Hace dos años, para retener a un jugador con síndrome de Down que no encontraba lugar en el plantel superior del club, Marcos Ortíz de Rozas y Andrés Pérez Maraviglia crearon una categoría pre-intermedia bajo el formato más inclusivo: Mixed Ability. En su equipo tienen cuatro campeones del mundo y se ilusionan con jugar todos los sábados
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Nico Vázquez es ciego: “De toda la vida, nunca vi”, precisa. Se enamoró del rugby a través de sus hermanos. Tiene 34 años y pasó gran parte de su vida en el CASI. Ahora juega como invitado en la pre-intermedia “mixed ability” de CUBA. Es un equipo del plantel superior que tiene en su formación, al menos, cinco jugadores con certificado de discapacidad.
Juega atado a otro jugador que hace de guía. Corren amarrados por una cinta que sujetan a sus camisetas con velcro. En la última gira, en el mes de noviembre, por la ciudad de Neuquén, su lazarillo fue Juan José Villar, ex Puma. Llevaron una pelota con un cascabel en su interior, pero no pudieron utilizarla: “En el primer precalentamiento cometimos el error de patearla mucho y la cámara no resistió. Nos pasamos de entusiasmo. Cuando la usamos, la escucho. Es muy difícil agarrar un pase en el aire, pero cuando pica la ubico con facilidad”, asegura Nicolás. Durante los cinco partidos que disputó, Villar recibió la pelota y la puso en sus manos. También lo orientó en cada corrida y le advirtió de dónde venían los tacles. Así, logró apoyar dos tries.
-¿Te tacklean con la misma firmeza que a tus compañeros de equipo?
-Sí, tacklean fuerte, pero sin deslealtad. Yo soy chiquito físicamente, cobro como todos, pero siempre con buena leche. Cuando tengo la pelota voy para adelante. Y si me bajan, busco dejar la pelota de mi lado, como todos los jugadores de rugby del mundo, ¿no?
LA HISTORIA DE MATÍAS VIACABA
La “pre-mix” de CUBA tiene una historia que merece ser contada. Nació a partir de la necesidad de retener a uno de los jugadores más carismáticos del club: Matías Viacaba. “Es un crack, debe ser el mejor del mundo con síndrome de Down”, coinciden sus técnicos, Marcos Ortíz de Rozas y Andrés Pérez Maraviglia.
Mati –así lo llaman- ya salió en los diarios. Ámbito, por ejemplo, lo presentó como “ejemplo de integración”. Fue noticia porque integró los planteles infantiles de CUBA. Cada vez que la camada 97 salía a la cancha, propios y rivales lo recibían con aplausos. Para pasar a Juveniles (el corte es a los 14 años) tuvo que cumplir con un requerimiento que la Unión de Rugby de Buenos Aires hace a todos sus jugadores: presentar un “apto médico”. Su caso se salía de libreto, no había antecedentes de un chico con síndrome de Down en juveniles. La posibilidad de que no fuese autorizado a continuar y tuviese que separarse de sus amigos, mortificaba al cuerpo técnico y compañeros. Finalmente, tras una tensa reunión en la URBA, en la que participaron médicos y abogados, Mati obtuvo el apto médico.
Sin embargo, el dilema volvió a repetirse algunos años más tarde, cuando la camada 97 de CUBA completó las categorías juveniles y pasó al plantel superior. Mati siguió su carrera fuera del club, en Pumpas, el primer equipo de “mixed ability” de Argentina. Ese fue el llamado de atención: Marcos y Andrés comprendieron que algo estaba mal. “¿Cómo puede ser que Mati, que hizo toda su campaña rugbística en el club y, como todos sus compañeros de camada soñaba con llegar un día al plantel superior, tuviera que irse a jugar a otra organización? Ahí decidimos que teníamos que hacer algo y en el 2019 arrancamos con el ‘pre-mix’ de CUBA. Creo que fuimos el primer club del país en tener una ‘pre-mix’”, dice Ortiz de Rozas.
Atrás de Mati llegaron Santiago Rayo Ruda, Francisco Marino, Martín Tillet Ojeda y algunos más.
“TODOS PUEDEN JUGAR EN NUESTRO EQUIPO”
Marcocho Ortiz de Rozas es una institución dentro de CUBA. Jugó en la primera, de tercera línea, y hoy es un símbolo de la amistad en el rugby. “Jugaba bien, me defendía, pero mi hijo me superó: acaba de salir campeón”, dice con mucho orgullo. Andy Pérez Maraviglia, segunda línea, jugó en CUBA desde los 10 a los 22 años y dejó el deporte para recibirse de abogado. Cuando volvió al club, se hizo entrenador. Los dos son responsables de la “pre-mix” de CUBA.
-¿Cómo definirían a su equipo? ¿Qué es una “pre-mix”?
Marcos: -Somos un equipo donde algunos jugadores tienen certificado de discapacidad y otros aún no tenemos. El plantel superior tiene la primera división, la intermedia y después la pre-intermedia. Los clubes grandes, que tienen muchos jugadores, presentan varios equipos en pre-intermedia. Cuba tiene pre-intermedia A, B y C. La “pre-mix” es la pre-intermedia formada bajo el concepto de “mixed ability”. Estamos justo debajo de la C.
Andrés: -Algunas discapacidades están identificadas por la sociedad, otras todavía no fueron detectadas. La condición para armar un equipo de “mixed ability” es tener al menos cinco jugadores con certificado de discapacidad. En cualquier posición.
-¿Los equipos “pre-mix” juegan con reglas especiales?
Andrés: -Hay pocas reglas distintas. El scrum no se disputa, es “tira-saca”. No se pueden jugar rápido los penales y tampoco hay disputa en los rucks. El resto, es el mismo rugby que juegan en las otras categorías.
-¿Les resultó difícil encontrar jugadores?
Marcos: La discapacidad es una estadística que nos atraviesa a todos. No distingue clase social ni región geográfica: está en todo el país y representa un 13 por ciento de la población. Es decir que de cada cien personas, trece tienen certificado de discapacidad. En un club tan grande como CUBA, sabíamos que nuestra propuesta iba a tener una buena recepción. El club hizo un censo entre sus 20 mil socios, contándoles sobre nuestra iniciativa, y a partir de ese relevamiento formamos nuestro equipo.
Andrés: Empezamos en 2019 siendo quince jugadores, siete con certificado. Ahora somos treinta y la mitad tiene certificado. En dos años duplicamos el plantel. Lo que más nos llena de orgullo es que ninguno de los que vino, abandonó. Con o sin certificado, nadie se bajó del grupo.
Marcos: -En “pre-mix” hay lugar para todos. No importan las capacidades. Puede jugar cualquiera que quiera conformar el equipo. Eso sí, tiene que respetar las consignas de cualquier equipo de rugby. Al principio, con Andrés nos preguntábamos: “¿Cómo armamos esto?”. Tené en cuenta que ninguno de los dos tenemos experiencia en educación... Le dimos mil vueltas hasta que finalmente comprendimos que sólo teníamos que armar un equipo de rugby con las mismas exigencias que tuvimos nosotros cuando empezamos en nuestros equipos.
Andrés: -Exactamente: agarramos una bolsa de pelotas, unos conitos, y fuimos al ingoal como hubiese arrancado cualquier entrenador de rugby en cualquier club.
-¿Qué sueño tienen para su “pre-mix”?
Marcos: -Que todos los sábados, todos los clubes presenten un equipo “pre-mix”. Que pase a ser un equipo más dentro de la tira. Que el partido de las personas con certificado no sea “el evento” del fin de semana, sino que sea un partido más en la fecha.
Andrés: -En el rugby infantil hay integración. En el rugby juvenil creció enormemente la integración. Ahora, el último eslabón, es hacer que esta integración se refleje en el plantel superior. El rugby siempre fue, por excelencia, el deporte en el que juegan todos: los gordos, los flaquitos, los rápidos, los lentos… Cualquiera puede jugar. El “mix-ability” es la evolución de este concepto, el paso siguiente.
UN CAMPEÓN DEL MUNDO, UNA CELEBRIDAD Y UN FANÁTICO DEL RUGBY
Santiago Rayo Ruda tiene 25 años y un certificado de discapacidad. Juega de wing en la “pre-mix” de CUBA y es campeón del mundo: integró el equipo argentino, Los Pumpas, que ganó el mundial “Mix Ability 2017″ que se disputó en Bilbao, España. “En cuartos de final jugamos con Francia, en semifinal con Gales y en la final le ganamos a Irlanda 10 a 7″, precisa. Dice su técnico, Marcos Ortiz de Rozas: “Rayo tiene certificado y es el mejor de nuestro equipo. Suele jugar para la Pre-intermedia C, un equipo del plantel superior, con chicos que no tienen certificado”.
Martín Tillet Ojeda es prácticamente una celebridad. Tuvo un programa de radio, Loros Parlantes, en el que hizo muchas entrevistas. Pero también las concedió: su incorporación como empleado administrativo en el Ministerio de Justicia, junto a otras dos mujeres que también tienen síndrome de Down, fue objeto de varios reportajes. A diferencia de la mayoría de sus compañeros, conoció el rugby “de grande”. Ahora, a sus 25 años, sueña con ser el capitán de su equipo. Muy entusiasmado, habla de la reciente gira de su equipo a Neuquén: dice que jugó bien, que pidió la capitanía y no se la dieron, y que conoció una chica de Las Lionas (equipo de hockey ‘mixed ability’) que le encantó muchísimo.
Francisco Marino creció en el club. Empezó a jugar al rugby a los 6 años. Algunos de sus compañeros de la camada 91 salieron campeones de primera división hace menos de un mes. Muchos también jugaron con él en la “pre-mix”. Tiene un certificado que acredita retraso leve y un entusiasmo enorme que vuelca en su equipo: “Juego de ala, de lo que me pongan, hay que sumar”, dice. Durante la entrevista nombra a muchísimos amigos, “todos cubanitos”, asegura. Entre sus compañeros de equipo menciona a Popi: “Siempre lo trae su papá. Viene a todos los partidos. No habla, pero toca el silbato”, detalla. Andrés Pérez completa: “Popi tiene 41 años, mide aproximadamente un metro, tuvo injuria uterina al segundo mes de gestación, producida por algún golpe o algún resfrío, y eso le trajo un retraso tanto físico como psicológico. No habla, se expresa muy poco, pero el padre nos cuenta que tiene una gran capacidad de percepción emocional. Y una de las razones por las cuales está encantado de venir a la ‘pre-mix’ es porque percibe la aceptación de todos en el club. Él está al borde de la cancha, tiene limitaciones para trasladarse, pero muchas veces, cuando tenemos un scrum cerca de su posición, lo invitamos a introducir la pelota en el scrum, como el 9 del equipo. Viene con sus pantalones cortos, sus zapatillas, su camiseta, y pasa el día con el equipo”.
“ES LLENARTE DE ENERGÍA SÚPER POSITIVA”
Fin de semana de por medio, cuando la primera juega de local, CUBA invita a los clubes rivales a que lleven un equipo “pre-mix”. “Si no tienen la cantidad de jugadores necesarios, nosotros nos mezclamos”, asegura Ortiz de Rozas. Y cuenta, con gran ilusión, que este año jugaron de visitante contra Regatas y Belgrano. “La semilla está germinando”, insiste.
No es común ver a jóvenes con alguna discapacidad practicar deportes de contacto. Por lo general, se los pone en una caja de cristal. El “mix-ability” promueve la integración total: que los jugadores con certificado permanezcan en sus clubes y que puedan jugar con sus amigos de toda la vida. Uno de los “efectos colaterales” de la categoría es que estiró la vida deportiva de muchos jugadores que, pasados los cuarenta, se sentían obligados a dejar el rugby: “Mirá, yo tengo 54 años y, si mis compañeros de pre-mix me ayudan, diez años más voy a jugar”, asegura Marcos.
Ninguno de los entrenadores de la “pre-mix” de CUBA tenía una historia personal o cercana con la discapacidad. Pero su experiencia con el equipo los afectó de una manera muy especial, transformadora.
Marcos: -Compartir el equipo con los chicos es llenarte de una energía súper positiva. Vivimos momentos únicos, se dan diálogos espectaculares, riquísimos, muchas veces ingenuos pero siempre sinceros. Se genera algo muy positivo cuando ves un grupo de jugadores inclusivos que conviven como cualquier equipo de rugby. Es muy gratificante.
Andrés: -A mí, en lo personal, la “pre-mix” me ayudó a romper una coraza que tenía, una necesidad de demostrar fortaleza en todo momento. Este equipo me genera una emoción interna increíble.
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