En la casa de Magalí Etchebarne no había biblioteca, pero su mamá leía: "Lo hacía a la noche, en la cama, con la luz del velador. Y tenía un escondite en la parte alta del placard donde guardaba los libros. Era un depósito desprolijo, una parte que quedaba escondida del resto". De ahí viene el primer libro para adultos que leyó: Flores robadas en los jardines de Quilmes, de Jorge Asís. "Ese título me llamó la atención, entonces se lo pedí a mamá. Me dijo: «No, esto no es para que lo leas vos». Esperé a que se olvidara y lo agarré. Lo leí a escondidas. No sé si Asís es la entrada correcta a la literatura para una niña, pero en ese libro encontré algo que me incomodaba y a la vez me hacía sentir libre, transgresora", explica. Etchebarne tenía 11 años y ahora que es adulta y lo ve a la distancia entiende que esa es la posibilidad que le dieron los libros: estar en lugares a los que tal vez no vayas nunca y "meterte en la cabeza de otro, aprender y explicarte o preguntarte todavía más cosas".
En la primaria empezó a escribir. Lo primero fue una historia de terror de tres hermanas huérfanas asesinas. Y siempre llevó diarios. Escribía poemas, cartas que no mandaba. Y también escribía cartas para sí misma en el futuro, un género que creía que estaba inventando. Era el despertar de una escritora y el germen con el que se inician relaciones fructíferas.
Cuando terminó la secundaria, su camino siguió relacionado con la literatura. "Hace años hacía informes de lectura. Estudiaba Filosofía y pasé a Letras. Y, si bien me pagaban poco, me encantaba hacerlos. Cada vez que llegaba a la editorial para entregar mi factura pensaba quiero trabajar acá. Años después me enteré de que buscaban editor y me postulé. Es un trabajo hermoso, aprendo cosas nuevas todo el tiempo".
Luego de publicar cuentos en diversas antologías, Magalí Etchebarne decidió sacar su primer libro por una editorial independiente y fue un hit del under. Los mejores días (Tenemos las Máquinas) es una obra que se destacó por esa combinación extraña y luminosa donde se conjugan una prosa preciosa, un conjunto de temáticas atractivas y cierto espíritu epifánico, de revelación en la intimidad. "Encontré en la escritura una forma de usar lo conocido para inventar. Hay muchas cosas que me obsesionan y soy de darle vueltas a la misma idea. Para mí, al contrario de gastarlo o agotarlo lo transformo", explica. Ahora bien, ¿cómo escribe alguien que vive de corregir las escrituras ajenas? Contesta Etchebarne: "Cuando escribo no me pienso nunca en términos de editora. Hago lo que quiero, lo que puedo, trato de copiar, incluso hago lo que a veces digo que no hay que hacer".
En este momento, Etchebarne se encuentra escribiendo cuentos, nuevos y viejos, que tenía a mitad de camino y que decidió reescribir. Pero se suma un nuevo proyecto: "Estoy tratando de hacer un documental sobre señores que cazan jilgueros y los llevan a competir por el canto. Entre ellos, mi papá. Ya tengo unas cuantas horas de filmación y el mes que viene lo voy a empezar a trabajar con Hernán Rosselli, que es un director que admiro".
MINIBÍO
Nació en octubre de 1983 y fue criada en Remedios de Escalada. Su nombre iba a ser Alfonsina, pero sus padres cambiaron de opinión unos días antes. Estudió Filosofía, dejó y empezó Letras en la misma facultad. Trabaja como editora en Penguin Random House. Publicó cuentos en antologías: Historias de mujeres infieles, Emecé, 2008; El amor y otros cuentos, Mondadori, 2011, y El tiempo fue hecho para ser desperdiciado, Libros del Perro Negro, Chile, 2012. Los mejores días es su primer libro. Se publicó en mayo de 2017 por Tenemos las Máquinas.
Autoras
• Marguerite Duras
• Claire Keegan
• Hebe Uhart
• Aurora Venturini
Libros
• El ruido y la furia de Faulkner
• Vivir afuera de Fogwill
• Hospital de ranas de Lorrie Moore
• El amante de Marguerite Duras
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