Diego Ponce de Leon, su mujer Jorgelina y Tomi, de 8 años partieron de Rosario en 2015 con la idea de viajar un año y medio, pero la nueva vida los conquistó; cuentan el día a día y cómo hacen con los estudios del nene
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Salieron el 22 de noviembre de 2015 desde el monumento a la Bandera, en Rosario. Desde ahí bajaron hasta Bahía Lapataia, en Ushuaia, con la intención de recorrer toda América y llegar a Alaska-. “La idea original era viajar un año y medio, pero desde el día uno nos fue gustando demasiado todo esto y hoy ya llevamos casi siete años en el camino. Más que un viaje se convirtió en un estilo de vida”, cuenta Diego Ponce de Leon, quien se encargó de acondicionar con sus propias manos la Gran Sprinter, antes camioneta, ahora hogar ambulante de esta familia de a tres que se completa con Jorgelina Condotta, su esposa, y Tomi, el hijo de ambos, que acaba de cumplir ocho años.
Tomi empezó a viajar cuando tenía un año y dos meses así que esta es la única forma de vida que conoce. Estudia a través de un sistema de educación a distancia que pertenece al ejército argentino. “A principio de año recibimos todo el material que coincide con la currícula oficial del Ministerio de Educación. Eso lo vamos trabajando durante el año: él va teniendo distintas instancias de evaluación, sumado a trabajos prácticos individuales y algunos grupales que hace de manera online con otros compañeros. Así va llevando la escolaridad al día. Empezó en preescolar y ahora estamos en segundo grado”, cuenta Jorgelina.
Para la parte pedagógica el programa ofrece un tutor que los asesora. Para Diego, “Tomi es el que mejor lleva este estilo de vida. Está en constante contacto con chicos y personas de todo el mundo. No está para nada solito, sino más bien todo lo contrario: siempre en compañía. Vamos buscando y dándole el tiempo para que juegue con otros nenes en cada lugar al que vamos. La única diferencia es que esas amistades van cambiando a medida que nos trasladamos”.
La camioneta es la cuarta pieza clave de esta historia. La Gran Sprinter tiene placa argentina. Fue “camperizada” por sus propios dueños quienes la convirtieron en su “casita”, tal como la apodan. Allí la familia come, duerme, se baña y, por supuesto, se traslada. Como todo, lo hicieron desde cero: era un furgón vacío. Hoy, tiene todas las pequeñas comodidades de un hogar: su comedor, su baño, su lugar para dormir, para cocinar.
Tomi es el que mejor lleva este estilo de vida. Está en constante contacto con chicos y personas de todo el mundo. No está para nada solito, sino más bien todo lo contrario: siempre en compañía
Pero no es fácil. Al fin de cuentas viven dentro de una camioneta y en muchos destinos, donde no existen los campings o no pueden pagarlos, no tienen ningún servicio extra al que ofrece la Sprinter. “Viajar de esta forma nos hace valorar mucho las cosas. Por ejemplo, el agua hay que cuidarla porque hay una cantidad limitada. Una ducha con agua que caiga desde arriba es ¡guau! un tesoro. O el tema del espacio. Cuando planteamos la camioneta éramos dos adultos y un bebé, hoy somos tres y por momentos sentimos que nos queda chica. A veces me dan ganas de tener más lugar”, reconoce Jorgelina.
América pospandemia
En el mundo de los viajeros que andan en las rutas la pandemia también significó un antes y un después. Jorgelina y Diego cuentan que ahora se ven menos que antes y que producto del shutdown mundial muchos volvieron a sus países de origen. Ellos se quedaron “varados” en México. La espera duró un año y medio. Al respecto, Diego cuenta: “Cuando cerraron las fronteras estábamos en Tijuana a punto de cruzar a los Estados Unidos. Nos quedamos en la puerta de Estados Unidos sin poder cruzar. No fue fácil. Estábamos lejos de casa, lejos de todo lo conocido. En ese entonces solo vendíamos artesanías y comida así que no teníamos a dónde ir a vender. Fue un tremendo desafío en lo económico y ahí fue cuando nació nuestro canal de Youtube Creciendo en el Camino. Fue toda una aventura”.
Sin embargo, Jorgelina aclara: “Lo que sí hemos notado es que mucha más gente nos consulta cosas. La experiencia de vivir de viaje es algo que no encontrás en un libro y sí sentimos que desde que terminó la pandemia hay mucha más gente interesada en este estilo de vida que nos pregunta y nos consulta cómo es. Para nosotros es una manera de devolver, de transmitir lo que a través de la experiencia aprendimos”.
Giro copernicano
Sobre el cambio en su estilo de vida, Jorgelina, de 42 años y oriunda de Rosario, recuerda: “Teníamos la vida normal de lo que la sociedad manda”. Ambos profesionales, Diego es preparador físico y ella licenciada en tecnología de alimentos. “Estudiamos carreras universitarias, trabajábamos, teníamos nuestra casa, nos casamos, teníamos autos, motos... muchas cosas materiales, pero nos faltaba ese tiempo para poder disfrutar de todas esas cosas. Cuando nació nuestro hijo Tomi empezamos a ver todo de una manera diferente: cuestiones que en el trajín diario no las teníamos presentes. Empezamos a verlo crecer y sentimos que la vida se va pasando... A su vez un familiar muy cercano tuvo una enfermedad y en muy poquito tiempo falleció con todos sus sueños, sus proyectos, sus pendientes... también eso nos tocó muy muy de cerca”. Ahí se replantearon sus decisiones y lo que era un sueño si algún día ganaban la lotería se convirtió en una realidad: viajar por todo el continente a bordo de un motorhome.
En esta travesía llevan recorridos 18 países, más de 120.000 kilómetros y hace muy poquito cumplieron -al fin- el sueño de llegar a Alaska. Ahora están en Dalton Highway, una carretera de ripio de 800 kilómetros, en la que hay pocos servicios y cuyo destino final es el Ártico. Aunque suene imposible, los planes para el futuro incluyen desafíos aún más complicados.
Verborrágico y exultante, en una videollamada desde Alaska, Diego cuenta: “La idea es llegar al Ártico pronto y escaparle rápido al invierno de allá. Irnos para el sur de Canadá y luego a Estados Unidos para hacer lo que era la ruta 66. Recorrer la costa este de estos países. El único límite es el que te pone el país como estadía -3 ó 6 meses-”. El itinerario se organiza en base a esa variable y a un par más. “Los lugares a los que vamos dependen de muchas cosas: si nos gustó, si podemos trabajar ya que vamos vendiendo artesanías y comida, y también en base a las posibilidades que tiene para nutrir nuestro canal de Youtube”.
A futuro, un sueño: “El año próximo queremos irnos a África. No sabemos cómo. La verdad que es una gran locura, pero muy ansiosos de seguir viajando, de seguir en este modo de vida que nos ha gustado tanto. Para lograrlo se tienen que dar un montón de cosas. Pero si llegamos hasta acá, ¿cómo no vamos a poder seguir?”
Tips sobre ruedas
Para todos aquellos que quieran salir a viajar recomiendan ponerse en contacto con otros viajeros, aquellos que “estén en la misma sintonía que uno porque es muy distinto el día a día que si le preguntás a un amigo que conoce el destino pero fue por turismo tradicional”. Además sugieren poner una fecha posible. “Hay que hacer muchas cosas así que es importante trabajar en pos de esa fecha. Pensar bien qué se necesita y trabajar para lograrlo”.
Un dato: en nuestro país la única forma de poder renovar la licencia de conducir es hacerlo presencial. Por lo tanto, es mejor llevarla con la fecha de vencimiento lo más extendida posible.
Por último, Diego sintetiza el gran consejo: “Seguir los sueños de uno. El de nosotros era viajar. No hay que quedarse con la duda de “qué hubiera sido si...” O esperando el momento mágico. Hay que imponer el sueño e ir a buscarlo. Vida hay una sola y ¿qué mejor que hacer lo que a uno le gusta?
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