Perdió a su mamá a los dos años, soñaba con conocer dónde vivió y su papá lo hizo posible: “Es la nena más feliz del mundo”
Ernesto Raffo mostró en TikTok el instante en que le cumplió el deseo a su hija “Willy”; en diálogo con LA NACIÓN reconstruyó el emotivo momento al volver al hogar donde vivió junto a Betina
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Las redes sociales conectan a los usuarios de todo el mundo. En ellas se comparten todo tipo de historias: alegres, tristes, que llaman a la reflexión o que sirven para concientizar y generar empatía. Ernesto Raffo tiene 39 años y en las últimas horas publicó en TikTok una vivencia personal que conmovió a todos sus seguidores.
En junio de 2020, su esposa Betina y madre de su hija, Guillermina, murió a raíz de un cáncer de mama, un cuadro que tuvo vaivenes y que, finalmente, hizo metástasis y se agravó.
Al día siguiente de esta gran pérdida, Ernesto entendió que su vida acababa de dar un giro radical y que no podía permitirse bajar los brazos por el bienestar de su hija Guillermina, su faro en este mundo. “Al fallecer durante la época de Covid, no había velatorio, entonces nos juntamos en casa con mis dos hermanos y la mamá de Betina, su abuela materna, para explicarle a Guille que mamá murió”, recordó Ernesto, en diálogo con LA NACION.
En 2020, Guillermina tenía 2 años y debió comprender, a su manera, que su mamá abandonó este mundo para ser “una estrella más en el cielo”, como le explicó su padre, en compañía de su familia. “Ella nos dijo ‘ok’, se dio media vuelta y siguió con sus juguetes, mucho no lo captó a esa altura”, agregó.
“No hay material didáctico para explicarle a una nena de su edad qué es la muerte. Aunque contamos con la ayuda de una psicopedagoga, al día de hoy no puede entender lo que es el cáncer, no sabe aún lo que es nacer o morir, menos le voy a poder explicar qué conlleva esta enfermedad”, sintetizó Ernesto.
Unos meses después, Ernesto se realizó unos chequeos médicos y vio que su obesidad empezó a modificar algunos parámetros en su salud. En ese momento, la cabeza le hizo un click. “En un análisis me dio mal un valor y no quería que mi hija pierda a su mamá y también a mí, no la podía dejar sola”, reconoció. A partir de ese momento, perdió 37 kilos y entendió que el camino hacia la sanación estaba en su celular. Y que no solo era por él, sino también para poder ayudar a los demás. La resiliencia comenzó a ser una vía ardua, con altibajos, que se alimentaba de la sonrisa de su hija en cada viaje en auto hasta el colegio.
La viralización, un método para sanar
Uno de los tantos contenidos que se pueden ver en su cuenta de TikTok es el sueño que le cumplió a su hija Guillermina, quien le pidió a su papá, mientras este manejaba su auto, conocer la casa donde vivió su mamá. “Ahí fue el puntapié inicial. Me quedó el contacto de Ivana, la dueña de la casa, y le dije que ella quería conocer el departamento. Al instante, accedió al pedido y de sorpresa, un día viernes, la pasé a buscar por el colegio y la llevé a que la conozca”.
Al recorrer las instalaciones, Ernesto ofició de guía turístico para mostrarle a su pequeña hija cada parte del hogar que supo compartir con Betina, repasó las obras que la mujer y su padre -abuelo materno de Guille- hicieron en los ambientes. Pese a que la nueva dueña del lugar cambió los colores de algunas paredes, nada opacó los recuerdos. Como anfitriona, Ivana le preparó una merienda a la niña y la visita concluyó.
La repercusión fue inmediata. Y Ernesto comenzó a recibir un montón de mensajes de casos similares en su casilla de mensajes de Instagram. De esta manera, el hombre entendió que existen muchísimas historias de vida similares a la suya en el país y en el mundo. “Me contactó hace poco un nene de 16 años preguntándome cómo ayudar a su mamá, que le diagnosticaron cáncer de mama”, comentó y contó que le explicó que lo aconsejable es “quedarse siempre a su lado”. De todo lo demás “se encargan los médicos”.
Luz, cámara y acción
Actualmente, son 70 mil los usuarios que lo siguen en TikTok. Allí Ernesto decide contar su vida sin filtros o “a los golpes”, como él lo califica. En la última década, el influencer tuvo que superar las adversidades que lo pusieron contra las cuerdas, como la pérdida de sus seres queridos.
En este sentido, las redes sociales, que para muchos se vuelven una vía de distracción, para él oficiaron de guarida, como una herramienta de contención. “Siempre tuve las ganas de empezar a contar mi vida. De poder transmitir que se puede, yo enviudé, tengo una chica de 5 años y salí adelante. Guille es la nena más feliz del mundo. Me llegan mensajes al Instagram de gente llorando, agradecidos por lo que transmito”, reveló y reflexionó: “Cuando miro para atrás nunca tuve un Ernesto a quien mirar en la vida”.
El contacto finaliza en el punto de partida: él está en el auto con su hija. Mientras no paran de llegarle notificaciones, Ernesto divide su vida entre su rol como papá, el de influencer y también como comerciante de productos de coctelería, su principal ingreso para mantener a Guillermina. Mientras tanto, con tan solo 5 años “Willy” reconstruye la vida de su mamá, su identidad, para continuar forjando la suya.
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