Cada vez más jóvenes abandonan sus casas y trabajos por la libertad de no ser de aquí ni de allá y comparten sus vivencias en YouTube, donde tienen miles de seguidores
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Fernanda Mugarbi de 29 años y José Luis Ferriño, de 34, tenían una vida rutinaria como muchos otros: son licenciados en sistemas, trabajaban en un banco de los importantes en horario de oficina y vivían en Buenos Aires, pero la vida que tenían no los convencía. Hasta que un buen día José le dijo a Fernanda: “Que te parece si renunciamos y nos vamos a recorrer América hasta Alaska”, cansado de las ataduras de la actividad profesional. Aunque no lo esperaba, aunque estaba seguro que vendría un no de la boca de su novia, después de pensarlo cinco minutos, llegó el sí que les cambió la vida. Compraron una camioneta Mercedes Benz MB180 modelo 94, que acondicionaron con todas las comodidades (baño con ducha, cocina, paneles solares para generar energía) durante un año. En enero de 2020 comenzaron la aventura, que por ahora no tiene fecha de regreso ni una hoja de ruta precisa. Se quedaron varados en Tierra del Fuego durante 8 meses por las restricciones de la pandemia, recorrieron la isla a fondo y cuando se pudo continuaron el viaje por ahora por suelo nacional pero que tiene el objetivo de llegar hasta Alaska, sin apuro, recorriendo todos los países del continente.
Durante esta nueva vida en el camino y de manera inesperada encontraron en YouTube una fuente de subsistencia y además, sin llegar a ser estrellas de la tele, son muchos los seguidores que los reconocen, que les piden fotos y les hacen regalos. “Una vez un auto nos hizo señas para que paremos en el medio de la ruta, cerca de Zapala, en Neuquén. Cuando bajamos, nos dijo que nos seguía, que sentía que viajaba con nosotros y nos regaló 3000 pesos para la nafta”, cuenta Fernanda, desde San Lorenzo, Salta.
Antes de empezar su nueva vida nómada no tenían ni idea cómo grabar y editar un video y ahora no se imaginan haciendo otra cosa. Viajan y generan contenidos para YouTube, casi como una road movie sin fin. Abrieron el canal AmericAndo, que tiene 65.400 suscriptores y los más de 100 videos que crearon en el último año y medio ya suman más de un millón de horas de visualización, cifra que les parece increíble.
“Cuando decidimos hacer del viaje nuestro modo de vida permanente pensábamos en cómo lo íbamos a solventar. Crear contenidos para YouTube y lograr monetizarlos era una de las ideas, pero sinceramente pensábamos que nadie nos iba mirar. Al principio los hacíamos para nosotros, pero de repente a la gente le empezó a gustar y ahora se convirtió en un trabajo, pero que nos encanta, que disfrutamos, no nos imaginamos haciendo otra cosa”, explican. En los videos cuentan detalles del día a día de la vida rodante, dan recomendaciones y muestran los destinos que conocen.
Cada vez son más los argentinos que dejan todo (profesión, carreras exitosas, rutina) y se lanzan a llevar una vida nómada, de viaje constante por el mundo. Un recorrido que tiene un principio, pero no un final concreto, cercano, como unas vacaciones o un año sabático
Cada vez son más los argentinos que dejan todo (profesión, carreras exitosas, rutina) y se lanzan a llevar una vida nómada, de viaje constante por el mundo. Un recorrido que tiene un principio, pero no un final concreto, cercano, como unas vacaciones o un año sabático. Es un nuevo estilo de vida, austero y simple en muchos casos, donde se necesitan muchos menos recursos económicos que en una vida tradicional, pero con la libertad de no arraigarse a un sitio y de amanecer en un lugar diferente cada vez que se lo proponen, de conocer gente, nuevas costumbres, paisajes. Algunos adoptan como nuevo hogar una motorhome o un auto; están los que viajan en una moto o en bicicleta y hasta incluso a pie, con la mochila al hombro. En pareja, con un amigo o solos.
Para solventar este estilo de vida, muchas veces sin proponérselo, se convierten en creadores de videos, donde cuentan y muestran los pormenores de su viaje. Sus vidas itinerantes se convierten en una especie de serie, con episodios que llegan periódicamente a sus seguidores, que de alguna manera se suben a su viaje. La pandemia no limitó a estos viajeros, que siguieron con sus planes, muchos fronteras adentro de la Argentina. También aumentó el interés por consumir este tipo de producciones. Según un estudio de Ipsos para YouTube, para el 53% de las personas, un video que vieron durante los últimos 12 meses les ayudó a sentirse como si estuvieran en un lugar diferente. Además, el 62% de las personas encuestadas está de acuerdo en que el contenido no necesita tener un aspecto profesional para que lo encuentren valioso.
Por supuesto que convertirse en influencers cuesta. José y Fernanda recuerdan que al principio les fue difícil llegar a obtener dinero, que José estuvo horas y horas mirando tutoriales para aprender a editar, a generar el canal, que ahora se transformó en su principal fuente de ingreso.
Para solventar este estilo de vida, muchas veces sin proponérselo, se convierten en creadores de videos, donde cuentan y muestran los pormenores de su viaje. Sus vidas itinerantes se convierten en una especie de serie, con episodios que llegan periódicamente a sus seguidores
“La realidad es que llevamos una vida muy económica, el principal gasto es nafta y comida, nada más. Entonces lo que generamos nos alcanza para vivir”, afirman.
Los primeros videos los definen como de menor calidad, pero con el tiempo se fueron perfeccionando y ganando seguidores. “Los videos dan mucho trabajo, cada uno nos lleva dos días de edición, pero lo hacemos felices y pensamos que gustan tanto porque nos mostramos tal cual somos.”
Para lograr monetizar un canal se debe tener un mínimo de 1000 suscriptores y contar con 4000 horas de visualización públicas válidas durante los últimos 12 meses. Los anuncios son el centro de las fuentes de ingresos. En los últimos años, según datos de YouTube, la comunidad van life (como se llama a los que viven en una camioneta o motorhome) es una de las que creció con mayor rapidez a nivel mundial en la plataforma: los videos de este segmento tuvieron más de 740 millones de visitas desde marzo de 2020.
De Ushuaia a Alaska
También se sumaron a esta tendencia Carolina Fenoy de 28 años y Santiago Bertaina, de 32, que empezaron con su vida nómada poco antes que comience la pandemia. A pesar de que son licenciada en administración de empresas e ingeniero industrial, sentían que les faltaba algo, que su vida no los completaba. “Un domingo a la tarde, con la crisis de tener que ir al otro día a la oficina empezamos a pensar en esta idea de viajar por el mundo, que al principio parecía una locura, pero al otro día nos pusimos en campaña y en 9 meses vendimos todo, renunciamos a nuestros trabajos y empezamos este viaje con la idea de unir Ushuaia con Alaska”, cuenta Carolina. Al momento de la entrevista estaban en la costanera de Posadas, pero luego lograron cruzar a Brasil con el plan de recorrer toda la costa. Aunque es una hoja de ruta que se arma sobre la marcha, según lo que les gusta o lo que les recomiendan conocer.
Ya tenían la camioneta, consiguieron el camper, que es como una casilla que va montada sobre la camioneta y que tiene baño y ducha, agua caliente, cocina, heladera y cama, todo en un espacio reducido al que tuvieron que acostumbrarse a mantener en orden. Además, dos paneles solares y una garrafa de gas. La pandemia los encontró en Bariloche, donde se quedaron varios meses, hasta que pudieron retomar el viaje, llegaron hasta Ushuaia y recorrieron la ruta 40 completa. Como el de muchos otros, es un viaje sin tiempos estipulados: “Salimos a viajar sin tiempo, no tenemos un día igual al otro, nuestro plan es dar la vuelta al mundo y estamos muy a gusto con nuestra nueva forma de vida, no estamos de vacaciones. Lo pensamos hacer hasta que nos deje de hacer feliz, quizás toda la vida”.
En esta nueva realidad encontraron en los videos una fuente de sustento, que les permite trabajar en el camino. “Al principio Santi no quería saber nada con hacer grabaciones, con fotos, era motivo de pelea. No salimos de viaje con esta idea, no sabíamos nada del tema; el canal fue un proyecto de cuarentena, pero que empezó a crecer mucho, la gente se empezó a enganchar. Mostramos como cocinamos, los quehaceres domésticos. Compartimos lo bueno y a veces lo que no lo es tanto, porque nos pasan cosas como a todos y también informaciones de los lugares a los que vamos. Nos fuimos perfeccionado y esperamos seguir en esto, que siga creciendo”.
Los ingresos por el canal Hakuna Matata x el mundo, donde tienen 66.800 suscriptores y más de 6 millones de visualizaciones totales, se convirtieron en su principal fuente de ingresos, y al que le dedican mucho tiempo, como un trabajo. Suben videos dos veces por semana, a veces tres, hacen grabaciones con drone y se fueron equipando con nuevos teléfonos y computadoras; se los ve espontáneos, como si hubieran hecho esto toda la vida. Ya los reconocen en muchos lugares a los que llegan, los invitan con algo, como comidas y hasta alojamiento en hoteles.
“Lo que nos apasiona es viajar. Y cuanto más viajamos, más contenido generamos y más ingresos obtenemos para poder seguir viajando”, cuenta. Un círculo que cierra, en una vida en continuo movimiento.
La vida a bordo de un Megane
Hace tres años, cuando dejaron su casa en Andacollo, Neuquén, donde vivían y sus trabajos como profesores, Mauricio Sepúlveda de 37 y Micaela Mazulla, de 29, se volcaron a la vida viajera. En su caso, su casa rodante es un Renault Megane del año 99, al que adaptaron para poder desplegar una cama sacando los asientos de atrás. No tienen otras comodidades, pero ya no las necesitan, se acostumbraron a usar baños de estaciones de servicio, duchas ajenas y a cocinar para el día con una garrafa de dos kilos y en una olla a presión para no gastar tanto gas. También a huir de las zonas de calor porque de noche en el auto se siente mucho y a cuidar el agua al máximo.
“Adaptarse lleva tiempo, resignamos muchas comodidades, las cosas básicas llevan más tiempo, todo es más complicado. Pero lo más difícil es bajar un cambio, acostumbrarnos a viajar lento, más tranquilos, sin apuro. Veníamos de una vida muy acelerada y queríamos hacer muchos kilómetros rápido, conocer muchos lugares, pero el auto lo fue sintiendo, aprendimos a frenar un poco, nos obligó a ir más lento”, cuentan desde Santiago del Estero, antes de continuar hacia Santa Fe, la última provincia que les queda por visitar. Además, los sorprendió la cantidad de nuevos viajeros que se sumaron a esta vida itinerante: “Desde que comenzó la pandemia mucha gente decidió vivir de esta manera y salieron muchísimos –explican-. Estamos en tres grupos de WhastApp que están al máximo de participantes y todos compartimos el mismo estilo de vida. La mayoría son argentinos, pero también hay colombianos y españoles. Cuando alguno tiene un problema intentamos ayudarnos entre nosotros”.
Ya recorrieron Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil y por la pandemia, luego de un parate obligado en Brandsen, se propusieron recorrer todas las provincias argentinas, hasta que se abran las fronteras y puedan continuar viaje hasta Alaska, conociendo todo lo que puedan, sin tiempos. “Al principio íbamos a hacer el viaje con mochila, pero pudimos conseguir el auto, que nos da más comodidad y que se convirtió en nuestra casa. No tenemos una ruta definida, porque este es un estilo de vida en movimiento, nuestra idea es vivir así, sin ponernos plazos porque no queremos volver a nuestra vida anterior”.
“Adaptarse lleva tiempo, resignamos muchas comodidades, las cosas básicas llevan más tiempo, todo es más complicado. Pero lo más difícil es bajar un cambio, acostumbrarnos a viajar lento, más tranquilos, sin apuro”
Solventan el viaje con la venta de artesanías, como macramé, cuadros pintados, encuadernaciones, que ellos mismos producen, pero desde hace más de un año se volcaron a la producción de videos para compartir su viaje y generar dinero: “Al principio lo hacíamos como recuerdo para nosotros, pero en enero empezamos a monetizar con el canal Viajando para vivir, pero no es tan fácil para los que no estamos tanto en el tema, hay mucha burocracia, todavía tenemos pagos retenidos por un problema con un cheque, pero seguimos produciendo videos”.
Tienen casi 10.000 suscriptores que siguen su viaje y que se interesan por lo que les pasa día a día, como se organizan con el auto, la cama, la comida y otros detalles de la vida cotidiana.
Esos videos, hechos con celular, sin mucha tecnología les demandan mucho esfuerzo: “Algunos nos llevan 20 horas de edición mínimo, pero es un trabajo que nos gusta, se empezó a sumar mucha gente que dice que viaja con nosotros y seguimos haciendo más para hacer crecer la comunidad. Esperamos poder incrementar los ingresos para alivianar el trabajo de las artesanías”.
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