“No hacemos el bife cocido”: las estrictas reglas de un restaurante de Mar del Plata
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Los buscadores de tesoros gastronómicos conocen el bodegón Lo de Tata casi desde que se fundó, en 2011, en la esquina de La Rioja y Avellaneda, Mar del Plata. Comandado por el chef Lisandro Ciarlotti, heredero e implacable gladiador de los gustos del Tata, su abuelo, la cantina comenzó a cobrar fama por su carta despojada y sus sabores de entrecasa, que amalgaman la pesca del día con las carnes bonaerenses y la pasta casera al estilo italiano.
Pero algunas perlas del menú habían pasado desapercibidas hasta que la periodista argentina Natalia Laube, que estuvo de paseo por la ciudad más grande de la Costa Atlántica, publicó un detalle del menú que se hizo viral en las redes. Es que, lo del Tata, no admite clientes mañosos (aunque no lo diga con esas palabras).
“No sé si vine a comer a un restaurante o a un reformatorio”, publicó Laube con algo de ironía ya que, tras los cientos de comentarios a su tuit, se manifestó encantada con la comida del bodegón.
No sé si vine a comer a un restaurant o a un reformatorio. pic.twitter.com/uCZKWgtkj0
— natalia laube (@hiloglorieta) February 12, 2021
El fragmento de la carta de El tata
“No cobramos cubierto, ni tenemos wifi. No hacemos el bife cocido, ni lo abrimos mariposa. Nada de tortilla seca. No usamos crema para cocinar, ni tenemos lemoncello. La pasta con langostinos no va con queso, no lo pida. Consulte por pesca del día. Si comió bien dígalo afuera, si comió mal dígalo aquí!, salu!”.
Las reglas de la casa les quedan más que claras a los nuevos comensales, marplatenses y turistas por igual, y probablemente queden guardadas en el recuerdo antes de elaborar futuras demandas a la cocina del estilo “este bife está crudo”, “pasame la clave de wi-fi” o pedir queso para la pasta con frutos de mar.
Ciarlotti, que lleva adelante otros dos restaurantes con estilos más bien diferentes, y alguna vez célebre por rescatar un plato legendario de su abuela, la “milanesa napolitana con sorrentinos”, suele decir que algunos clientes, frente a las exigencias de la casa, se levantan y se van, pero que son muy pocos, y que en general la mayoría acepta con gusto, sabiendo que los sabores que encontrarán en lo de El Tata no existen en ninguna otra parte más que en el vívido recuerdo de los nietos memoriosos.
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