La belleza del color, la forma y la libertad del trazo a veces encuentran su lugar en un territorio donde reinan las ciencias duras. No hay enfrentamiento real contra el dibujo: simplemente es una posibilidad de exploración hacia zonas insospechadas. La historietista Sole Otero (1985), una voz reinante en el universo under, y al borde de la consagración mainstream, es la mayor de cuatro hermanos; tiene un padre ingeniero y una madre profesora de Matemáticas. A pesar de que reinaban los números en todos los espacios del hogar, su infancia estuvo plagada de libros: "Me costó relacionarme con el tema del arte. Lo hice recién cuando estaba en la facultad porque no tuve motivaciones más allá de lo técnico. Mis padres sí me inculcaron la lectura, me compraban un montón de libros porque tenían esa idea en la cabeza. Leíamos un montón y teníamos una biblioteca infantil bastante buena. Me gustaba más leer que hacer otras cosas", cuenta Otero.
Mientras terminaba la secundaria ("quería ser escritora, tenía como modelo a Agatha Christie") y pensaba qué hacer de su vida descubrió el manga y se puso a dibujar sin pausa: "Fue a partir de la Revista Láser. Me enganché con eso de hacer una historieta un poco más adulta. Y empecé a estudiar historieta, caricatura y dibujo".
Su love story con el manga se terminó porque a nivel dibujo no la convencía y lo sentía extraño. Se puso a buscar, entonces, qué otros estilos podía abordar para sentirse más cómoda. Así se compenetró con la historieta francesa, con el estilo, con la manera de dibujar y pintar: "Comencé a tener laburo de ilustradora y me dediqué a eso profesionalmente mientras estudiaba una carrera y de forma más solapada hacía historieta. Pasé demasiado tiempo laburando en digital, así que cuando volví al papel y a la tinta fue una nueva revelación", recuerda. Ahí fue donde encontró algo parecido a un destino: publicó los libros La pelusa de los días y Las botas rojas, y el año pasado salió la novela gráfica Poncho fue (Hotel de las Ideas), que significó un salto extraordinario a nivel narrativo y personal. "Todas mis cosas tienen algo autobiográfico. Poncho fue es la historia de mi última pareja. Necesitaba explicarme a mí misma y a los demás por qué me había metido en una relación tan de mierda. Para intentar resolverlo se me ocurrió hacer este libro".
Poncho fue la novela gráfica que ubicó a Sole Otero en un lugar de relevancia dentro de la historieta nacional, aunque ella trasciende los cercos narrativos o pictóricos para delimitar su camino. "Lo que más me gusta es contar historias, incluso más que dibujar. Creo que eso es lo que más importa: decir algo. El dibujo es un acompañamiento a lo que cuento".
Mientras se gana la vida como ilustradora y docente, no para de generar proyectos: "Escribí mi primer cuento para una antología de cuentos infantiles, y acabo de terminar una novela gráfica de ciencia ficción". Pero es todo parte de un plan y una necesidad. "Necesito estar haciendo varias cosas a la vez porque si no me angustio, me agobio".
Señas particulares
Se recibió de diseñadora textil en la UBA en 2010, e impartió talleres de bordado, tejido y fieltro agujado. Trabaja como ilustradora infantil desde 2006. Como historietista se desempeñó haciendo webcomics. En 2015, editó su primer libro, La pelusa de los días, en España. Formó parte del colectivo latinoamericano Historietas Reales y del colectivo internacional Chicks on Comics. Dio clases de ilustración, historieta y tira diaria. Se encuentra trabajando en nuevas novelas gráficas, historietas para chicos y libros álbum.
Historietistas
- Rutu Modan
- Camille Jourdy
- Anouk Ricaud
- Aisha Franz
Novelas gráficas
- Panthere, de Bretch Evens
- La propiedad, de Rutu Modan
- My Favorite Thing is Monsters, de Emil Ferris
- Beauty, de Kerascoet y Hubert
Instagrams
- Poorly drawn lines
- María Herreros
- The New Yorkers Cartoons
- Agathe Sorlet
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