Lejos de cualquier prejuicio o tabú, la exploración sexual logró consolidarse como la práctica elegida para calmar ansiedades en un año difícil. Pero ¿cómo saber si llegaste a la cresta de la ola?
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La llegada del COVID-19 replanteó la forma de relacionarnos en todos los planos, incluyendo el sexual. Las parejas convivientes se chocaron frente a la monotonía de la cuarentena estricta, las no convivientes con el obstáculo de no poder encontrarse y las solteras con el desafío de conocer gente nueva. En ese sentido, la masturbación se convirtió en un aliado clave para sobrellevar la situación ya que permitió mejorar la percepción de bienestar y liberar endorfinas. Los datos lo confirman: una encuesta realizada a las mujeres usuarias de Gleeden, la aplicación líder de encuentros extraconyugales, desde el inicio de la pandemia, reveló que el 47% de ellas incrementó la frecuencia con la que se masturban.
Otro costado positivo de la pandemia en este sentido es que permitió generar espacios virtuales donde las mujeres pudieran expresarse y preguntar sobre temas sexuales. Esto se tradujo en un aumento de la demanda de un 200% en la venta de juguetes sexuales y pornografía feminista.
Al consultar a las mujeres de Gleeden sobre este tema, el 54% confesó que desde el inicio de la pandemia empezaron a recurrir al uso de juguetes sexuales para la autoexploración y 67% admitieron que los utilizan en soledad ya que permite mejorar el estado de ánimo y alivia el estrés. En compañía o soledad, no hay dudas de que el confinamiento cambió la forma de vincularse sexualmente con terceros o uno mismo.
Lejos de cualquier prejuicio o tabú, la exploración sexual logró consolidarse como la práctica elegida para calmar ansiedades en un año difícil. Sin embargo, ¿cómo saber si llegaste a la cresta de la ola?
Dicen que si una tiene que preguntarse si tuvo o no un orgasmo, es que no lo tuvo. Esto no es del todo cierto. En un mundo de representaciones exageradísimas y performances impostadas, muchas mujeres no sabemos exactamente qué esperar de nuestro propio clímax. Esta es una guía para entender si lo que te pasó, fue un orgasmo.
1. No se vio nada especial pero sentiste contracciones, latidos internos, que se hicieron cada vez más potentes.
El universo del orgasmo femenino es un terreno complejo a la hora de la representación visual. Mientras los hombres, usualmente, eyaculan al llegar al clímax, nosotras no contamos con un signo que lo exteriorice tan claramente. Esto hace que las mujeres crezcamos sin referencias gráficas más que el griterío, los espasmos y las torceduras que hacen las actrices porno. Para ser honestas, nada de esto nos sirve de mucho. Un orgasmo es la liberación de sangre acumulada en los canales sanguíneos de los genitales, que comienza a sentirse por dentro, lenta y progresivamente, como pequeñas contracciones que van in crescendo. No repares en gritos y zarandeos, si querés ver orgasmos femeninos reales, mejor intenta dar con esos videos que hacen zooms, es decir, planos super cercanos, de esos momentos en que la vagina parece abrirse y cerrarse rítmicamente durante algunos segundos. Esto podrá darte una idea de una cierta sensación de latidos para identificar más fácilmente si es acaso lo que sentiste.
2. ¿Explotaste? Nop. Implotaste
Podríamos hablar de explotar si acaso algo estallara, saliera hacia afuera, durante nuestros orgasmos pero, en general, no es así. Las mujeres, en todo caso, implotamos. Nuestros orgasmos parecen sentirse en dirección interna. Las contracciones de la musculatura pélvica circunvaginal (que rodean la vagina) son rastro de otras, más profundas, que se dan a nivel uterino y anal. Estas contracciones resuelven la vasocongestión regional que nos produjo la excitación y, de acuerdo a algunas teorías, colaborarían a transportar el semen hacia el interior del útero. Sin embargo vale la pena aclarar que los orgasmos no tienen que ver exclusivamente con la penetración. De hecho, para la mayoría de las mujeres es más fácil llegar a ellos mediante roces externos, presión o estimulación del clítoris, es decir, de la parte externa.
3. También puede que simplemente hayas sentido una discreta oleada de placer.
No todos los orgasmos son iguales. Los hay fuertes sí, pero a veces son más tímidos, se asoman con contracciones leves que te dan placer pero no parecen emerger desde tan profundo, ni hacerte perder la cabeza. En todo caso, lo que tienen en común es este crecimiento progresivo del placer que desemboca en un gran alivio físico y en un sensación de bienestar y relajación.
4. No gritaste, ni actuaste como poseída pero se te aceleró el corazón, tu respiración se entrecortó y fuiste incapaz de recordar tu nombre por unos segundos.
El camino hacia los orgasmos, los fuertes y los suaves, tienen en común una aceleración del ritmo cardíaco similar a la que sucede cuando estás entrenando. Mientras esto pasa, la respiración se hace más rápida y superficial y aumenta la tensión muscular general. Cuando el orgasmo se desencadena, parece que te olvidas de respirar y no te acordas ni de cómo te llamás. En general, esto dura unos pocos segundo. Cómo expresa esto cada mujer, es un mundo aparte. Para muchas, gritar, gemir o contorsionarse, intensifica la sensación, para otras, encerrarse en sí mismas y concentrarse en el momento, resulta mejor. No hay una sola forma de vivir un orgasmo.
5. Sentiste un gran alivio físico y una relación tanto muscular como mental.
Una clara señal de haber experimentado un orgasmo es el alivio que le sigue, la relajación y una cierta disminución del deseo sexual. A muchas nos da ganas de dormir, o de quedarnos tiradas mirando el techo. Como sea, la aparición de este estado de ánimo sucede al clímax y es un completamente opuesto a la tensión, placentera, pero tensión en fin, que sentíamos un ratito antes, durante la fase de excitación sexual. Aprender cómo funciona tu cuerpo es la mejor forma de entender tu placer.
Masturbación en pandemia, clave para relajarse
Experta consultada: Silvina Valente, Ginecóloga y Obstetra. msvalente@intramed.net
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