Nuevas causas. El fenómeno del activismo centennial
"Veía mucha gente en la calle, en la misma cuadra donde vivía o cerca, y pensaba ‘algo hay que hacer’", cuenta Guadalupe Díaz Bo, que tiene 19 años y hace actividades solidarias desde los 13. Hoy es voluntaria de la Fundación SÍ y organiza los recorridos nocturnos de cada miércoles. "No se da el ejemplo con lo que se dice, sino con lo que se hace. Cada uno de nosotros, como jóvenes, tenemos que cumplir nuestro rol, aportar", asegura y cuenta que el objetivo de los recorridos es acompañar a las personas en situación de calle: "Acercar un oído, prestar un abrazo. Hay veces que reís, hay veces que llorás...". No se trata solo de ir de forma asistencialista. La idea "es conocerlos, preguntarles, hablar con ellos y procurar un próximo encuentro".
Su mayor satisfacción fue que recientemente una de las personas visitadas pudo salir de la situación de calle. "No es en vano, sino que realmente sucede y es un trabajo en conjunto", asegura.
En estos días en que la voz de Greta Thunberg, de 16 años, acaparó las miradas del mundo con su participación en la Cumbre Climática de la ONU, las causas de los centennials (nacidos después de 1997) cobran nueva relevancia. En nuestro país, esta generación reivindica como propias temáticas como el cuidado del medio ambiente, la defensa de los animales, la diversidad de género y acciones sociales para asistir a los más vulnerables. Optimistas respecto de su capacidad de transformación, mediados por la tecnología y dueños de nuevos repertorios culturales, sienten la responsabilidad de construir su futuro. Están dispuestos a cambiar lo que se propongan. O al menos intentarlo.
Mercedes Pombo tiene 19 años y estudia Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Le indignan las enfermedades que se producen por la contaminación. Le molesta que en la cuenca del Riachuelo vivan chicos que en su sangre tengan 5 veces más plomo que lo aceptable o que cuando se fumiga en un campo, se afecte la salud de los pobladores cercanos. "Hay gente que padece una serie de enfermedades muy graves provocadas por agroquímicos, que se podrían evitar". Y para evitarlo, tomó la bandera del cuidado del medio ambiente. "Creo que no hay que esperar a que venga alguien más y lo haga, porque podemos esperar mucho tiempo y que no venga nadie a solucionar estos problemas. Yo creo que tengo la responsabilidad de hacer lo mejor que pueda".
A principios de este año, la activista sueca Greta Thunberg convocó a los jóvenes de todo el mundo a salir a las calles en defensa del medio ambiente. Mercedes respondió al llamado y, junto a más de 5 mil jóvenes autoconvocados, el 15 de marzo se manifestó en el Congreso Nacional. "Nos contactamos con chicos y chicas de nuestra edad con las mismas inquietudes a través de redes sociales", cuenta la estudiante.
A la par de esta iniciativa nació Jóvenes por el Clima, la agrupación local que se referencia con Thunberg y está integrada por adolescentes de 16 a 19 años. Su norte es instalar el cuidado del medio ambiente en la agenda de los dirigentes. "Las políticas públicas determinan en mayor medida qué pasa con todo lo que está a nuestro alrededor y en particular, con el ambiente. Por eso es importante reunirse con referentes de todos los colores políticos para poder hacer llegar estas demandas", asegura la centennial, quien se enorgullece de que su agrupación haya influido en la Declaración de Emergencia Climática en el Senado de este año.
Mercedes explica que la posibilidad de ver en vivo y en directo una catástrofe reciente como los incendios en el Amazonas permite que sean más jóvenes los que conozcan los problemas ambientales. "El tema está latente en los jóvenes. Es algo que angustia particularmente a las nuevas generaciones. Va a ser cada vez más ineludible", enfatiza.
La defensa del medio ambiente no solo se preocupa por el cambio climático, sino que contempla otras agendas como la protección de los animales. Martina Buchbinder tiene 18 años y estudia en el Colegio de la Ciudad. Es vegana hace un año y no come carne hace casi tres: "Tomé la decisión por empatía hacia los animales, por la creencia de que no hay que comerlos, ni usarlos, ni explotarlos de ningún modo", remarca.
El veganismo no es solo una dieta sino que rechaza el uso de productos y servicios que se valgan de animales para la vestimenta, medicamentos, cosméticos, transporte o experimentación. Además, quienes adscriben al veganismo, se proponen difundir su mirada: "El movimiento trata de buscar que la gente tome conciencia de que nosotros también somos animales y que podemos vivir a base de plantas, no hace falta matar a otros animales simplemente por gusto", asegura Martina, y agrega: "Yo sé que el veganismo existe desde hace años, pero mi generación es más empática con los animales y sé que cada vez vamos a ser más. De mis amigas, solo una come carne".
Sin embargo, al principio no fue fácil para la adolescente: "Me molestaban mucho, me ponían hamburguesas en la cara o cosas así, pero después entendieron que los que estaban equivocados eran ellos y no yo".
Para el doctor en Ciencias Sociales e investigador del Conicet Pedro Núñez, el medio ambiente es un tema que atraviesa a todos los centennials. "Son demandas transversales, que no necesariamente son partidarias, entonces al no haber la exigencia de compartir la ideología de cierto partido, hay mayor identificación", resume. Núñez también afirma que los centennials se preocupan por la realidad social: "Las nuevas generaciones se identifican con causas cercanas, concretas, con aquello que pueden transformar desde su cotidianidad. Hay algo de comprometerse, una veta solidaria".
Diversidad sexual
Los centennials también crecieron en una época marcada por un intenso debate social sobre la igualdad de género, las diversidades sexuales y los derechos de las mujeres: la ley de Matrimonio Igualitario en 2010, la ley de Identidad de Género en 2012, las marchas Ni Una Menos que se inauguraron en 2015 y el tratamiento del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en 2018.
Lo que más le preocupa a Kai Félix, de 17 años, es el respeto a la diversidad de género. "Yo soy una persona trans no binaria y son temáticas que me chocan directamente. Se trata de tener que hacer algo al respecto, más que de querer".
Kai, que estudia Producción Artística en la escuela ORT, se identificó como persona trans no binaria hace poco más de un año. Gracias a la ley de Identidad de Género, el colegio al que asiste respeta su nuevo nombre. "Yo quiero tener un DNI no binario, pero no es posible todavía. Hay toda una campaña al respecto, así que por el momento tendré que esperar un poco", plantea Kai, y reconoce que su generación tiene otra relación con la sexualidad y con el género: "Nuestra época es mucho más abierta, tengo mucha suerte en eso. Sé que personas más grandes, de entre 20 a 30 años, no blanquearon su identidad hasta después de terminar el colegio".
Rafael Blanco, investigador del Conicet en el equipo de Políticas y Juventudes y Grupo de estudio sobre Sexualidades señala que motivados por la búsqueda de la igualdad y la inclusión, los centennials encuentran en el lenguaje un vehículo para transformar la realidad binaria: "Hablar de mujeres y varones vendría a ser un lenguaje viejo para una generación nueva. Si hay algo propio de los centennials, es el lenguaje inclusivo".
"No es lo mismo respetar los pronombres de las personas que usar el lenguaje inclusivo", explica Kai y destaca que el uso de pronombres se relaciona con la identidad autopercibida, mientras que usar el lenguaje inclusivo es una elección individual. "Yo no soy quien para decirle a alguien que tiene que cambiar su forma de hablar. Es distinto que yo prefiera que cuando se refieran a mí usen pronombres neutrales como ‘elle’, ‘algune’, ‘le’", aclara Kai y niega que el lenguaje inclusivo sea una moda: "Estoy viendo un cambio positivo y espero que siga. Quienes lo usan es porque se están replanteando algo y espero que esas convicciones sean fuertes".
Por el fácil acceso a contenidos, como los ofrecidos por las plataformas de streaming, las nuevas generaciones encuentran modelos de referencia o formas de nombrarse que otras generaciones no tuvieron. "La educación sexual no aparece en la escuela, pero hay una serie en Netflix que se llama Sex Education o la serie 100 días para Enamorarse que colocaba en un personaje joven la cuestión de transicionar de género", señala Blanco.
Hiperconectados
Por otra parte, el centennial es un nativo digital, no conoce la vida sin un smartphone a su alcance. Socializados en un paradigma de hiperconectividad, en el que el acceso a la información y la comunicación son inmediatas, las redes sociales son el espacio donde pasan buena parte de su tiempo.
"Son una herramienta para expresar lo que yo quiera poner. Quién soy, lo que pienso y lo que me interesa que el resto de la gente vea, lea y escuche. Me parece que una de las cuestiones que más influye en mi generación es tener tanto acceso a la información. Tenemos el celular todo el día entre manos. Tenemos la capacidad de informarnos", expone Kai.
Rafael Blanco señala que el movimiento Ni Una Menos sensibilizó a los jóvenes en contra de los femicidios y la violencia machista y permitió que la demanda se transformara en una acción concreta dentro de la escuela: "La discusión del aborto en el parlamento permitió cierto brebaje de cuestiones de género en el espacio escolar, trasladando el reclamo estudiantil de que se aplique la ley de Educación Sexual Integral (ESI)".
Tomás Cancela tiene 17 años, cursa cuarto año en el Lenguas Vivas y participa del centro de estudiantes donde coordina el espacio de "nuevas masculinidades". "Es un taller de deconstrucción de los varones, porque también entendemos que tenemos un rol en todo esto. El mundo no va a cambiar solamente porque las mujeres se organicen, como lo están haciendo, sino que además los varones debemos pensar en las cosas que hicimos, hacemos y lo que hemos aprendido", argumenta Tomás.
Cada quince días, unos 50 chicos de entre 14 y 18 años participan de los cursos. El centennial detalla de qué hablan cuando se reúnen: "Reflexionamos acerca de la violencia física, psicológica y la cuestión de querer imponernos. Discutimos sobre el consentimiento, qué es un abuso, qué actitudes reconocemos en nosotros que no tienen las mujeres y por qué creemos que es así".
Tomás cree que su generación puede construir un mundo mejor: "Quizás suene muy cliché, pero sostengo que la realidad no ‘es’ así, sino que ‘está’ así y que depende de nosotros cambiarla. Mucho más si somos la juventud. Se habla de que la juventud es el mañana, pero no podemos ser parte del mañana sin ser parte del hoy".