Entre montañas y viñedos, esta estilizada cabaña de madera se posa en el paisaje casi sin tocarlo. Un nido protector en medio de la naturaleza, un mirador inmersivo, una guarida muy bien diseñada.
Estamos en Sudáfrica, en la región vitivinícola de Constantia, cerca de Ciudad del Cabo. Y allí el anhelo es el mismo que en la periferia de cualquier otra gran ciudad: el retiro, desconectar para conectarse con algo más, todo tiende hacia ahí. En este caso, el dueño eligió un claro en los jardines de una finca y le encargó al estudio Malan Vorster Architecture una casa en la copa de los árboles. La intención fue hacer una construcción que se integrara al entorno al margen de la sofisticación de su diseño limpio. Su deseo se tradujo en esta singular cabaña que no se apoya en los árboles, sino que se inspira en ellos y los evoca en sutil homenaje.
Acotado en su tamaño, el proyecto propone un interesante juego de escalas, donde espacios de doble altura conectan la vida doméstica con la vastedad de la naturaleza y, al mismo tiempo, la resguardan. Como un nido entre las ramas, pero sobre la tierra.
"El dueño de casa quería una construcción de formas asimétricas y orgánicas. Lo concretamos en una planta en la que se intersectan cuatro círculos que forman cilindros de distintas alturas, para capturar la imagen de árboles creciendo juntos", cuenta el arq. Pieter Malan.
Para el interiorismo se optó por una paleta moderada con piezas de grandes firmas. Las columnas, brazos y anillos están construidos con chapa de acero Corten y cada columna se ramifica en cuatro para que las vigas puedan pasar por el centro del anillo. Todo elaborado por maestros artesanos, las vigas son dobles para ocultar los cables en el medio.
El ocre, el azul profundo y el marrón complementan el verde exterior, mientras que el brillo y el interés visual corren por cuenta de los detalles metálicos en cobre.
Con el área social en el primer nivel, el dormitorio en el siguiente y una terraza superior al aire libre, el recorrido ascendente evoca la sensación de estar trepando un árbol.
La única forma sólida de la construcción es el tambor de cedro que contiene la escultural escalera. Protagonista del proyecto, su recorrido va creando hipnóticos juegos de luces y sombras.
El concepto y la escala del proyecto habilitaron una atención minuciosa a los detalles. En palabras de los arquitectos: "La estructura se expresa permanentemente; toda la mecánica de la casa es estética, todo es diseño".
La presencia del cobre, en las aleaciones de los elementos constructivos a la vista, determinó la elección de las griferías en ese material.
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