Pensamientos obsesivos: ideas prácticas para saber qué hacer con ellos
Hoy, debido a las circunstancias que todos estamos atravesando, sentimos incertidumbre, una sensación de "no saber". Al no tener conocimiento sobre lo que vendrá, elaboramos hipótesis. Pero hay una diferencia entre miedo y ansiedad.
El miedo es focalizado, mientras que la ansiedad es ambigua: "No sé bien por qué, pero estoy preocupado". La ansiedad se establece de la siguiente manera:
¿Qué sucederá?
¿Qué pasará con mi trabajo?
¿Cómo será el regreso a la vida cotidiana?
Frente a cada pregunta, existe una respuesta catastrófica: "No puedo"; "Me va a ir mal"; "Me van a despedir del trabajo"; etc. Dicho circuito de preocupación se instala en forma de ideas torturantes. La persona no vive un proceso de reflexión, sino que se angustia. Su pensamiento circular hace que, al analizar la situación una y otra vez, sufra parálisis emocional. Este círculo sin fin le genera mucha angustia.
Qué podemos hacer
Los pensamientos obsesivos son aquellos que irrumpen en nuestra mente y nos provocan angustia. Por ende, los consideramos intrusivos, sin sentido y, aunque nos damos cuenta de que no nos resultan útiles, no logramos evitar su aparición. Cuanto más luchamos para vencerlos, superarlos y quitarlos de nuestra mente, más se enquistan y más fuerza adquieren.
Analicemos entonces qué podemos hacer con las ideas obsesivas:
- Imaginemos un juego de mesa con piezas verdes y amarillas. Si comparamos nuestros pensamientos con las piezas, las verdes serían aquellos pensamientos que son positivos; mientras que las amarillas, los que son negativos. "¿Quién soy yo?", nos preguntamos todos, en relación con esto. Algunos creen que son las piezas verdes y otros, las amarillas. En realidad, yo soy el tablero y tengo la capacidad de auto-observarme. Somos más que nuestros pensamientos. Podemos escudriñar lo que estamos pensando. Si digo: "Soy un caos", esas palabras retumbarán fuertemente en mi estima. En cambio, si expreso: "Estoy teniendo el pensamiento de que mi vida es un caos", notaré que soy capaz de tomar distancia de esa idea.
- Nadie es su pensamiento. Todos podemos colocarnos en el lugar de "observadores" de nuestros pensamientos. Podríamos denominarlo el "yo profundo" o el "espíritu". Yo no soy lo que pienso. Esta distancia nos ayuda a disminuir el nivel de ansiedad. Una cosa es expresar: "No sé nada"; y otra muy distinta, es decir: "Estoy teniendo el pensamiento de que no sé nada". De ese modo, logro distanciarme y convertirme en el observador de los pensamientos que tengo. Permito que circulen por mi mente, pero ya no lucho contra ellos, ni les tengo miedo. Por último, estos pierden fuerza y son simplemente lo que son: ideas.
Te invito a observar el siguiente gráfico:
De un lado hay una persona de pie y, del otro lado, se encuentra el monstruo de la ansiedad. En el medio hay un pozo y una soga de la que ambos están tirando. La preocupación nos tironea hacia su lado: "¿Cómo vas a hacer?; ¿Qué va a ocurrir con tu empleo?; ¿Y si se prolonga la cuarentena?". Entonces, ¿qué debemos hacer para no caer en el pozo? Básicamente llevar a cabo dos acciones:
- Soltar la soga. Cuando suelto la soga, dejo de luchar contra los pensamientos de ansiedad. Es normal experimentar pensamientos obsesivos, pero no se debe luchar contra ellos sino, más bien, tomar distancia, observarlos y, así como llegaron, se marcharán.
- Establecer un horario fijo para pensar nuestros problemas. Podemos pautar un tiempo diario para sentarnos a pensar y anotar qué podríamos hacer frente a ellos. Es decir, posibles soluciones que seremos capaces de poner en marcha. Al verlas por escrito, tendremos la oportunidad de comenzar a realizar un pequeño cambio. Cuando uno sabe que dispone de un espacio para pensar posibles soluciones, acepta que tiene un problema, pero no se resigna a este. Aceptar no es resignarse, sino decir: "Tengo un problema (del tipo que sea) y lo acepto, pero me paro en aquello que puedo hacer para avanzar y dejarlo atrás".
Para concluir, la actitud ideal que podemos adoptar para superar una obsesión consiste en relajarnos, siendo conscientes de que es imposible tener todo bajo control. Una pequeña dosis de incertidumbre puede llegar a jugar a nuestro favor. No es necesario que nos analicemos a nosotros mismos; lo mejor es darnos permiso para que surjan nuestras obsesiones mentales, lo cual quiere decir que les permitamos seguir su curso, sin emitir juicio alguno.
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