Con ingenio y habilidad, lograron que un espacio para el olvido se convirtiera en un sueño de estética industrial y cosmopolita.
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Escroleando el sitio de una inmobiliaria, Guido Leone descubrió que se vendía el depósito de una constructora muy cerca de su casa. Le despertó tal ansiedad y curiosidad que se acercó a tocar timbre en persona. Aunque en el lugar no había luz ni gas, él ya veía el resultado: un loft como los neoyorquinos. Ideas no le faltaban, después de haber vivido en un departamento de estilo industrial durante su paso por Italia, adonde se había mudado para jugar al rugby.
Guido despejó algunas dudas con un amigo arquitecto –Federico Chavaño, de Chavaño Elías Arquitectos– y, tras su visto bueno, compró la propiedad en marzo de 2019. Decidido a gastar lo mínimo indispensable, el joven de 30 años viró, por un tiempo, de la educación física –es cofundador del grupo de entrenamiento Legado Training– a la construcción, y se encargó de la obra codo a codo con su padre. Juntos hicieron desde los bajomesadas hasta la instalación eléctrica.
El piso de microcemento es un eco de la losa de hormigón, que se mantuvo tal cual, pero con pintura blanca aguada para disimular algunas manchas de óxido.
La mamá de Guido no quedó fuera de escena: aportó las ideas de decoración. Maderas recicladas, muebles antiguos y objetos vintage terminaron de consolidar un estilo americano de los años 50 coronado por la contundencia del típico sillón Chesterfield.
"Mi papá es ingeniero en electrónica, una suerte de MacGyver. La cuarentena me dio el tiempo necesario para aprender de él y poder hacer todo con nuestras manos."
Guido Leone, socio de Legado Training y dueño de casa
Divisiones sutiles
Para sostener el concepto de loft integrado, se buscó dividir el dormitorio del resto de los ambientes sin construir paredes. El límite es la biblioteca de hierro que toma la altura del piso a la losa, con estantes de madera y metal desplegado, intercalados, que dan dinamismo y ligereza.
La mezcla de terminaciones brillo y mate es característica de las viviendas tipo loft. El contraste entre el cemento del piso y el placard logra aquella idea a la perfección.
Hierro, madera y cemento
Guido y su mamá, Viviana –que es licenciada en Filosofía y Letras–, se encargaron de la decoración del loft. El jardín vertical fue una idea de ella, para cubrir el acceso a la baulera, que era parte del depósito. Entre ambos taparon el lugar de guardado con una puerta de madera, revestida con una malla plástica, en la que enhebraron plantas artificiales (Sheshu).
“El espacio es grande (85m2), pero si lo llenaba de cosas distintas, se iba a achicar. Mantuve la línea del hierro, la madera y el cemento, y me moví dentro de esos materiales y colores”.
Plano detallado de la reforma
Cocina: el origen de todo
“Usamos la única conexión de agua existente para instalar la cocina y la tomamos como punto de partida para distribuir los espacios”.
La barra y la mesa de comedor fueron hechas por el dueño de casa, a distintas alturas (1,05 y 0,75m), con hierro y madera de pino rosado.
El dueño de casa consiguió ventiluces idénticos a los que había en la cocina y un herrero soldó las nuevas carpinterías con las preexistentes.
La chapa galvanizada de la barra se cubrió con una base sintética de pintura galvite y, sobre eso, pintura con partículas de hierro, para generar el efecto oxidado.
En la ducha, revestimiento de porcelanato símil madera (Cerámica San Lorenzo). Sobre las toallas, cepillo y esponjas vegetales (Saponarium). En el nicho, shampoo ‘Vintage’, jabón vegano y cepillo de barba (Lobizón). Jabonera de madera (Vendaval).
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