"Open House", por los siglos de los siglos...
Daniel Veronese propone que la obra no baje nunca de cartel
Cuando Daniel Veronese tiró la idea, causó conmoción entre el grupo de actores. El experimento les dio miedo, un poco de fobia. ¿Tomar el compromiso de hacer la obra "Open House" durante toda su vida, pase lo que pase, caiga quien caiga, quieran otros compromisos, no tengan público, envejezcan, se muden de país o se mueran? "Piensen esto como un matrimonio -les propuso el director-. Uno se casa para siempre; después, si se divorcia es otro tema."
Los diez actores -todos amigos y viejos compañeros del IUNA- escucharon la propuesta de "pensar la obra como un organismo vivo". Pensaron un minuto en esta modalidad del "para siempre" y respiraron más aliviados. Ya van por el quinto año de "Open House", donde todos tienen ante el público "una única oportunidad de decir algo" sobre la soledad, el desamparo y la pérdida. Y hasta ahora nadie faltó a la cita de los lunes, a las 21, en el Espacio Callejón. Bueno, sí. "Open House" ya tuvo su primera pérdida: murió Andy, el conejo, que en sus años de juventud correteaba por el escenario. Pero que tampoco fue reemplazado. Y de él se habla con tristeza a través de una foto Polaroid.
"Es que uno tiene la libertad de irse -explica Gustavo Antieco, uno de los actores-. Pero el compromiso es que si uno se va no puede volver. Porque ya no habrá reemplazo de tu personaje y la obra tendrá que hacerse cargo de esa pérdida." Un detalle previsor ante futuras caídas: de todos los integrantes del grupo ya hay una foto.
"Para mí la pérdida del conejo, más allá de lo emocional, es una pérdida estética muy fuerte -cuenta Nayla Pose, que le hará en la obra un playback nada menos que a Lou Reed-. Es un desmembramiento que provoca una pérdida de equilibrio. En el grupo nos pasan un montón de cosas: por lo menos para mí como actriz es un desafío mantener algo latente y vivo durante tanto tiempo. ¿Cuánto duraré yo en la obra? No lo sé". Después está el paso más sutil del tiempo, que parece lento e imperceptible, pero no lo es. Julieta Petruchi, otra de las actrices, cuenta que para su personaje no es lo mismo decir ahora "me casé y tuve un hijo", que cuando empezaron.
Pero la pérdida es el elemento constitutivo de esta obra, nadie puede escaparle. "Cuando empezamos a trabajar leímos mucha narrativa contemporánea americana... Cheever, Carver y así empezó a vibrar entre todos materiales sobre el desamparo, la muerte, la pérdida. También aparecieron Lou Reed y Andy Warhol", dice Melina Milone. El patetismo de su personaje frente a un micrófono conmueve, da pena y risa al mismo tiempo. Ella cuenta sobre su exposición en un casting. "Actuate algo", le dijeron frente a una luz roja. Y ella se quedó muda. "En los ensayos hacíamos unos ejercicios que consistían en presentar un número en un minuto, en donde uno tenía que hacer algo que deslumbrara para que la persona que lo viera lo eligiese", explica Gustavo. Era el momento en que empezaban a verse los reality shows en la TV. Así se llegó a esta dinámica: todos los personajes actúan ante una suerte de casting en donde los participantes trabajan para captar la atención del público. "Lo llamamos «casting de la muerte»: cada uno tiene algo para decirle al público; pero no debe ser más que el público, sino estar por debajo", suma Gustavo. Y si el devenir hace que sea el público el que no sobreviva a la experiencia de los lunes, "Open House" se hará igual, por los siglos de los siglos....