Patear el tablero con un proyecto propio
Hace algunas semanas conocí a una pareja dueña de una historia encantadora. Gastón Frydlewski y Mariquel Waingarten tenían una vida de lo más mainstream. Él trabajaba en J. P. Morgan & Chase; ella manejaba Tailor Made Hotel, su propio hotel boutique en Cañitas. Pero un día decidieron patear el tablero. Entonces nació Hickies. La idea original le surgió a Gastón, a los 21 años. Resulta que a él no le gustaba atarse los cordones. Y rápidamente se dio cuenta de que había mucha otra gente que compartía su frustración: desde niños que no saben cómo hacerlo, hasta deportistas que tienen que interrumpir su actividad para atarse las zapatillas. Hickies es entonces una propuesta tan simple como efectiva: un reemplazo a los cordones tradicionales, fabricado con un sistema dinámico de elastómero y tecnología memory-fit, que responde al movimiento de los pies y permanece siempre en el mismo lugar.
Hasta acá, una linda historia de emprendedurismo. Pero cuidado, que no es apta para ansiosos: desde que Gastón soñó con Hickies hasta que efectivamente creó la compañía pasaron ni más ni menos que diez años. "Nos casamos en el año 2011. Por nuestros respectivos trabajos, al final del día nos veíamos un par de horas y nos íbamos a dormir muertos de cansancio. Yo creo que la sociedad está mal diseñada: uno trabaja todo el día para la familia, pero no pasa nada de tiempo con la familia", resume hoy Gastón.
Fue así como ambos decidieron mudarse a Nueva York para darle vida a Hickies. "Nueva York es una ciudad que concentra las oficinas de los principales fondos de inversión, marcas de indumentaria y prensa internacional. Identificamos, además, que el mundo de la moda integraba cada vez más deporte y ocio, pero a la vez no innovaba en la categoría de accesorios de calzado", aseguran los mentores del proyecto.
Los comienzos fueron en una oficina prestada en Manhattan, con muy pocos recursos para dar el puntapié inicial. Arduo. Lanzaron la compañía en Kickstarter -una plataforma de crowdsourcing- y consiguieron su primera gran cuenta: Brookstone.
Fue entonces cuando se mudaron a un espacio compartido en Brooklyn. "Descubrimos que ahí hay una comunidad emprendedora que va a ser responsable de los próximos cambios radicales en el mundo de los negocios", cuentan Gastón y Mariquel, entusiasmados. "Al ser una estructura chica teníamos flexibilidad para reaccionar. Al poco tiempo de abrir, por ejemplo, nos enteramos de que el 50% del tráfico de nuestra Web venía de Japón. Concluimos que se debía a que los japoneses acostumbran a sacarse los zapatos cada vez que ingresan a un lugar. A los 5 meses estábamos vendiendo ahí, y en Korea", agrega Mariquel.
Y si de cifras inspiradoras se trata, presten atención: Hickies se lanzó a fines de 2011 y se vendieron 10.000 pares en los primeros 30 días. Hoy tienen presencia en 34 países (incluido la Argentina), oficinas en Nueva York y Suiza, y llevan vendidos más de 2 millones de Hickies. Lo que se dice un boom. ¿A qué se lo atribuyen sus creadores? "Nos lanzamos al mercado en el momento justo, cuando marcas como Nike o Adidas están enfocadas en customizar las zapatillas", sentencia Mariquel. Dicen que todo es una cuestión de timing. Y claro, de mucho amor.
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