Con imaginación y minimalismo, un poeta sacude la escena literaria porteña.
Por Walter Lezcano
En la casa de Patricio Foglia (Buenos Aires, 1985), un poeta que está llamando la atención del under literario con su reluciente obra, solamente había una biblioteca pequeña: algunos libros apilados sobre una mesa ratona, libros que se diluyeron casi por completo con la mudanza, cuando sus padres se separaron.
Sin embargo, la lectura lo acompañó siempre: “Leía cualquier cosa que pasara delante de mis ojos, la Conozca más, Muy interesante, Viva, El Gráfico, los poemas de Alfonsina Storni, los dos tomos de El mundo del arte, hasta la descripción química de los Poett. Era como un trastorno, o una obsesión”.
Poco a poco se fue metiendo en la lectura de poesía, un camino farragoso pero plagado de seducción y erotismo. Cuenta Foglia: “Lo que más me gusta de la poesía es lo que más gusta de la palabra en general, esa música leve con la que nos llega el sentido, ese color que tienen las frases, esa capacidad de crear otro mundo, un castillo de arena en el aire. En el lenguaje diario esto ya existe: hay ritmo y metáforas en cada charla cotidiana. Pero en la poesía estas funciones están exacerbadas o en primer plano, y entonces la palabra ya no está al servicio del mero intercambio, sino que vuelve a su origen, a generar otra vez una relación entre los cuerpos, o entre el cuerpo y el mundo, y de nuevo es posible nombrar todo desde un principio”.
La escritura es otro tema. Para él fue algo casual: necesitó aislarse del mundo, y entonces cerró los ojos y escuchó una música, apenas audible, que estaba dentro de él o fuera, y la siguió como Alicia sigue a su conejo. “Escribo desde los primeros años de la secundaria, o a lo mejor desde un poco antes. Escribía en los márgenes de las hojas, en medio de cualquier materia, a veces con urgencia y otras con tranquilidad. Pero si aparecía esa música, prefería seguirla antes que cualquier otra cosa”, dice el poeta.
Foglia publicó este año Temperley (Subpoesía) y Tokio (Caleta Olivia), y antes sacó La escafandra y Lugano 1 y 2. Su magnífica poesía indaga el espacio como territorio para la libertad: imaginación y minimalismo parecen ser su manera de encontrar una voz personal y que se destaca en el panorama poético actual. Explica Foglia su método de trabajo: “Creo que se parece al de un pescador en su balsa, quieto en el medio del lago, esperando el momento. Quiero decir que hay algo del orden de lo voluntario, pero al mismo tiempo, hay algo que no depende de mi voluntad. Tiene que ver con retirarse un poco de lo social, generarse un tiempo y un espacio. También puede pasar en el colectivo o en la calle, como un fruto maduro que cae al pasto cuando nadie lo espera. Después vendrá la corrección, la lectura en el taller, trabajar con el objeto que apareció en ese paréntesis que se abrió porque estuve solo”.
SEÑAS PARTICULARES
MINIBÍO
Patricio Foglia nació en Buenos Aires, en 1985. Publicó Temperley (En el aura del sauce, Subpoesía, 2011), Lugano 1 y 2 (Viajero Insomne, 2014), La escafandra (Mágicas Naranjas, 2015) y Tokio (Caleta Olivia, 2016). Compiló y prologó la antología de poesía y ciencia ficción Los fuegos de Orc (Mágicas Naranjas, 2016). Coordina, junto con Tom Maver, el sitio malonmalon.com.ar. Colabora en el ciclo de lecturas El Rayo Verde, que organiza Osvaldo Bossi.
POETAS ARGENTINOS
Borges
Juan Gelman
Estela Figueroa
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LIBROS DE POESÍA
Kaddish de Allen Ginsberg
Habitó entre nosotros de José Watanabe
Italienisches Liederbuch de J. R. Wilcock
La carne de los ángeles de Alda Merini
EDITORIALES
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