La actriz está enojada porque en la serie se sugiere que tuvo intimidad con Diego Maradona. Yuyito aclara cómo fueron los hechos y da detalles de su historia de amor con Guillermo Coppola.
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Maradona sueño bendito sigue dando que hablar. Qué es ficción y qué sucedió en realidad. La vida de Diego Armando Maradona está rodeada de misterio y pocos son quienes conocen la verdad. El estreno se postergó varias veces, se esperó demasiado y ahora que ya puede verse, las polémicas se reavivan y se multiplican. ¿Es Yuyito González la vedette (interpretada por Romina Ricchi con el nombre de Mónica) que pasa un rato con Maradona en una fiesta íntima luego de la firma del contrato con Boca Juniors? Así se escribió en distintos medios. Pero, antes de dilucidar el misterio, una aclaración: Diego firmó con el club xeneize en el ‘81 y en ese momento su representante era Jorge Cysterpiller, no conocía a Guillermo Coppola y mucho menos a Yuyiyo González. La serie tiene graves problemas cronológicos que van a contramano de la realidad. “Anda sobrevolando que Guillermo me entregó a Maradona y ese rumor me desagrada mucho, porque esa vedette no era yo ”, dijo la actriz, en diálogo con LA NACION. “No conozco nada de todo eso ni jamás estuve metida en situaciones de esa naturaleza. Nada tiene que ver con la relación que mantuve con Guillermo y, cuando después de tres años de estar juntos empezó toda la situación Maradona, yo corté aún con mi hija de tres meses en brazos. Quiero que quede claro que no participé en nada de eso, nunca estuve en una habitación con Maradona en esas circunstancias y jamás fui su amante”, aseguró dispuesta a despejar toda duda.
-¿Te enoja?
-Mucho, porque tengo hijos y nietos y no me interesan esas habladurías sobre mi persona, porque ni siquiera fue mi pasado, nada que ver con mi relación, jamás participé de nada, nunca fui futbolera y la única vez que fui a ver un partido de Maradona, terminé preguntando quién había ganado. Ni lo registré. Para mi Maradona nunca fui un ídolo, sino una persona que trabajaba con mi marido. Jamás hubiese accedido a nada de todo eso. Por otra parte, siempre tuve una relación excelente con Claudia, ¿cómo me voy a acostar con su marido? Ni se me hubiera cruzado por la cabeza. Hoy por hoy, no quiero que piensen que yo pueda haber sido esa mujer que estaba con el marido de Claudia. No me cierra. Mis hijas siempre tuvieron relación de afecto con Dalma y Giannina y no quiero quedar en ese lugar.
-En realidad, tu personaje lo interpreta Mónica Ayos, ¿hablaste alguna vez con ella o con la producción de la serie?
-No sabía nada, no se me preguntó si quería o no estar en la serie, ni datos, ni fechas, ni nada, y nunca tuve contacto con guionistas ni productores ni nadie. Nadie me consultó nada y me interesa saber qué cuentan sobre mi vida porque no quiero que digan algo ofensivo. Me encontré con Mónica en un programa de Lizy Tagliani y creo que ya estaba grabando su parte en la serie pero no me comentó nada. Y tampoco tenía la obligación de decirme nada de su trabajo. Insisto, me interesa que no me dejen mal parada porque, en definitiva, es la comunicación que uno tiene en la sociedad así que no es un tema menor. Mi personaje se llama “Yayita” y creo que tiene que ver con que la palabra “Yuyito” tiene un doble sentido en algunos países latinoamericanos: es como una mala palabra.
-¿Cuándo conociste a Coppola?
-Lo conocí en el ‘83, cuando era bancario, con todo el respeto a los bancarios porque además mi padre lo fue. Guille era súper inteligente, y lo es, estaba becado en los Estados Unidos para hacer carrera en el sistema bancario. Me sedujo su simpatía, su gracia, era muy atento, generoso, pero sobre todo divertido. Nuestro amor era muy mágico, y siempre dije que éramos Romeo y Julieta, porque era un amor muy hermoso. Y me separé cuando vi que eso tambaleaba y empezaba a desarmarse el idilio de tanto compañerismo... y fue justo cuando apareció Maradona en nuestra vida. Entonces tomé esa decisión, de no estar más en esta relación aun amándolo.
-De alguna manera, el motivo de la separación fue Maradona.
-Hoy, muchos años más tarde y empezando a conocer qué pasaba en el intimidad de la vida de Diego, realmente entiendo por qué intuí y viví esa desconexión con Guillermo. Era algo que para mí, en eso tiempos, no tenia explicación, pero la tuvo cuando conocí las internas de la vida de Diego, sus entornos, todo lo que se dijo y se sigue hablando. Entonces me di cuenta por qué ese compañerismo, es amor a lo Romeo y Julieta había empezado a contaminarse y ya no era lo que había sido. Nos conocimos en julio del ‘83 y nos separamos en mayo del ‘87; Bárbara nació el 20 de febrero de ese año.
-¿Cómo se conocieron?
-Nos presentó Micky González Moreno, que era un empresario muy de la noche linda que había en esos tiempos, y fue en el restaurante Clarks, de la calle Quintana. Empezamos nuestro romance con idas y vueltas al principio, hasta que nos comprometimos y en el ‘84 nos fuimos de luna de miel durante un mes a Europa y los Estados Unidos, y nos fuimos a vivir juntos.
-¿Coppola todavía no conocía a Diego?
-En el ‘85 aparece Diego. Me acuerdo que estábamos en nuestro departamento de Avenida de los Incas, recibimos un llamado telefónico y era Diego pidiéndole a Guillermo que lo representara, porque estaba terminando su relación con Cysterpiller. Tenía que acomodar muchas cosas, entre ellas situaciones impositivas en Barcelona. Fue muy emocionante para Guillermo y para mí también, porque fui pro Maradona de entrada y me pareció maravillosa esa posibilidad que se le daba. Guillermo estaba dejando el Banco Federal, en el que trabajaba, así que fue todo maravilloso. Empezamos a viajar primero a Barcelona, nos divertíamos muchísimo con Guille, con Marcos Franchi, el contador que después también fue representante de Diego, todo muy lindo. Y cuando fue al Nápoles también estuve, aunque yo tenía mi trabajo acá, hacia teatro y televisión, por estaba muy en auge y trabajaba muchísimo pero siempre priorizaba mi relación con Guillermo. En el ‘86 quedé embarazada de Bárbara y fue una hermosa sorpresa.
-¿Cómo recibieron esa noticia?
-Estábamos en Nápoles, empecé a sentirme mal, algo raro me pasaba, y Diego y Claudia nos llevaron a un hospital en el que me hicieron todos los estudios habidos y por haber y el último fue el del embarazo. La verdad es que no se nos cruzaba por la cabeza, y en ese tiempo el resultado tardaba dos horas así nos volvimos al Hotel Paradiso a esperar. Nos llamaron, nos dijeron que el análisis había sido positivo y fue una tremenda emoción. Seguí viajando hasta que ya no pude subirme a un avión. Para entonces, Guillermo estaba completamente involucrado en los negocios de Maradona y prácticamente instalado en Nápoles, así que terminé de cursar mi embarazo en Buenos Aires, alquilamos una casa hermosa en el Boating Club de San Isidro y mi familia me acompañó. Guille ya venía muy poco a Buenos Aires y eso era muy angustiante para mí, porque no estaba cerca de mi Romeo, de mi compañero.
-Ya habían empezado a alejarse…
-Si, ya se había generado una brecha, y había cosas de las que no me enteraba, aunque intuía. Guille estuvo en el parto; rompí bolsa y fuimos juntos a la clínica, y fue muy protector, estaba su hija Natalia también. Estaban las dos cosas, por un lado todo era hermoso y maravilloso, y por el otro lado había una situación de soledad, de separación y esos cambios era muy abruptos. Imagino que Guille habrá tratado de sostener ambas situaciones. Y estar al lado de Diego era mucho más que firmar contratos porque había que sostener la cabeza de Diego, la adicción de Diego, la familia de Diego, los vicios. Habrá sido muy duro para Guillermo sostener su parte afectiva y familiar, y las demandas de Diego.
-¿Cuando fueron padres esa brecha se acentuó?
-Cuando nació Barbi mi cabeza cambió bastante porque hasta ese momento estaba ciento por ciento para mi romance y mi vida. Al ser mamá de mi primera hija cambió mi mentalidad, y mis necesidades también: quería estar con mi hija, cuidarla, necesitaba una estabilidad personal con todo lo que significa el post parto, además. Seguí viajando a Nápoles con Guille y Barbi hasta que empecé a sentirlo tan lejos de nosotras, había algo raro, algo oculto que no se contaba, como una vida paralela y no tenía claro de qué se trataba pero la intuía. Algo estaba pasando, diferente a la relación que teníamos. Hablamos de no seguir, no sé si había otras mujeres en la vida de Guillermo, porque su dinámica cambió. Me llegaban comentarios de infidelidades y me dolía muchísimo porque no tenía nada que ver con nuestra historia. Nos separamos y Guille se instaló en Europa. Tenia relación con Barbi a través de mis padres, pero nosotros no hablamos por un tiempo largo, porque terminamos muy dolidos. Mi mamá era muy de unir y mi papá también era un nexo entre Guille y yo.
-¿Cuándo se reencontraron?
-En el de bautismo de Bárbara. Guille quería que Diego fuese el padrino y yo no acepté bajo ningún punto de vista. El padrino fue mi padre, que había estado y estaba siempre y hacía como de padre de Barbi. Después seguimos en una relación de familia que continúa hasta hoy. La última vez que hablé con él fue para su cumpleaños, el 12 de octubre. Hay cariño y sentido de familia. Diego no fue el padrino pero le mandó una pulsera de brillantes a Bárbara. Después de mi separación, la relación de Guille y Diego era casi como un matrimonio, eran ellos dos y el mundo.
-¿Cuándo fue la última vez que hablaste con Diego?
-La última vez que vi a Diego fue cuando me volví de Nápoles. La he visto a Claudia, la he encontrado, hemos hablado, pero no a Diego.
-¿Recordás alguna anécdota con Diego?
-Me acuerdo que la única vez que vi jugar a Diego fue en el estadio de Nápoles y yo estaba tan desenfocada de esa idolatría y aún del fútbol mismo que terminó el partido y, displicentemente, le pregunté a Guille quién había ganado. La cancha se venía abajo (ríe). Yo estaba al lado de Guillermo por Guillermo y no por estar cerca de Maradona. Nunca me sedujeron el estrellato, las compras, ir de shopping y romper la tarjeta en Europa, parar en hoteles de súper lujo o andar en autos de alta gama.
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