Paddle Surf: el deporte acuático que nació en la Polinesia hace 60 años y hoy gana cada vez más adeptos en verano
Se trata de una técnica de bajo impacto, que produce un importante fortalecimiento muscular y puede quemar hasta 1000 calorías en una hora, de acuerdo a la intensidad con la que se practique
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Las posibilidades deportivas que da el mar se ajustan a todos los gustos y, sin dudas, no dejan espacio para abandonar la actividad física que se practicó como un hábito durante todo el año. El Paddle Surf, Stand Up Paddle o, simplemente SUP -por sus siglas- es una de las variantes de deportes que se pueden practicar en el agua y que, año a año, gana más adeptos.
Se trata de “una antigua forma de deslizamiento en la que se utiliza un remo para desplazarse por el agua mientras permanece el pie en una tabla de surf”, detalla a LA NACION el entrenador físico Martín Colacilli, director de Academia 2 dragones. Surgió en la década del sesenta en la Polinesia y en Perú como un apoyo a las clases de surf que tomaban los turistas. Entonces, los instructores se subían a las tablas y, con los remos de canoas, acompañaban a quienes daban sus primeros pasos en el surf. “Gracias a su posición vertical, podían ver el oleaje mucho antes que los surfistas que están situados al ras del mar. Los surfistas comenzaron a hacer SUP como una alternativa para su entrenamiento en esos días en los que no se podía hacer surf”, apunta Colacilli.
De pie sobre una tabla, con un remo encargado de hacer avanzar, la sensación del paddle surf o SUP es la de caminar sobre el agua. Se trata de una actividad que produce un importante fortalecimiento muscular dado que se activan todos los músculos del cuerpo durante su ejecución. Gracias a la propulsión con el remo se trabaja el tren superior; con el mismo movimiento se involucran los abdominales y las piernas, que se mantienen en tensión constante. En la acción de remar intervienen los músculos de los brazos, espalda, hombros y de la zona lumbar.
Es necesario tener fortalecida la zona del core, “ya que la acción rotatoria de impulsarnos con un solo remo podrá generar dolor en nuestra zona lumbar”, avisa Colacilli. También se mejora el equilibrio, pues el hecho de sostenerse de pie sobre una plataforma inestable y en movimiento requiere de un control sobre el propio cuerpo que va en aumento con la práctica. Es un ejercicio cardiovascular, ya que trabaja la resistencia y la capacidad cardiovascular “aportando al cuerpo beneficios como la disminución de riesgo de infarto de miocardio y de accidente cardiovascular”, asegura el entrenador físico.
Resulta una actividad que provoca un importante gasto calórico. En su versión de paseo suave se consume un promedio de 225 calorías por hora. Estas aumentan a 400 a 500 cuando requiere un mayor esfuerzo y pueden alcanzar las 600 calorías por hora si se realiza entre olas. Ya en modo competición de race, se gastan entre 850 y 1000 calorías por hora, que pueden superarse en el caso de competidores profesionales. “Cabe señalar que, al tratarse de un ejercicio de bajo impacto, tiene pocas probabilidades de generar daños en tendones o ligamentos. Incluso puede ser recomendable para recuperarse de ciertas lesiones, como las de tobillos o rodillas”, asegura Colacilli.
Apto para todas las personas -realizado en condiciones óptimas-, puede practicarse a cualquier edad y resulta una excelente opción para mejorar la condición física. “Se puede realizar en todas sus variantes, que van desde las travesías sin viento, con viento a favor o con olas”, señala el profesional.
En cualquier caso, se recomienda tomar un curso de iniciación para conocer la técnica, cómo elegir el remo y la tabla acorde a la altura y el peso, y los secretos del océano y la meteorología. Solo así será posible hacer un análisis previo a la elección del lugar de práctica, de los distintos tipos de olas a encarar, de cómo es la acción del viento y del fondo del mar.
Además, un curso de iniciación es necesario para saber lo fundamental en cuanto a la seguridad. Hay que conocer las condiciones más difíciles y las corrientes. “Y, por supuesto, es indispensable aprender las técnicas de SUP para saber cómo encontrar el eje de equilibrio, para jugar con el centro de gravedad, la posición y conocer la técnica de remado, giros y cómo aprovechar las olas y el viento”, detalla Martín Colacilli.
Su práctica debe comenzarse de manera gradual, “tomando los recaudos necesarios en cuanto a la duración de la sesión, evitando lanzarse el primer día a recorrer largas distancias, ni mucho menos hacerlo solos. Si se realiza en el mar, hay que avisarle al guardavidas”, advierte. Colacilli recomienda empezar con un paseo tranquilo y, a medida que se le toma la mano, convertirlo en un entrenamiento más intenso con paseos más largos.
En mar abierto, lagos o ríos, la práctica de Paddle Surf, que da la posibilidad de disfrutar del paisaje con todos sus cambios a lo largo del día, tiene múltiples ventajas. Si se lo compara con otras actividades acuáticas, en este caso el ángulo de visibilidad que tiene es un punto a favor ya que, al estar de pie sobre el agua, se gana altura para verla desde el fondo hasta su superficie.
Esto “permite una mejor visualización de las características acuáticas que, de otra forma, no seríamos capaces de ver”, detalla el entrenador. Es, además, un deporte gracias al que se entra en contacto con la naturaleza y es un buen motivo pasar tiempo con la familia o los amigos. “Es sinónimo de diversión y esta es la razón principal por la que lo practica cada vez más gente en el mundo”, señala el entrenador.
¿Equipamiento necesario? Para simplificar la experiencia, las tablas inflables evitan el trabajo extra de cargar una tabla en el techo del auto o de caminar con ella a cuestas. Transportables en una mochila, se inflan a orillas del agua. Aunque es requisito saber nadar, es también imprescindible llevar consigo un salvavidas.
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