Mientras cumplía el estricto reposo que le habían indicado, pasaba sus días en la cama: leía, miraba series y despuntaba el vicio con algunos escritos que guardaba en un block de notas. "Si bien ya era mamá de Salvador, al poco tiempo perdí dos embarazos consecutivos, eso me entristeció muchísimo. Me obligó a estar en cama un tiempo largo. Pero me dio envión para emerger con mucha fuerza. Porque un día, alguien me recomendó que hiciera algo con mi tiempo de reposo, que canalizara mi dolor en algo productivo. Entonces, se me ocurrió compartir lo que siempre había guardado como un secreto", recuerda Laura Heredia, hija del reconocido cantautor argentino.
Hasta ese momento su tesoro más preciado estaba vinculado al mundo de las fragancias. Jamás había estado en sus planes compartir qué perfume usaba, los quería todos para ella. Pero en ese momento priorizó sus ganas de compartir sus secretos, aprender y encontrarse en las redes con gente que sintiera igual que ella.
"Mi infancia esta llena de recuerdos olfativos. Para llegar a la casa de mi abuela materna había que atravesar el Pasaje Portugal, en el Parque Centenario, que estaba custodiado por dos enormes enredaderas de jazmines. Cada vez que huelo eso recuerdo las ganas de ver a mi Baba y la libertad de hacer lo que quisiera en su casa. Los olores son mucho más recordables que las imágenes. Y conectan con lo mas sensible, a veces sin poder llegar a procesarlo en la lógica. Por ejemplo,yo huelo manteca caliente y me parece estar sentada con mi Baba comiendo fideos moñitos y jugando a la casita robada...los recuerdos olfativos están impresos a fuego y residen en el sistema mas primitivo de nuestro cerebro".
Por otro lado, por el lado paterno, el vínculo con su abuela Antonia iba a dejar profundas huellas en ella. Vivía en Paso del Rey, en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires. "Era una hermosa morocha catamarqueña, de familia muy humilde, que durante el proceso perdió a su única hija mujer (la hermana de mi papá Víctor) y quedó a cargo de su nieta (mi prima). Ese dolor lo llevó toda su vida. Sin embargo era una mujer muy fuerte y amorosa, que no paraba un minuto, y que crió a mi prima con la misma energía y el mismo amor de una mujer joven a una hija. Para vernos, ella me buscaba en Parque Centenario y nos íbamos juntas las tres en tren hasta Paso del Rey. Su casa para mi era un reino mágico y ella una especie de anciana sabia, que habitaba ese espacio lleno de rosales maravillosos, una parra de uva chinche, lanas y crochet".
Lo maravilloso de esa travesía, recuerda Laura, era que, para el viaje su abuela llevaba botellitas de perfumes bien lavados, llenas de agua para refrescarse durante el trayecto. "Parecían joyas más que botellas y aún guardaban el alma de las fragancias. Yo sentía que bebía pociones mágicas. Bebía y olía lo que todavía quedaba de aroma en ellas. Y estoy segura de que eso influyó en mi amor por los perfumes".
Volver sobre los propios pasos
Los años pasaron, Laura guardó en su memoria aquellos recuerdos y, cuando llegó el momento de decidir su futuro profesional, se inclinó por el diseño gráfico. "No encontraba qué estudiar. Me gustaban todas las carreras, pero ninguna demasiado. Siempre sentí que la vida no alcanzaba para hacer todo lo que uno quiere". Las vueltas de su recorrido la llevaron a transitar diferentes espacios de trabajo, hasta que finalmente logró estabilidad como productora de televisión.
Sin embargo, aquellos primeros años de trabajo fueron de profundo aprendizaje. "De esa época tengo un recuerdo muy arraigado en relación al perfume que me compré con mi primer sueldo. Tenía mi plata en la billetera y me quemaban las ganas de comprarme algo a modo premio. Paseando cerca de una perfumería sentí un olor que me atrapó y suspiré con la certeza de querer oler así toda mi vida. Era el Tresor de Lancôme en su año de lanzamiento. Lo compré - y prácticamente me gasté lo ganado- y lo cuidé como un tesoro, que es, justamente, su significado en francés".
Tiempo después tuvo que atravesar las pérdidas y, de aquella experiencia, decidió salir fortalecida. Ese fue el motivo que la impulsó a crear una cuenta en Instagram (@ScentsHunter) donde compartir todo lo que conocía sobre el mundo de las fragancias. "El modo en que fui plasmando el contenido fue muy intuitivo. Sigue siéndolo, solo que mientras la cuenta crecía y mi intercambio social avanzaba, me dediqué a estudiar, leer, asesorarme y buscar mentoreos de maestros en perfumería".
Los primeros posteos los armó en función de los perfumes que ama y de las historias que la unen a ellos. "Mi evolución olfativa (porque a medida que uno estudia el gusto se vuelve mas amplio y exquisito a la vez), es una herramienta muy compartible, y cuento sobre lanzamientos, creadores y artes olfativas. Básicamente empecé a compartir lo que a mi me hubiera gustado encontrar en una cuenta en Argentina y nadie lo hacía. Acumulo ideas en un block de notas. Tengo entrevistas hechas a los mejores perfumistas del mundo y también a los referentes argentinos. El tiempo no siempre es mi amigo. Pero nos llevamos bien. Me las arreglo".
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Legado familiar
Mercedes Moran, Érica Rivas, Carolina Peleritti, Karina Mazzocco, Ana Torrejón, grandes empresas de perfumería internacional y muchas influencers, bloggers de perfumes, perfumistas internacionales y grandes e importantes marcas figuran entre sus seguidores.
El trabajo y el amor dedicado a cada uno de sus posteos la llevó a ser nombrada miembro honorario del Museo del Perfume y galardonada como crítica olfativa en 2019. Además, hace dos años, inspirada en la teoría de la optimización del espacio, creó un espacio de intercambio de perfumes usados para desprenderse de aquello que ya no se usa y darle un nuevo valor a ese objeto. "El perfume se relaciona tanto con el estado de ánimo de cada uno que a veces pasa que en un momento del día te atrapa una fragancia pero, cuando llegás a tu casa ya no la aguantás más. Para ese tipo de situaciones el intercambio fue ideal. Mucha gente intercambió perfumes casi nuevos por otros que nunca había probado. Ideal para momentos de poco ingreso económico".
Haciendo un balance de su vida, hoy, a la distancia, Laura entiende que su hijo Salvador fue un milagro y le dio un sentido a la maternidad en su vida. "Cuestioné muchas veces no haber tenido otros bebés. Y un día entendí que mi hijo es el gran regalo. Que él es la excepción y que hay que vivir en el agradecimiento. Cuando uno se convierte en madre o padre las cosas se reversionan porque se vuelve muy real lo intenso que es criar hijos. Las prioridades se organizan prácticamente solas. Y no hay olor más rico que el que une al bebé y su mamá. La relación con mi viejo es de mutuo respeto, amor y admiración. No hay padres perfectos. Pero el mío esta ahí, casi que lo es. Sé que tuve mucha suerte. Amo mucho a mi viejo. Es una gran padre, poeta, cantor, escritor, cheff, amigo, consejero y abuelo. Siento orgullo de ser una Heredia, por mi abuela Antonia y por mi padre".
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