Parejas saludables: cómo cuidar el enamoramiento y alimentar el amor
El amor consiste en amar cuidadosamente y también en negociar
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La mayoría de las relaciones amorosas comienzan con el deseo de compartir con alguien. Con el tiempo, aparece la intención de formar una pareja, un “mundo de a dos”. Dicho sentimiento se debe a que a los seres humanos nos agrada compartir nuestro bienestar.
Uno no se enamora cuando quiere, sino simplemente cuando “sucede”. Nadie dice: “Pasado mañana me voy a enamorar”. El enamoramiento surge; es una respuesta psicobiológica. Literalmente, el enamoramiento es ciego. Al enamorarse, la persona comienza a idealizar al otro y expresa: “Es maravilloso/a; es perfecto/a; es hermoso/a”; incluso los defectos pasan a ser virtudes. “Llegó tarde, pero lo hizo con mucha elegancia y debido a un problema que tuvo que resolver”.
Lo que ocurre es que, en el enamoramiento, uno está exultante de dopamina y oxitocina y, como resultado de ello, ve al otro como “mi ideal extraordinario”, como “la media naranja que completa mi vida”. La persona enamorada piensa permanentemente, a toda hora y en todo lugar, en el otro; razón por la cual, hay una distorsión témporo-espacial. Hay un deseo muy grande de fundirse con el otro porque se cree inconscientemente que habrá un futuro estupendo con él o ella.
En realidad, el enamoramiento sería prácticamente una “mentira consensuada”, lo cual es una definición un tanto negativa. ¿Qué significa esto? Que yo exagero mis virtudes y oculto mis defectos, y mi pareja también; pero ambos sabemos que lo estamos haciendo.
El enamoramiento, que es la pasión, el combustible, el eros, alcanza su pico máximo alrededor de los siete y nueve meses, para luego declinar lentamente. Por eso, no hay que apresurarse a formalizar una pareja hasta que haya transcurrido aproximadamente un año, porque cuando uno está enamorado no puede ver. De a poco, comienza a surgir el amor (si es que surge), y este sí puede ver. ¿Qué ve? Lo que no veía el enamoramiento. Es ahora cuando tienen lugar simultáneamente, paralelamente el enamoramiento (la pasión, el misterio, lo nuevo) y el amor.
El amor consiste en amar cuidadosamente y también en negociar, pues nos permite decir: “Veo nuestras diferencias, pero armemos el cerebro de pareja”. Una pareja saludable cuida el enamoramiento y alimenta el amor.
Algunas personas viven de enamoramiento en enamoramiento y, cuando este declina, experimentan la ruptura de la pareja y van en búsqueda de una nueva relación. A algunos jóvenes, les resulta fácil enamorarse, pero no les resulta tan sencillo armar el cerebro de pareja: el amor, el compromiso, el cuidado mutuo. Y a algunas parejas de muchos años, les sucede que viven el amor (el cuidado, la protección, la ayuda mutua, etc.), pero han perdido la “chispa”, la pasión, el eros, el enamoramiento.
¿Recordás cómo era el primer tiempo que pasabas con tu pareja? Seguramente hablaban durante horas y horas y todo era un descubrimiento constante. Pero, cuando ya no hay nada nuevo por descubrir, la pasión comienza a desaparecer.
Los estudiosos del fenómeno del amor explican que una pareja nunca debería dejar de incorporar aspectos nuevos a su rutina. El hecho de que alguno de sus miembros sepa lo que la otra parte va a decir o hacer es una clara indicación de que necesitan la novedad en sus vidas. Es decir, volver a generar sorpresa en el otro para revivir la pasión que se ha desvanecido.
El amor se alimenta del misterio. Por eso, si estamos en pareja, propongámonos cada día hablar, mejorar, crecer y siempre procurar algo nuevo que sacuda nuestra rutina y mantenga con vida el vínculo.
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