuchar risas. Eran integrantes de otra expedición que estaban tomando fotos a Tina. Había despertado y decidido acompañarnos", relata Ceppi (38).
Aunque no es común ver perros en el Cerro Aconcagua y menos desde Campo Base hacia arriba, algunos suelen seguir a los arrieros y mulas cuando ingresan a los valles de aproximación al Campo Base y después quedan perdidos por la zona. Tomás se había cruzado con Tina en la temporada de ascenso de 2013/2014 en el Valle de Vacas, durante el primer día del trekking de aproximación hacia el Campo Base Plaza Argentina.
Tina se sumó al grupo hasta el Campo Base (4.350 mts.) donde ya dormía pegada a la carpa de Tomás. Allí se encuentra montada una suerte de pequeña ciudad de domos y carpas que funcionan para prestar los distintos servicios para la expediciones que buscan ascender el Aconcagua. Algunos pasan toda la temporada trabajando arriba, es un espacio cómodo y cuenta con todo lo necesario para poder pasar una estadía amena. Una vez que se comienza el ascenso hacia los campamentos de altura del cerro ya se deja de lado toda esta infraestructura y solo se cuenta con las carpas de montaña personales, donde los guías, además, cocinan y derriten nieve para agua. Tina pasó los días en altura como asistente de cocina.
Ya en plan ascenso a la cumbre, con cada paso que el grupo hacía, no solo abandonaba la comodidad del Campo Base, sino que, además, las condiciones del cerro se hacían más duras en todo sentido. Aconcagua suele ser un cerro frío y ventoso, donde en un día de cumbre pueden tocar temperaturas por debajo de -20 grados.
"Lamentablemente a Tina le tocó subir como la encontramos. Nunca pensamos en encontrarnos con una perrita y menos en que nos iba a acompañar toda la expedición. Le armamos, con ropa nuestra y bien pegada a mi bolsa de dormir, su camita adentro de la carpa para que durmiera calentita. Una vez que entró en confianza esperaba a que me despertara y saliera de la bolsa para ocupar automáticamente mi lugar".
Tina comía lo mismo que el resto del grupo. Durante los días en el Campamento Base su menú consistió en arroz, polenta o algo que los chicos de la cocina le preparaban. "Una vez que comenzamos el ascenso a los campamentos de altura, se sumó a las comidas de la expedición pero casi siempre prefería la picada de salame, queso y jamón, obviamente dentro de la carpa. Recuerdo que los primeros días en altura, cada vez que le dábamos de comer se alejaba, comía un poco y enterraba el resto. Después se dio cuenta que iba a tener comida igual y empezó a comerse todo", dice entre risas el guía.
Al comienzo, Tomás no tenía la intención de adoptarla ya que creía que iba a alejarse y seguir a otro grupo o a los arrieros de regreso. Pero, a medida que pasaron los días fueron estrechando lazos. El 5 de enero de 2014 llegaron hasta la cumbre del Cerro Aconcagua juntos. "Desde ese momento somos inseparables y es parte de nuestras vidas. Es una perra fiel y compañera. Creo que fue amor a primera vista pero yo me demoré unos días en aceptarlo. Hubo una conexión de amor perro y humano".
De Mendoza a Pilar
Al bajar del Aconcagua, lo primero que hizo Tomás junto a su mujer, fue llevar a Tina al veterinario. Por sus dientes y apariencia les dijeron que le calculaban 1 año y medio. Así que hoy Tina ya es una perrita de siete años. "Tina nos cambió la vida en todo sentido. Es una perra súper compañera, fiel y con un carácter especial. Hoy vivimos en Pilar, Buenos Aires y por suerte tenemos distintos lugares cerca para que pueda estar suelta y correr. Si bien no la llevo cada vez que salgo a la montaña a guiar y trabajar, sí es de la partida en cada viaje que hacemos a la Patagonia o en medio de la naturaleza".
La historia de Tina tuvo un final feliz, pero es importante saber que, al hablar de perros que hacen actividades de alto rendimiento, sobre todo en la montaña, así como las personas se pueden apunar, ellos también pueden sufrir estos efectos de la altura.
"Por eso, es necesario dedicar un tiempo para que puedan aclimatarse antes de seguir subiendo. Ante los primeros síntomas como fatiga, mareos, vómitos, lo ideal es no continuar. La hidratación es fundamental, tanto para nosotros como para nuestra mascota. Además, hay que evitar cambios bruscos de temperatura, ya que el organismo del animal deberá responder a esos cambios de manera fisiológica. Por último, comprender que ellos pueden cansarse físicamente y en algún momento necesitar parar para reponer fuerzas. Jamás se los debe forzar a seguir nuestro ritmo y siempre debemos estar atentos a sus necesidades de descanso durante la actividad", concluye Jorgelina Diez (MP 9548), Médica Veterinaria de Puppis, cadena de tiendas especializada en productos y servicios para mascotas donde actualmente Tina realiza sus consultas y controles.
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