“Una locura de dos enamorados”: la historia de Obélix, la primera librería de Mar del Sur

Obélix fue la primera librería de Mar del Sud. Montada por el librero Javier Fernández en un local de tres por tres, exhibía un centenar de libros nuevos y viejos, con buenos precios y mucha variedad.

El negocio, ubicado en la única cuadra comercial del pueblo fundado en 1889 a la sombra del viejo hotel Boulevard Atlántico, parecía más un kiosquito de libros que una librería, pero aquel espacio mínimo resultó lo suficientemente contundente como para satisfacer, año tras año, el apetito fugaz de los apasionados lectores de verano.

Fernández y su compañera, Pía Henseler, abrieron Obélix durante ocho temporadas, de diciembre a marzo, desde 2013 hasta la pandemia, cuando, tras meses de maquinaciones, se propusieron doblar la apuesta.

Alquilaron un nuevo local, casi diez veces más grande que el primero, donde décadas atrás había funcionado el mítico pub Laurel & Hardy, y armaron allí no solo una librería contundente, tan amplia como las porteñas, sino un café y un centro cultural. Parecía demasiado para Mar del Sud, un pueblo con menos de mil habitantes.

“Cuando abrimos nos trataban de verdaderos locos y se sorprendían de semejante apuesta, pero con cada año el apoyo y el amor que pusimos en este local fue creciendo, apostamos todas nuestras monedas (literales) y ahora no solo somos una librería, somos un punto de encuentro y un lugar de refugio para los chicos mientras los padres hacen las compras en los negocios de la cuadra”, cuenta Javier a LA NACIÓN.

“Obélix es una locura de dos locos enamorados”.

Entre las reliquias del pasado

Pía y Javier no son improvisados en el negocio del libro. Los dos vienen de familias de libreros, y sabían exactamente lo que querían hacer con el nuevo local.

“Armamos un pequeño living con antigüedades que fui encontrando en el pueblo y con el tiempo la gente empezó a donarme sus viejos recuerdos para que estén acá presentes, fotos de archivo, botellas o el viejo baúl que perteneció a una de las familias que veraneaba en el hotel Boulevard Atlántico y lo recuperé del medio un campo en Mechongué; estaba perdido entre los yuyos”.

Entre una colección de libros de El principito escrita en varios idiomas (desde el italiano hasta el árabe, africans, rumano y más) que fueron adquiriendo durante sus viajes, sobresalen otras reliquias del arte editorial gráfico que le dan ese encantador carácter museístico a Obélix: las Patoruzito de los 80 y la balanza de almacenero, un tocadiscos y una colección de libros en miniatura.

“Después reciclamos una bicicleta antigua que teníamos y la convertimos en una bici café para que la gente pueda tomar uno mientras ve los libros. Queríamos que sea un mar de tranquilidad y fue muy bien recibido”.

Javier resalta que en Obélix hay libros para todos los gustos y bolsillos. “Tenemos material de las editoriales reconocidas pero también tratamos de darle espacio a editoriales y escritores regionales. En épocas donde los valores de los libros están por las nubes, nos esforzamos para que todos los bolsillos puedan llegar a la lectura y el dinero no sea un limitante”.

Entre los libros que tratan temas locales sobre este pueblo de mar, tan frecuentado por personalidades de la cultura que conservan riguroso perfil bajo, se encuentran El Hotel Mar del Sud, un misterio bajo la arena, de Pablo Grigera y Laureano Clavero, y Boulevard Atlántico, de Liliana Olivieri, un texto que narra la historia del hotel y “de este pueblo tan misterioso”.

Además de las playas despobladas, del carácter natural y agreste del entorno, el misterio es uno de los principales atractivos de Mar del Sud, más allá del centenario hotel de estilo academicista que actualmente se encuentra en obra de remodelación.

Submarinos nazis que emergieron antes de rendirse en Mar del Plata, el cementerio judío oculto en una de las márgenes del arroyo La Tigra, el hallazgo de un cráneo tehuelche que dio origen a una de las teorías más alucinantes sobre el origen del humanidad y hasta la aparición de la lápida oculta de un jerarca del Partido Nazi, cada una de estas historias podrían ser un libro en sí mismo y atraen a viajeros de lejanas latitudes que arriban al pueblo en busca de nuevos tesoros narrativos.

Todas las historias sobre la barra del viejo pub

“Los más viejos entran y piden permiso para sacarse una foto donde estaba la barra del pub, ahí está la marca, mirá”, señala Fernández, y muestra una larga línea de cemento trazada sobre las antiguas baldosas.

“Ahí estaba la barra de Laurel & Hardy, era de madera trabajada, pero cuando llegué ya no estaba, solo quedó la marca en el piso”.

“Mar del Sud es playa y mar, pura tranquilidad. Por un lado está la gente que no quiere que nada cambie, pero se queja de que no haya novedades, y por el otro están aquellos que anhelan llegar y ver los cambios”, agrega Javier.

“Si bien el pueblo necesita más desarrollo, mayor comunicación y transporte público (está ubicado a 17 km al sur de Miramar), de a poco va marcando su estilo y más gente lentamente lo va descubriendo y enamorándose al punto de venirse a vivir acá”, sostiene.

“Lo estamos dejando lindo al pueblo, tenemos pocos recursos y muchos problemas pero de a poco lo estamos mejorando”, dice el nuevo delegado municipal, Martín Heit. “A partir de la pandemia se vinieron a vivir más de veinte familias de manera permanente, y se siguen sumando”.

En este sentido, el dueño de Obélix destaca que, por primera vez, después de Semana Santa, resolvieron que van a abrir la librería todos los fines de semana, durante todo el año.

“Seguimos ofreciendo café y buscando llevar charlas interesantes y actividades culturales no solo como un espacio comercial, sino como el espacio cultural que Mar del Sud se merece”.

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