Abi Morgan debió atravesar un duro momento tras la recuperación de su pareja, Jacob Krichefski, quien no la reconoció por mucho tiempo; los médicos le diagnosticaron el Síndrome de Capgras
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Abi Morgan, reconocida guionista británica de películas como La dama de hierro y Las sufragistas, recuerda la conmoción que sintió cuando su marido despertó de un coma inducido y no la reconoció: “Pensaba que era una impostora”.
Su pesadilla comenzó en junio de 2018 y como la mayoría de las historias de catástrofes y pérdidas, lo hizo en un día como cualquier otro. Su ahora marido, el actor Jacob Krichefski, que padece esclerosis múltiple diagnosticada desde 2011, se despertó ese día con un fuerte dolor de cabeza. Nada parecía augurar lo que vendría a continuación.
“Cuando subí a la habitación en la planta de arriba de la casa me lo encontré tumbado en el suelo del baño. Estaba semiconsciente, pero en un estado claramente muy desorientado”, relata Morgan en el podcast de la BBC Lives Less Ordinary de Emily Webb. Era la primera vez que pasaba algo así y rápidamente lo trasladaron al hospital.
“En el hospital vi que era algo serio, aunque él ya había vuelto en sí. Le hicieron una resonancia magnética”, rememora sobre las primeras horas de lo que acabaría siendo uno de los momentos más duros de su vida y que posteriormente recogería en su primer libro, This Is Not a Pity Memoir, donde cuenta todo lo que le ocurrió a su familia entre junio de 2018 y junio de 2021.
Tratamiento
En un primer momento, los médicos no lograban encontrar el problema. “Cuando llegaron los resultados del escáner dijeron que estaba todo bien y que probablemente había sido una infección. Dijeron que lo mantendrían en observación”.
Sin embargo, no mejoraba. Todo lo contrario. Su marido tenía convulsiones y un comportamiento cada vez más extraño, pero no lograban saber qué era lo que sucedía. “Esa semana le pregunté a una doctora si iba a morir y dijo, sí, puede morir. Ese fue el momento en el que pensé ‘oh, Dios mío’”.
Ingresado en la unidad de cuidados intensivos descubrieron que tenía un tipo de inflamación cerebral llamada encefalitis del receptor anti-NDMA, pero los fármacos parecían no funcionar. Su presión arterial fluctuaba y su respiración se complicaba cada vez más.
“En la segunda semana, los médicos dijeron que la única forma de que siguiera con vida y estable era ponerlo en un coma inducido”, explica Morgan sobre un coma del que no despertará hasta pasados siete meses. “Así podían controlar sus funciones mientras trataban de curar la encefalitis”, agrega.
“El riesgo de ponerte en coma es no volver a despertar. Pero en ese momento las ventajas eran más que los riesgos. Jacob no iba a sobrevivir si no podían controlar su presión sanguínea y demás signos vitales. Yo pensé que había que confiar en los médicos”. Pasarían meses hasta que los médicos descubrieran que su colapso se debió a un fármaco que le estaban suministrando para la esclerosis múltiple como parte de un ensayo del que formaba parte.
El despertar
Le indujeron el coma a finales de junio de 2018 y despertó a finales de enero de 2019. Lejos lo que se podría pensar, cuando Jacob despierta no es el final de la historia. Otra historia acaba de empezar.
“Un médico me advirtió en una ocasión que cuando despertara iba a ser muy difícil porque iba a ser una persona completamente distinta”, comenta. “Me habían advertido de que iba a ser diferente, la sorpresa fue que en los tres primeros días parecía ser Jacob. La anestesia tarda en irse varios días”, explica sobre los primeros días en el que simplemente parecía estar algo desorientado.
Morgan pasó de la emoción y felicidad de volver a verlo despierto a notar leves diferencias en la actitud con ella. “Un día vinieron unos amigos y me dijo: ‘Ya te puedes ir ahora. Puedes esperar afuera’ y en la manera en la que lo dijo te dabas cuenta de que no era algo que dijera a alguien que conociera”.
“Un día vino la familia. Entré en la habitación y todos estaban muy contentos de verme. Yo lo grabé todo. Cada vez que decía algo me miraba a la cámara y te dabas cuenta de que algo no estaba bien. Le irritaba. Al principio pensé que era solo algo que estaba un poco gruñón, que tenía que procesar un montón de cosas”.
“Pero entonces llegó el día de San Valentín. Para entonces ya llevaba despierto más de un mes”, indica sobre el día de los enamorados para cuya ocasión compró un globo en forma de corazón. “Las enfermeras tenían rosas y le dieron una a Jacob y le dijeron ‘dale una rosa a tu mujer’. A lo que Jacob contestó ‘esa no es mi mujer’”.
Morgan reconoce que en un primer momento, aunque se quedó conmocionada, pensó que estaba de broma, porque no estaban casados en realidad, aunque llevan juntos más de dos décadas y tienen dos hijos. No se podía creer que eso estuviera pasando realmente. “No podía dejar de temblar. Estaba conmocionada”.
Una impostora
Posteriormente, quedó confirmado que no creía que ella fuera Aby Morgan, sino una impostora. “Una vez tomó a mi hermano a un lado en un momento y le preguntó si creía que era Aby Morgan, porque no lo era. Mi hermano le contestó ‘puedo ver que tú no lo creas, pero sí, es mi hermana Aby Morgan’”.
Fue entonces cuando le preguntó directamente dónde pensaba que estaba la auténtica Aby Morgan, algo a lo que Jacob contestó sin atisbo de duda que se había ido y que tenía una nueva vida con otra persona. Asimismo, no dudó en describirla como una mujer diferente: alta, con el pelo negro y ojos azules. “Era por eso que no me podía reconocer en las fotos”.
Un neurocientífico al que contactaron les explicó que sufría el síndrome de Capgras, que es el delirio en el que se cree que alguien, generalmente un familiar, ha sido reemplazado por un impostor. “Estaba furiosa, pero con la plena determinación de que de alguna manera iba a encontrar la manera de hacerle ver que esto no era racional”, dice sobre un hecho que solo sucedió con ella. Al resto los reconoció sin problemas.
Con el tiempo empezó a asumir que Morgan era parte de su entorno y a “tolerarla”. “Lo que realmente odiaba era cuando la gente me decía ‘bueno, ahora te podés volver a enamorar’”. Para facilitarle su recuperación, decidió decirle que era alguien que había contratado el Estado para ayudarle a él y a sus hijos. “Si no no podía entender por qué seguía viniendo todos los días y me encargaba de sus hijos”.
“Cuando te enfrentas a la mortalidad de alguien, haces cualquier cosa por mantenerlo con vida”, explica sobre la decisión de aceptar su nuevo papel en la vida de su pareja.
Vuelta a casa
La rehabilitación de Jacob duró meses. Finalmente, en septiembre de 2019, Jacob pudo volver a casa, pero necesitó cuidados las 24 horas del día. Tendrían que pasar cerca de siete meses más, desde que regresó a su casa, hasta volver a reconocer a su pareja. “Cuando tenía un buen día era un 10 % de sí mismo. Era una persona completamente diferente”, recuerda sobre esos duros meses. “Echaba de menos desesperadamente al otro Jacob. Creo que todos lo hicimos”.
Por si la situación de su marido no fuera suficiente, una campana “suena” en el interior de Morgan en abril de 2019, poco después de que Jacob haya salido del coma, pero mientras él sigue en el hospital. Algo va mal. Ella tampoco se siente bien. “Empecé a experimentar un terrible dolor en el pecho y decidí ir a una clínica de cáncer. En menos de dos semanas me diagnosticaron cáncer de pecho. Me acuerdo que pensé que había estado tan centrada en la mortalidad de Jacob que me había olvidado de mi propia mortalidad”, comenta.
“Me hicieron una mastectomía y me sacaron un cáncer de seis centímetros. Tuve mucha suerte. No se había extendido a mis ganglios linfáticos. Recibí 24 semanas de quimio y radioterapia durante meses”, agrega sobre un tratamiento que terminó en marzo de 2020, poco antes de que comenzara la pandemia de la covid.
Ahora esos meses quedaron atrás. Jacob ya es un 99 % de él mismo y no necesita más cuidados diarios. Asimismo, se casaron a finales de mayo de 2021. “Nada glamuroso. Un momento para juntar a nuestras familias”.
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