París, a los pies de Christian Dior
El Museo de Arte Decorativo presenta, por el 70° aniversario de la maison, una inmensa exposición en homenaje al diseñador que devino referente estético de una época y cambió para siempre el rumbo de la capital de la moda
París
"Es una revolución”, sentenció Carmen Snow, editora de Harper's Bazaar America, al presenciar en 1947 el desfile de la primera colección del ignoto modisto Christian Dior, en su flamante local de la avenida Montaigne, en esta ciudad. Poco tiempo había transcurrido desde la liberación de los nazis y aquello era un sueño después de la guerra. Apodada en ese instante como New Look, la propuesta del diseñador redefinió radicalmente la manera –algo masculina y austera– en que las mujeres se vestían en tiempos de posguerra. Frente a la practicidad de la época, Dior propuso figuras estilizadas, faldas amplias y cinturas ínfimas: una celebración de la mujer curvilínea y el deseo personal de recuperar la elegancia de la Belle Époque. Sus trajes se amoldaban a la figura femenina, exagerándola. “Ya he visto demasiadas mujeres disfrazadas de hombre; la mujer debe volver a ser mujer”, decía.
El New Look causó tanta impresión que la referencia actual de la década del 50 es básicamente la propuesta de diseño creada por Dior. Así se vestían las mujeres de Hitchcock. Marylin Monroe lució un Dior en su última sesión de fotos. También lo hicieron Eva Gardner, Marlene Dietrich, Rita Hayworth, Grace Kelly y la duquesa de Windsor, entre muchas otras. Él construyó los referentes estéticos de toda una época; su propuesta le devolvió a París el liderazgo como la capital de la moda y estableció el nombre de Dior como su sinónimo.
De allí a la actualidad, se consolidó una marca que cumple 70 años de creatividad y lujo con sello francés. Y por el aniversario, París le rinde homenaje. La muestra Christian Dior, couturier du rêve [costurero de ensueño] ocupa hoy, hasta el 6 de enero, la nave principal del Museo de Arte Decorativo. “Es la exposición más grande alguna vez presentada en este museo”, explica a La Nación revista Florence Müller, curadora, que comenzó a trabajar en este proyecto hace dos años. En 3000 m2, hay más de 300 trajes de alta costura, de 1947 a hoy. Y cientos de fotografías documentales, muebles, objetos de arte –algunos provenientes del Metropolitan de Nueva York y del Museo de Londres–, artículos de moda (sombreros, joyas, bolsos, zapatos, botellas de perfume) y piezas jamás exhibidas. Parte de este material fue donado por antiguos amigos del fundador y exempleados de la marca que conservaban lo que para ellos eran pedacitos de la historia de Francia.
Christian Dior nació en el seno de una familia acomodada de la campiña francesa el 21 de enero de 1905, en Granville. Era un niño apasionado por las flores y los disfraces que amaba pintar en el jardín cerca de su mamá. En la muestra, está exhibido uno de los objetos más queridos por él: un catálogo de flores antiquísimo con el que aprendió a dibujarlas y sus nombres en latín, que luego utilizaría para sus colecciones. Ya de adulto, y como los impresionistas, Christian diseñaba siempre al aire libre. Autodidacta, dibujaba sus colecciones en el campo para luego ir a París a darles instrucciones a las costureras (a quienes llamaba sus abejas, hoy símbolo lúdico de la marca), pues él no cosía los trajes, sino que era la mente maestra que los ideaba. Su pasión por los disfraces se vio reflejada en su trabajo como costurero de películas ubicadas en el siglo 18.
De joven, él soñaba con ser arquitecto o compositor, pero a los 23 años, le dijo a su padre –dueño de una empresa de fertilizantes– que planeaba abrir una galería de arte con un amigo. Su padre accedió a prestarle el dinero, con la condición de que el apellido no apareciera en la vidriera. En 1930 abrió su galería en París y empezó a rodearse de todo el movimiento cultural que se estaba gestando. Se hizo amigo de Salvador Dalí y Pablo Picasso, entre otros, y promovió a artistas jóvenes mientras vendía trabajos de pintores ya establecidos, como Joan Miró y Henri Matisse. De esa época es el Busto de mujer retrospectiva, de Dalí, presente en la muestra del Museo de Arte Decorativo.
Dior siguió cultivando amistades con grandes artistas, cuya influencia podía verse en sus colecciones de alta costura. En sus vestidos les rindió tributo a Picasso, Braque y René Gruau, entre otros. Sus sucesores continuaron sus pasos, incluyendo numerosas referencias a artistas en sus shows. Marc Bohan se inspiró en las pinturas de Jackson Pollock, John Galliano creó un atuendo llamado Shéhérazade en homenaje al ruso León Bakst, y Raf Simons exploró el arte moderno a través de su colaboración con el californiano Sterling Ruby, entre otras referencias.
En uno de los salones más impactantes de la muestra están exhibidos, en escala cromática, cientos de vestidos y objetos de todas las épocas, conformando un "pantone" de identidad de marca en el que conviven trajes de la primera colección al lado de piezas del último desfile. En otro, cientos de flores de papel caen del techo en un claro guiño al leit motiv de primavera eterna de la casa. “Después de las mujeres, las flores son la más divina creación”, decía el modisto. El más glamoroso: una sala enorme, maniquíes con vestidos magníficos en distintas alturas rozando el techo, una lluvia de estrellas que atraviesa todo y la sensación inevitable de haber entrado a una casa de muñecas de dimensiones siderales.
Una reproducción gigante de Dovima con elefantes, ícono de la fotografía de moda, se lleva todas las miradas del salón. El famoso trabajo de Richard Avedon consistió en capturar en 1955 a la actriz más famosa del momento, vestida de gala, entre dos elefantes. De pronto, la gigantografía se desvanece, y por detrás aparece el traje original de la toma: el primer vestido de noche que Yves Saint Laurent diseñó para la marca Christian Dior. Algunas copias de esta foto están hoy en el Museo Metropolitano de Arte y el Museo de Arte Moderno, en Nueva York.
Dior fue contemporáneo de la época de oro de la fotografía de moda –él personalmente hizo muchos trabajos con Irving Penn en la década del 50–. Eran, también, momentos de figuras icónicas como Marilyn Monroe, Marlene Dietrich y Rita Hayworth, inmortalizadas también en trajes de la marca. A lo largo de sus 70 años de trayectoria, la maison Dior realizó colaboraciones con los más grandes fotógrafos de moda de cada época, como Avedon, Cecil Beaton, William Klein, Helmut Newton y Patrick Demarchelier. “Probablemente la explicación del éxito tenga que ver con la conjunción de un gran fotógrafo, el toque americano de una estrella de cine, y un periodista”, explica Fréderic Bourdelier, director de patrimonio de la compañía.
“Dior tomó la alta costura y la expandió hasta como la conocemos hoy con el concepto de lujo ready to wear”, definió Kevin Jones, historiador del Fashion Institute of Design and Merchandising, de California. Dior estableció por primera vez en el mundo de la moda el uso de patentes, porque sus modelos eran inmediatamente copiados en el mundo entero. Creó licencias para guantes, medias, perfumes, sombreros y corsés, algunas de las cuales siguen vigentes. La primera: las medias Dior, lanzadas en 1949. Todas estas licencias le permitieron abrirse a nuevos mercados y posicionar la marca de manera internacional. A la vez, fue el primero en comercializar su nombre para el crecimiento de su marca –de pronto las bufandas dicen visible Christian Dior–. Lo que hoy es un estándar del diseño era una novedad para la época. Sus clientes de alta costura eran exclusivos, pero eso no le impidió hacer negocios con tiendas departamentales en los Estados Unidos. El diseñador comprendió que se estaba abriendo una industria que iba a ser importantísima. La moda de pronto se instaló en la cultura de una manera mucho más profunda y definitiva que antes. Christian Dior logró que su marca sobreviviera a su propia persona: sólo pudo disfrutarla diez años, ya que murió en 1957, de manera sorpresiva, en Italia. Ya entonces su compañía ganaba más de 20 millones de dólares anuales y tenía sucursales en Caracas, Londres, La Habana y muchísimas otras ciudades.
EL FAVORITO DE EVITA
“Usted, que ha vestido a las reinas de casi todas las casas reales del mundo, ¿cuál es la que más le ha gustado vestir?”, le preguntaron a Christian Dior en la revista Paris Match, en 1953. Él respondió: “La única reina que vestí fue a Eva Perón”.
En 1947, el mismo año en que se presentaba la primera colección del diseñador, Eva Perón emprendía su famosa gira por Europa. En España la recibió Franco y allí permaneció una semana, entre agasajos, como invitada oficial. En Francia generó curiosidad, pero no la esperaron multitudes. “Los parisinos tenían preocupaciones mayores: seguir el famoso Tour de France, discutir la situación con Argelia y decidir si el gobierno debía negociar o no con Ho Chi Min”, explica la historiadora española Marysa Navarro en su libro Evita, mitos y representaciones. A diferencia de Madrid, en París la recepción fue protocolar y la primera dama tuvo tiempo de comprar los últimos diseños de la moda europea. En su paso por el estudio de Christian Dior se fabricó un maniquí con sus medidas. La figura delgada de Evita era perfecta para la moda de cintura ínfima que proponía el New Look. Desde entonces, viajaron regularmente vestidos de la marca en barco y en avión de París a Buenos Aires, que eran seleccionados personalmente por Asunta Fernández, la empleada que asesoraba a la primera dama en materia de vestuario. Dicen que los trajes viajaban de pie para que no se arrugaran, porque en más de una ocasión Evita los estrenaba apenas llegaban a la Argentina.
La socióloga Susana Saulquin cuenta en Historia de la moda en Argentina que cuando murió Evita, Perón le dijo a Asunta Fernández: “Usted la vistió en vida, vístala ahora también para el velatorio”. Entonces, la asistente tomó un vestido blanco de Christian Dior y estuvo toda la noche cortándole la cola y cosiéndolo para que pudiera ser su mortaja. Era el vestido encargado para la gala del 9 de julio de 1952, que nunca llegó a estrenar. Saulquin pudo rastrear y conocer a Asunta Fernández cuando ella tenía más de 90 años. Emocionada, la costurera le contó que había quemado todos los archivos con las cuentas de los vestidos de Evita, por pánico a la Revolución Libertadora. Estaba tan contenta de poder contar la historia de Eva Perón, que le compartió lo único que conservaba: un frasco de perfume Arpége (clásica fragancia de Lanvin) que había guardado por más de 40 años. A modo de ceremonia lo esparció por el aire.
Dior murió sorpresivamente en Italia. Unos pocos meses antes había sido el primer diseñador en aparecer en la tapa de la revista Time. El imperio duró bajo su mando diez años, durante los cuales logró definir el estilo de una época y cambiar el negocio de la moda. Lo sucedió su ayudante de 21 años, Yves Saint Laurent –el modisto más joven en dirigir una casa de alta costura–, y el resto ya es historia.