Ocho minutos de desfile: en ese tiempo intenso transcurre cada show de los fashion week
¿Cuántas cosas se pueden hacer en ocho minutos? Pienso rápido y se me ocurren tres: escuchar dos canciones, hervir pasta y presenciar en vivo, de principio a fin, un desfile de Dior en el que se muestran los 50 looks que definen el último mandato de la marca para la próxima temporada. La calidad de la puesta y la propuesta en sí misma harán el resto, por eso se invierten millones de dólares y el trabajo de los mejores profesionales, aunque sólo se trate de 480 segundos.
En el tiempo real de ese show, además de observar cada detalle, sacaré fotos a lo que más me llame la atención y haré videos de esa experiencia única e íntima. Algunas terminan en mi Instagram o Snapchat, pero yo espero poder apreciar el entorno lo más posible y no sólo mirar a través de la pantalla del teléfono. Más tarde, se publicarán editoriales a cargo de los periodistas y fotógrafos más prestigiosos en los principales medios de prensa, levantando o bajando el pulgar a ese ADN de tela que se desplegó durante los fugaces minutos en cuestión y que vivirán por siempre gracias al poder que nos da la web de compartir nuestras experiencias.
¿Y por qué sólo ocho minutos? El tiempo escasea y hay que correr para llegar puntual y en forma: entre las recientes y consecutivas semanas de la moda de Nueva York, Londres, Milán y París asistí a más de 30 shows de los al menos 400 que se hicieron entre las cuatro ciudades. Ir a estos desfiles parte de una invitación y requiere de un gran trabajo de preparación y logística. Moverse por estas ciudades puede ser difícil, y más aún por el tráfico que se genera a la entrada de los desfiles. Atravesar la ciudad lleva unos 20 minutos, pero las últimas cuadras otros 15. En Nueva York, Milán y París los shows empiezan media hora tarde, aunque en Londres siempre son en horario y esa sí que es una ciudad complicada para ubicarse.
Mientras, el diseñador se juega todo y cada modelo debe impactar con su look en 8 o, a más tardar, 12 segundos. Anna Wintour llega temprano, visita al diseñador en el backstage y mira la colección antes que nadie. Su asiento está estratégicamente ubicado para que pueda salir rápido y no quedar atrapada en el tumulto cuando todo termina.
En los 90, los desfiles podían durar una hora: las modelos bailaban, actuaban y ponían condiciones, como Naomi Campbell que no salía a la pasarela si no estaba vacía. Hoy, la rapidez con que avanza todo genera tal ansiedad que nos obliga a hacer y pensar en minutos lo que antes nos llevaba horas o días.
La célebre diseñadora Diane von Fürstenberg nos dejó a todos mudos al cambiar su tradicional desfile por una presentación en su tienda del Meatpacking District, en Manhattan. En lugar de pasarela y butacas había instalaciones, con modelos bailando y paseando por todas partes. La prensa circulaba confundida mientras que en el segundo piso, sobre un pequeño escenario ambientado con espejos y el icónico sofá de Dalí con forma de boca, la misma Diane junto a Karlie Kloss, Kendall Jenner, Lily Aldridge, Irina Shayk y Jourdan Dunn se reían, bailaban y tomaban selfies. Entre todas, reúnen a más de 80 millones de seguidores en sus cuentas de Instagram, y ellas estaban ahí, relajadas en un auténtico espectáculo de moda pensado para ser degustado, justamente, a través de las redes. Cada publicación que se hizo y se viralizó consagró a este show como un éxito comunicacional, que duró mucho más que los ocho minutos de rigor.
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