Aún debería estar presa. Fue condenada a veintiséis años de prisión, pero quedó en libertad después de cumplir dieciséis. Obtuvo semejante beneficio por haber sostenido una "buena conducta" durante el encierro. Un tribunal le ofreció salir antes, en 2011, a cambio de hacer trabajo comunitario, pero ella rechazó la oferta con una respuesta contundente: "Prefiero quedarme en mi celda y regar mis plantas. No he trabajado un solo día en mi vida y no pienso comenzar ahora", se excusó. Así como en los años 70 y en la primera mitad de los 80 se presentaba como "lady Gucci", durante el encierro se autoproclamó "reina de San Vittore", en alusión a la cárcel donde cumplió su pena.
En Italia todos conocen la historia de Patrizia Reggiani (71). La llaman la "viuda negra de la moda", ya que mandó asesinar a quien fuera su marido durante doce años, el último descendiente de Guccio Gucci que presidió la empresa familiar. Asesorada por una vidente napolitana relacionada con la camorra, contrató un sicario que le disparó tres veces por la espalda. Pagó 400 mil euros por el atentado. El 27 de marzo de 1995, el cuerpo de Maurizio Gucci cayó sin vida frente a la puerta de Via Palestro 20, una de las zonas más lujosas de Milán, donde están los headquarters de Gucci. Con mantilla negra y envuelta en un llanto desconsola-do, Patrizia acompañó a sus hijas Allegra y Alessandra en el funeral de su padre. Dos años más tarde, cuando el crimen parecía quedar impune, la vidente (llamada Pina Auriemma) habló de más y Patrizia terminó en el banquillo de los acusados. Si bien siempre sostuvo su inocencia, en el debate se confirmó que el móvil del asesinato no fue el dinero. Patrizia, que había heredado una fortuna de su padre, veía que su status social y la herencia de sus hijas se veían amenazados tras conocerse que Maurizio planeaba casarse con su nuevo amor, Paola Franchi. Jamás dejaría que otra mujer fuese llamada "lady Gucci".
Al mismo tiempo que dictó sentencia, el juez emitió un fallo que sorprendió a todos: ordenó mantener el acuerdo de divorcio que Patrizia y su ex marido firmaron en 1993, dos años antes de que ella mandara asesinarlo, por el cual continuaría recibiendo una pensión de un millón de euros cada año incluso durante su estadía en prisión.
Desde que obtuvo su libertad, en 2013, se convirtió en asesora de la marca de joyas Bozart. Jamás regresó a la prisión, a la que llama "residencia San Vittore". Sus hijas no volvieron a recibirla y no le permiten ver a sus nietos. Patrizia dice que, si el problema es su pensión, ella es capaz de renunciar a su millón de euros anual con tal de reunir a la familia. Pero pone dos condiciones: que le presten el velero familiar, conocido como Creole, y que la dejen vacacionar en la mansión de los Gucci en Saint Moritz, llamada L’Oiseau Bleu, y que le permitan ver a sus nietas.
En noviembre de 2016, concedió una entrevista a la agencia Ansa en la que sostiene su inocencia: "No soy culpable. No soy culpable porque no ordené el asesinato de Maurizio. Pero tampoco soy inocente porque, debido a mi comportamiento, a veces decididamente ingenuo, involuntariamente puse en marcha una cadena de eventos que luego llevaron a la muerte de mi marido", dijo.
En noviembre de 2019, el director Ridley Scott anunció que volvió a poner en marcha su proyecto sobre la película Gucci, que comenzó en 2009 y abandonó tras un reclamo judicial de la familia. Ya está confirmado que quien interpretará a la "viuda negra de la moda" será Lady Gaga.
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