Patricia Sosa
Fue una de las voces femeninas más emblemáticas del rock en los años ochenta, cuando cantaba en el grupo La Torre. Desde hace años está abocada a la canción melódica, y este mes presentarásu nuevo disco, No me dejes de amar, en el teatro Opera
1 – Sé que no era feliz cantando en La Torre. Me ponía una careta. Disfrazaba las palabras de rock and roll cuando en realidad quería decir otra cosa. Después, aprendí a no temerles a las palabras. Era un prejuicio de los de mi generación, que creíamos que cantar en castellano o ha-cer canciones melódicas era grasa.
2 – De mi experiencia en La Torre aprendí que no me gusta el vértigo. Que uno debe elegir con quién trabaja y nunca debe dejarse llevar por presiones. Durante esa época fui la mujer más sola del mundo. Salía meses de gira y es muy feo estar sola en los hoteles, sin tener a nadie con quién tomar un café. Mucho menos con gente de la banda.
3 – Sé que el mercado discográfico es cruel para las mujeres. Cuando yo empecé a buscar compañía discográfica para grabar como solista, la primera respuesta que tuve fue ésta: “Mujeres ya tenemos”. A lo que yo respondí: “Y vacas y perros, ¿tam-bién tienen?” En esta profesión, las mujeres tenemos la obligación de no envejecer. Cosa de la que yo jamás me voy a privar, porque no puedo y no quiero.
4 – Del rock and roll aprendí a enfrentar públicos difíciles, pero también aprendí que esa violencia, a veces, es provocada por el mismo artista. He visto chicos que venían viajando colados en trenes desde el norte argentino, a ver a sus ídolos, y también vi que sus ídolos mucha bolilla no les daban.
5 – No es verdad que los hijos dependan de una toda la vida. Una depende de ellos. Tengo una hija, y te sale un corazón nuevo al lado del viejo, más virgen, más bobo, más cauteloso.
6 – La fama es enemiga del arte. No hay que tener miedo de dejar cosas, de cambiar. Yo estaba en un buen momento con La torre y me fui; empecé a cantar sola, me iba bien, y en 1997 dejé de cantar y me puse a hacer televisión. Ahora, luego de seis años sin grabar, estoy de vuelta con mis canciones. El arte es movimiento, y hasta la involución forma parte del arte.
7 – Aprendí a no ocultar mi propio romanticismo. Soy tan recontrahiperromántica que puse en mi altillo el piano y tengo un techo de vidrio para mirar la luna cuando toco.
8 – Sé que es muy difícil vivir conmigo. He aprendido que no se le puede pedir al otro que te ame como vos querés, sino que te ame como pueda.
9 – Sé que hay pocos lugares mejores para pensar que manejando en la ruta. Es como que uno va cortando una tela muy dura y puede separar las cosas.
10 – Sé que esto es natural en mí: el mundo se puede venir abajo y yo me tiro en el pasto, miro el cielo, y digo, como decía San Francisco: “Esto también pasará”.