Si el mundo está seguro de que el mejor helado de Sudamérica se come en Argentina, no es sólo porque hemos sabido ganar campeonatos internacionales. Es porque más de un maestro heladero italiano ha sabido reconocer nuestro esmero. Orgullosos, "los tanos" jamás renunciaron a proclamarse líderes de la especialidad que supieran crear, sin embargo, en cada certamen internacional han destacado la especial atención que desde hace décadas los heladeros artesanales argentinos prestan al oficio de mejorarlo y reinventarlo. La tradición heladera italo-argentina tiene, de hecho, sus propios hitos. Sin dudas Freddo es una parte indiscutible de ella.
Un pan dulce diferente
Por tercer año consecutivo, para estas fiestas, Freddo ofrece la celebrada edición limitada de su delicioso "Pan Dulce Helado", ideal para quienes aprecian estas novedosas combinaciones entre lo frío y lo dulce. Esta reversión del tradicional postre de la mesa navideña viene con un excepcional sabor a agua de azahar, y el mejor sembrado de avellanas, pistachos tostados, almendras y nueces. Sorprende además, con cascaritas de naranja e hilos de chocolate. Se encuentra disponible al público en una presentación de 1,2 kg que rinde para 10 porciones y puede adquirirse en cada uno de los locales de Freddo en todo el país.
El primer gran gelato
En 1969, Freddo abrió las puertas de su primer local en Recoleta. Ese primer local fue idea dos inmigrantes italianos que se radicaron en la Argentina en 1931. Sin saberlo, ellos estaban comenzando la historia del helado artesanal más delicioso de la Argentina. La calidad de sus frutas, su cremosidad y una indudable firma artesanal convirtieron rápidamente a sus productos en un clásico porteño que pidió expansión.
A través de los años, la marca abrió locales en importantes barrios porteños, luego en el Gran Buenos Aires y claro, en la Costa Atlántica. El éxito fue tal que en 1990 Freddo se animó a más y cruzó hacia Uruguay: se instaló en Punta del Este. Ese fue sólo el comienzo. Luego vendrían locales en Paraguay, Bolivia, Chile, Reino Unido, Brasil y Estados Unidos (país en donde, a fin de año, abrira dos locales propios en Coral Gables y en Midtown).
En el camino, de alguna forma, Freddo supo leer e incluso padecer diferentes momentos de la economía nacional pero el amor de los argentinos por estos helados hizo que la marca siempre lograra reponerse, reinventarse, y volver con más fuerza.
Cinco décadas del mejor helado
Este año Freddo celebró su 50 aniversario rindiendo homenaje a sus más exitosas creaciones. Reformuló cinco de sus 44 icónicos sabores, es decir, uno por cada década de trayectoria. Así, el chocolate con pasas al rhum, clásico de los ´70, se volvió más intenso y las pasas se bañaron en whisky. La cereza a la panna tradicional, ovacionada durante la década de los ´80, se convirtió en un majestuoso sabor de cereza con granizado de chocolate blanco. El mascarpone tradicional de los ´90, realizado con coulis de frambuesa, hoy es al higo y el tradicional sabor de dulce de leche granizado, sabor icónico de la marca y el más vendido en los años 2000 incorporó chocolate blanco. El sabor actual, cookies and cream con caramelo es actualmente el Freddo Oreo cookies & cream con dulce de leche.
Además, Freddo se encuentra trabajando intensamente en sus nuevos productos envasados: helados en pinta, tabletas y bombones. Con la calidad de siempre, están disponibles en las cadenas de supermercados más importantes y se venden listos para llevar. Y no queda solo ahí, Freddo lanza una edición límitada: chocolate intenso.
LA NACION