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Tuvo la fortuna de presenciar su nacimiento. Y, a los tres meses, luego de observarla de cerca y supervisar su crecimiento, supo que algo andaba mal. Los tendones de una de sus manos no se estaban desarrollando como correspondía. Por eso, la pequeña potranca no podía apoyar bien esa pata.
“Desde chica Miuccia siempre fue muy curiosa. Y, al poco tiempo, me di cuenta de que su mano estaba creciendo con una deformación. Tuvimos que operarla en tres oportunidades: a sus tres meses, al año y a los dos años. Luego de cada intervención y durante la recuperación sentí su alivio por sentirse cuidada. A partir de ahí fue un poco mi preferida y creo que ella también siente algo parecido”.
“Me entiendo bien con los caballos”
Desde temprana edad, Santiago Barbera había estado conectado con el mundo de los caballos. “A los seis años empecé a acompañar a mi hermano a hacer equitación. En ese entonces yo tenía nefritis, una enfermedad en los riñones que me impedía realizar determinadas actividades. Por eso, por un tiempo largo solo iba a ver a mi hermano y a los caballos, por supuesto”.
Y, aunque no podía interactuar con aquellos maravillosos animales como deseaba, esos años de simple observación y aprendizaje le dieron las herramientas que, mucho tiempo después, pondría en práctica para vincularse de un modo transparente y honesto. “Cuando me recuperé, ya me conocía todos los caballos y empecé yo también a hacer salto. Cada animal tiene su personalidad y hay que saber percibir lo que ellos están transmitiendo. El caballo es muy sensible y está muy atento a tus respuestas. Con ellos me entiendo bien”.
“Es inteligente y muy curiosa”
Desde entonces, la vida del joven empresario -que dirige junto a su hermano mellizo algunas de las compañías que conforman el Grupo Broda-, ha estado estrechamente ligada al campo y los equinos. “Miuccia es ultra curiosa. Mis amigos dicen que es el único caballo con FOMO (fear of missing out) porque quiere estar en todas las actividades que yo hago. Es inteligente, se sabe adaptar y comportar leyendo a las personas que la rodean. Si hay gente con miedo, es delicada. Si está conmigo, le encanta investigar y ver qué hago. Eso sí, como tiene confianza, cuando se pone a jugar es brusca”, dice entre risas el mendocino que cursó estudios para ejecutivos en la prestigiosa escuela de negocios de la Universidad Harvard.
Miuccia -cuyo nombre surgió de una broma y en honor a la diseñadora milanesa Miuccia Prada, responsable de una de las firmas de ropa más selectas del mundo- vive junto a otros caballos y animales de otras especies en la casa de fin de semana que Santiago Barbera tiene a veinte minutos del centro de Mendoza. Allí es libre de andar a sus anchas y por donde guste.
“Para entender a un animal, hay que sentirlo”
“Esta todo el día suelta en el jardín. Entra y sale de la casa cuando quiere. Se maneja perfecto en todos los ambientes. Y si bien es curiosa, a diferencia de mis amigos, nunca ha roto ni una copa. Solo me tengo que asegurar de dejar la puerta abierta porque, de otro modo, lame los vidrios hasta que la dejo entrar. Siempre está atenta a mis movimientos. Si ve que me quedo adentro, me acompaña un rato. Si voy a almorzar, permanece a mi lado. Si estoy muy ocupado y la ignoro, se enoja. Entonces hace una suerte de despliegue: se ofende, sale de la casa y después trata de llamar la atención-. No tengo una rutina, pero ella me acompaña en lo que haga. Si me pongo a leer afuera, se para con una mano sobre la reposera. Después se va un rato con el resto de los caballos hasta que se aburre y vuelve a ver en qué ando yo”.
Aunque Miuccia es la única que entra a la casa de Barbera, son varios los caballos que disfrutan de la interacción con los humanos cuando los ven en el jardín, almorzando o disfrutando del sol al aire libre. “Todos saben que en casa los caballos son mi prioridad. Los animales te muestran lo que es ser transparente. Te ayudan a vivir sano y tranquilo con vos mismo. Para comunicarte con ellos, las palabras son la menor fuente de comunicación, si uno quiere realmente escuchar a alguien, hay que sentirlo”.
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