Directa, sensible y locuaz, la modelo y actriz hace un repaso por su carrera profesional y habla sin filtros de sus (des) amores, el rol del feminismo, el peso de la mirada ajena y su pasión por su vocación actual: la música
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No despotrica sobre su pasado, pero reconoce que le cuesta despegarse de la imagen de femme fatale que forjó a finales de los 80 con la recordada publicidad de jeans en la que se cambiaba la ropa dentro de un ascensor. Dueña de una belleza que el paso del tiempo no logró alterar, Patricia Sarán reparte sus días entre sus dos pasiones: los animales y el canto. Dice que quiere dejar atrás “la imagen frívola y vacía que Juana Molina quiso instalar” sobre ella y casi como un mantra repite “no soy solo una rubia linda”. Está decidida en dar a conocer, a través de sus canciones, su “verdadera esencia”. Al mismo tiempo, cuestiona el rol del feminismo: dice que también existen “hombres maravillosos y mujeres de porquería” y no se muerde la lengua al momento de dar ejemplos.
“Perdón que te hice esperar, pero se me juntó todo. Recién vuelvo de ayudar a agarrar un gato para castrarlo. No llegué ni a maquillarme y encima me salieron dos granos por el chip ese...¿se notan?”, dice.
-¿El chip?
-Sí, el chip sexual. Me lo recomendó una amiga famosa para mejorar mi calidad de vida: “Tené cuidado porque vas a salir a la calle y te vas a querer comer el mundo”, me dijo. A ella le funciona bárbaro, pero a mí no me hizo efecto... ¡y encima me salieron dos granos!
Para empezar a hablar de una de las mujeres que marcó la década de los 90, es preciso remontarnos a la publicidad que la catapultó a la fama. Sarán subía a un ascensor y se cambiaba la ropa dentro de la cabina. Era pura sensualidad. “Una agencia internacional me contrató para hacer el aviso del jean, pero cuando vi la idea respondí que no. Lo que proponían era muy parecido a una publicidad de Gatopardo que había hecho Susana Giménez. Les dije que yo les iba a hacer una propuesta mejor. En ese tiempo estudiaba Derecho en el Salvador. Un día tenía que salir antes de la clase porque no llegaba a un desfile, entonces me metí en el ascensor que era para los profesores, lo trabé entre dos pisos, y me cambié. Demoré poco, pero cuando salí del ascensor había gente esperando. Un profesor me miró sorprendido: “¡¿Sarán?! ¿Es usted?”. Quedó impactado porque me vio producida, muy distinta a la nena de cara lavada que solía ver en clase. Así se me ocurrió la publicidad. Con el aviso del ascensor exploté como figura”, cuenta Sarán. La publicidad, que luego grabó con un amigo, ganó el Lápiz de Platino.
-Pero tu carrera como modelo comenzó mucho antes de subir al ascensor. Empezaste muy joven.
-Sí, a los 14 años. Mis papás me dieron plata para ir a cortarme el pelo, algo así como dos lucas de hoy. Fui a Andrea, mi peluquero, y me dice: ‘¿Vos querés que, en lugar de cobrarte dos mil pesos, yo te pagué a vos diez mil?’. Y yo respondí: ‘¿A quién hay que matar? Obvio’. Me llevó a un desfile y me cortó el pelo en vivo. La gente de Fiorucci me vio y me contrató. Encima, pagaban en dólares.
-Después llegó “La noche del Sábado”, de Gerardo Sofovich
-Entré a trabajar con Gerardo de casualidad. Fui al casting con colita en el pelo y la cara lavada, para acompañar a una amiga de la facultad que quería ir a trabajar con él. Había muchas chicas, todas estilo ‘vedetongas’, yo parecía Heidi. En un momento aparece Gerardo, me señala y dice “Vos”. Pensé que llamaba a mi amiga... ¡pero era a mí! Le dije: “Yo no vine a esto”. Y Gerardo me respondió: “Yo no te pregunté eso, vos estás adentro”. Nos conocimos peleando. Y así fue nuestra relación: como los dos somos piscianos, nos agarrábamos todo el tiempo, pero nos adorábamos.
-¿Cómo era relación entre ustedes?
-Él tenía un trato diferencial conmigo, nunca fui una secretaria más. Con la publicidad del ascensor mi carrera explotó de golpe y a él eso no le gustó. Yo siempre voy a estar agradecida con Gerardo porque él me descubrió, pero tenía un carácter muy fuerte. ¡Quería que me casara con su hijo Gustavo! Yo no lo quería dejar, pero él quería manejarme la carrera... Trabajé cuatro años con él.
‘De rubia linda ya no quiero hacer más’
A principios de los 90 le llovieron todo tipo de propuestas laborales. Actuó en Amándote, con Arnaldo André. Después protagonizó películas con Guillermo Francella y Emilio Disi. Quizá, la más memorable, fue Bañeros 2, la playa loca. A la par, empezó a estudiar actuación con Lito Cruz y Carlos Moreno. Después tomó clases de teatro con Luisina Brando, Julio Chávez y Augusto Fernándes. “Terminé la cursada de Abogacía, pero me quedaron tres materias sin rendir ”, confiesa.
-En aquél tiempo estabas en pareja con un psiquiatra. ¿Cómo afectó a tu relación que, de pronto, te convirtieras en una de las personas más deseadas del país?
-Duramos 12 años. Pero a él no le caía nada bien que hiciera publicidades, no le gustaba que fuera a grabar Amándote y mucho menos gracia le causó cuando estuve dos meses en Mar del Plata con Guillermo Francella y Emilio Disi. Yo lo entendía porque él no era del palo y, además, tenía dos hijos chiquitos.
-Hoy la sociedad se cuestiona aquellos tiempos en los que se rendía culto a la imagen y se cosificaba a la mujer ¿Lo sentiste así?
-La verdad es que no me sentí cosificada. Yo siempre hice lo que quise. Hacía colaless en Punta del Este y nunca me sentí víctima de eso. Pero, es cierto, en un momento me cansé. Si bien entré al medio por la belleza, yo sentía que tenía más para ofrecer. Había estudiado Abogacía, también unos años de Psicología. Fue como que en un momento dije: ‘Todo muy bien, pero de rubia linda ya no quiero hacer más’. Por eso, cuando me llamaban para trabajar, les decía: “¿No hay un papel de linda renga? o ¿Linda alcohólica?”. Me dije ‘no los necesito’ y empecé a hacer mis propios programas: Saber Elegir y Dansarán.
-¿Lograste satisfacer tu inquietud intelectual?
-Empecé con mis programas y después con la música. Luisina Brando tenía un partenaire de canto, Rodolfo Valss, y me puse a estudiar con él. Desde hace 15 años que compongo mis canciones. No soy feminista, pero defiendo a la mujer del sistema patriarcal. Siempre defendí a los desprotegidos: primero rescatando animales y después con las letras de mis canciones, dedicadas a las mujeres.
-¿Creés que la Argentina es una sociedad patriarcal?
-Sí, aunque hay hombres maravillosos y mujeres de porquería. Cuando Viviana Canosa dice “¿Dónde está el patriarcado?” yo me pregunto “¿En qué país vive esta chica?”. Me extraña que una persona que se dice periodista tenga una mirada tan sesgada de la realidad. Que ella mande a su hija a un colegio francés o que no le haya pasado a ella, no quiere decir que los homicidios y la violencia contra las mujeres no exista. Ella hace un personaje, como cuando estaba con el pelo colorado. No la veo auténtica. Decirle a las señoras de la marcha que se vayan bañar y se depilen me pareció una falta de respeto. Para hablar de otras personas, en especial mujeres, tenés que primero ponerte en sus zapatos.
“Lo de Juana fue un acoso”
-¿Juana Molina te pidió disculpas alguna vez?
-¿En qué sentido?
-Por su personaje, “Marcela Balsam”, que estaba inspirado en vos. Hoy encuadraría perfectamente en un caso de bullying.
-Yo ahora lo puedo decir: Juana siempre tuvo una actitud muy lésbica conmigo. No tengo nada en contra de las lesbianas, pero no me gustan las mujeres. Y creo que eso ella no se lo pudo bancar.
-¿Juana Molina te declaró su amor?
-No directamente. Ella me tiraba onda, me tiraba la mano, y ahí me di cuenta de que la cosa iba por otro lado. Fue como un acoso... ¿viste un varón al que no le das bola? Igual. Pero el rollo lo tenía ella. ¡Y yo ni en pedo agarraba esa papa caliente! Mirá, es muy raro que yo me ponga a criticar a alguien, por eso prefiero no hablar de ella. Pero sí puedo decir que hubo programas que hoy atrasarían, que no los vería nadie.
Violencia de género
A Sarán le duele la violencia de género “en todas sus formas”. Dice que muchas veces defendió a compañeras que sufrieron acoso. Incluso dice que lo sufrió en carne propia durante su separación de Carlos Alberto Rebuffo, dueño de la cadena Rodizzio, a quien denunció ante la Justicia por ocultamiento de los bienes conyugales. Luego de casi una década de litigio, Sarán ganó el pleito. “¿No es violencia, acaso, que de la noche a la mañana te quedes sin nada porque te sacan todo? Él no se quería separar y me dijo: ‘Si te separás, te vas con lo puesto’. Por eso me puse a escribir y a cantar. Eso me ayudó mucho a superar la depresión”.
-Lograste llevar tu carrera lejos de los escándalos, algo raro en el ambiente. Pero tuviste que atravesar un duelo público cuando tu ex marido, Carlos Alberto Rebuffo, se suicidó en la clínica psiquiátrica en la que se encontraba internado.
-Yo tuve una vida muy complicada con el tema muerte. Desde muy chiquita sufrí mucho con eso. Cuando tenía 9 años mi mejor amiga se tiró debajo de un tren. Mi novio, con el que había estado 7 años, se mató en un accidente automovilístico justo antes de casarnos. Mi papá falleció de un infarto delante mío. Creo que eso me hizo fuerte. Por eso es muy raro que me pelee con alguien, porque trato de darle a las cosas la importancia que tienen.
-Hace poco trascendió que saliste con Ricardo Arjona.
-Sí, estuve con él en Mar del Plata, mientras yo hacía teatro con Analía Gadé y Marta González. A mí me encantaba Arjona. Y si bien conocía todos sus temas, no lo tenía físicamente. Estaba cenando en un restaurante con mi papá y entró él. Imposible no mirarlo. Alto como de dos metros. En momento se acercó a mi mesa y le preguntó a mi papá si yo era su pareja. Como le dijo que no, me invitó a salir del restaurante para hablar y me empezó a cantar pedacitos de sus canciones. Yo no lo había reconocido, así que le pregunté: ‘¿A vos también te gusta Arjona?’. A lo que me respondió: ‘¡Soy Arjona!’. Al día siguiente me invitó a verlo al teatro. Fui y salimos. Después me pidió que lo acompañe en la gira, pero cuando vi lo que generaba él en las mujeres dije que no, era insoportable. Eso también lo vi con Luis Miguel.
-Arjona y Luis Miguel. ¿No saliste con ningún político?
-No, jamás me metería con un político. ¿Propuestas? Sí, tuve un montón. Te llama un secretario o alguien de su entorno para proponerte. Hablando a calzón quitado, y que acá que no se ofenda nadie, aunque si se ofenden me importa nada: en el medio se sabe quién es una mina para salir, cuáles toman droga o son gato. Se sabe. Y se sabe que Patricia Sarán no va a dar bola.
-¿Algún admirador se obsesionó con vos?
-Una vez me pasó algo muy feo. Me acosó muy mal un tipo, fue algo de terror. Me llegaban regalos y a mi novio le robaron la moto. ¿Viste que en las cartas españolas hay un un príncipe con un caballo? Me llegaba esa carta con la cara tachada con sangre y un anillo. También me llamaba por teléfono a mi casa y me decía ‘qué lindo te queda el gris’... ¡y yo justo tenía algo gris puesto! El tipo se había alquilado un departamento frente a mi casa desde donde me miraba. Hasta fue a tomar clases de yoga con mi mamá para meterse en mi mundo. Fue espantoso. Terminó preso, pero tuve que contratar un investigador privado.
-También se te vinculó con el hijo del expresidente Carlos Menem, Carlitos Junior.
-Junior estaba muy enamorado de mí. Yo estaba casada y él pasaba por encima de casa con el helicóptero. Menem me decía: ‘Me lo tenés loco al muchachito’.
-¿La maternidad nunca te interesó?
-No quise, pero por un tema personal. Yo siempre fui muy madre de mis hermanos y de los hijos de mis parejas. Me ocupaba mucho. Fue una decisión personal. En mi adolescencia estudié unos años en Europa y ahí el pensamiento es otro. Hoy cambió un poco, pero me acuerdo cuando Cristina Pérez, la periodista, dijo que no quería tener hijos... fue como escándalo. Y a veces uno no quiere. Son decisiones personales.
“Soy una persona muy sensual, pero no sexual”
Sarán se jacta de darse cuenta cuando alguien se acerca a ella por interés. “A los cinco minutos me doy cuenta. Por eso conservo mis amistades de siempre, porque con ellas yo no soy ‘Patricia Sarán’, soy Patri o Pato. Cuando los tipos te idealizan, se arman una imagen tuya equivocada y eso te genera un vacío existencial espantoso. Yo soy una persona muy sensual, pero no muy sexual”.
-¿Cómo es eso?
-Claro, tengo el karma de que los tipos me ven y no se qué piensan... que voy a sacar un rebenque... Creen que soy una tigresa y yo solo pienso: “Flaco, la desilusión que te vas a comer”.
A modo de ejemplo, Patricia cuenta entre risas una experiencia: “Había un tipo muy buen mozo, conocido de uno de mis amigos, que me encantaba. Un día mi amigo me dice: ‘Hace diez años que te ve en todos mis cumpleaños y se muere por vos’. Una noche, después de una comida, se ofreció a llevarme a mi casa... y pasó algo horrible. Llegamos a mi departamento, lo invito a subir y cuando estamos en el ascensor me dice: ‘¿No me harías el aviso del ascensor acá?’. Fue espantoso. Le dije: ‘Flaco, para mí vos estas muerto. ¿De verdad pensás que eso me enamora?. Sos un pelotudo importante’. No sé, la gente piensa que yo llego a mi casa y me saco el jean en el ascensor. El que se acerca a mí por el personaje se va a desilusionar, te lo firmó acá”.
-Bueno, a modo de advertencia, para cualquier candidato desprevenido, ¿cómo te definirías?
-¿En serio querés que te diga? En realidad, soy una persona muy tímida. Muchas veces hablo de más para que no me pregunten cosas, por eso no me gustan mucho los reportajes. Estoy entrenada para disociarme entre Patri y el personaje.
-Debe ser agotador...
-Sí, pero es una manera de defenderme.
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