Padres creativos. Los mejores aliados de los chicos en cuarentena
El escenario fue cambiando. A medida que pasaban las semanas, las estrategias que los padres y madres comenzaron a implementar para paliar la falta de socialización producto del aislamiento fueron pasando de la virtualidad a la presencialidad. Y lo que probablemente en marzo se abría como interrogante, hoy es una certeza para todos los padres: pasados siete meses de la interrupción de las clases y de la vida social de los niños no hay chance, para su salud mental y la de la familia, de que no se vinculen con otros.
Por eso, en una primera instancia mediante videollamadas y en esta etapa, cara a cara –con el abanico de opciones que abren los encuentros permitidos al aire libre– padres y madres tejen redes, se conectan con conocidos y desconocidos en plazas y vía redes sociales, buscan ideas y se hacen tiempo aunque no lo tengan para crear planes y propuestas con el fin de que los chicos puedan encontrar algo de normalidad y de interacción. Hasta quienes no suelen ser en la vida ordinaria muy ocurrentes, encontraron en este contexto maneras de que sus hijos puedan entrar en contacto con otros: desde encuentros fijados en plazas y parques con padres desconocidos, pasando por jardines rodantes y campamentos virtuales, llegando a la contratación de recreólogos que fomenten el juego y el movimiento en pequeños grupos al aire libre.
María Clara Torrado, de 44 años, pensó que no podía quedarse de brazos cruzados cuando su hijo de 9 fue bloqueado por un amigo en el Fortnite, el juego que es furor entre chicos de esa edad. "Se angustió mucho, lo sintió como algo realmente duro, de que se había quedado sin amigos, esta cosa de ‘me quedé solo’. Así que le dije que de alguna manera íbamos a conseguir a alguien para jugar".
Fue así que se le ocurrió acudir a la red social en donde intercambia ideas con otros padres preocupados: Twitter. Allí hizo una especie de llamado a la solidaridad para que otros padres les pasen los usuarios de sus hijos. El tuit se viralizó y tuvo cientos de decenas de likes. "Se terminó replicando de una manera impresionante. Y sacamos en positivo haber encontrado una vuelta de rosca al asunto", relata.
Y es que el Fortnite no es solamente un juego en pantalla. Allí los chicos intercambian ideas, se conectan, y probablemente encuentren un espacio lejos de los padres en los que desarrollar su sociabilización. "Es como el recreo que tienen para compartir momentos ante la ausencia del cole", detalla María Clara.
Como advierten los expertos, sea virtual o presencial, los chicos necesitan disponer de un escenario en el que desplegar su sociabilización fuera de la mirada parental. "Para las familias no es fácil. Estar todos adentro, trabajando online, con escuela virtual. Mucho tiempo juntos potencia situaciones de estallidos, porque no hay un exterior donde tramitar estas situaciones. Por eso, es importante fomentar que cada integrante de la familia arme su propio espacio. Que los niños pequeños no se queden encerrados, que puedan conectarse con otros niños, lo mismo los padres y mucho más los adolescentes", sostiene Micaela Gurny, psicoanalista especialista en Niños.
Javier Schurman y su mujer, le encontraron la vuelta a la virtualidad para que su hija Margarita, de 3 años y medio, pueda socializar vía Zoom con abuelos, familiares y hasta se les ocurrió contratar una niñera virtual. "Es la niñera que la cuidó desde que tenía 6 meses. Hace un año que no la veíamos y como tenemos que trabajar, se nos ocurrió contactarla para ver si quería jugarle un rato de manera virtual. Por llamada de WhatsApp se leen cuentos, dibujan, bailan, charlan, pintan y hasta se disfrazan", relata el periodista, de 43 años.
Yanina Glujovsky, madre de dos nenas de 4 y 7 años, ideó planes que combinan virtualidad y presencialidad para que sus hijas, muy sociables de por sí, no se pierdan la chance de interactuar con amigas y amigos. Desde que la escuela comenzó a ser virtual, quiso generar un ámbito en algún punto similar al que tenían en la escuela. Por eso, se puso de acuerdo con cuatro madres para que una de ellas oficie de maestra o coordinadora, y una vez por semana hagan las tareas, emulando la mesa de trabajo escolar.
Pero, como les pasó a muchas familias, los encuentros virtuales se convirtieron en un recurso que poco a poco va perdiendo efectividad. "Los chicos a veces no saben bien qué hacer en una videollamada con amigos, entonces dura poquito, entonces yo les propongo a los padres que tengan un objetivo. Pueden merendar, hacer la tarea, o lo otro que también facilitó sobre todo en nenes más chiquitos es dejar la cámara abierta, por supuesto avisando. Que sean dos amigos conectados, mostrando su habitación, sus juguetes y jugando cada uno en su casa. Pero es cierto que la virtualidad está bastante desgastada", explica Marisa Russomando, psicóloga especialista en crianza y familia.
Fabiana Leuzzi empezó a ir con su hijo Lucas, de 2 años, a la plaza cercana a su casa porque necesitaba que viera a otros nenes, sin imaginarse que armarían "el grupo de la plaza". "Me dan miedo los contagios, pero considero que tiene que salir y socializar. Tomo todos los recaudos: barbijo, limpieza de manos constante, alcohol en gel y distancia con las demás personas", explica. El encuentro que se fue dando con otros padres y madres en la misma situación empezó con una espontaneidad que luego se fue organizando, a punto tal de armaron un grupo de WhatsApp para que cada uno avise cuando va para que otros puedan sumarse. "Todos llevamos juguetes y todos los que se suman, juegan con los juguetes de todos", cuenta. Si bien Yanina estaba conforme con las tareas en conjunto, decidió dar otro paso una vez que se habilitaron los encuentros en pequeños grupos al aire libre. Por eso, con mucho esfuerzo para encontrar un espacio entre los zooms escolares y las agendas laborales de otras familias, armó un grupo con una profesora de gimnasia artística que les de clases dos veces por semana.
"Ha habido mucha preocupación de parte de las escuelas en tratar de integrar todos los contenidos de la curricular, y se han preocupado poco por el aspecto psicológico. Por eso ha recaído en los padres la propiedad de ser creativos y fomentar entre ellos mismos el contacto entre los niños" sostiene la médica pediatra y psicoanalista Felisa Lambersky de Widder, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Laura S,, fotógrafa, también comenzó charlando con las madres en un parque, y eso se convirtió en el armado de un jardín rodante, en el que dos veces por semana durante dos horas se juntan cinco nenas y nenes menores de tres.
Sin ánimo de sumarles a los padres otra exigencia, los expertos hablan de la necesidad de que salgan. "Es ideal motivar los encuentros al aire libre, y tener una charla que actualice los datos. Al principio hicimos mucho hincapié en no salir, porque era necesario. Pero también es cierto que hoy se saben más cosas, como que esto llegó para quedarse, y entonces tenemos que aprender a convivir con el virus. Ya no se trata de estar todo el tiempo adentro. Con medidas de seguridad, con barbijo, distancia y alcohol en gel podemos salir. Debemos hacerlo", concluye Russomando.
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