Nijinksy y Baryshnikov en Buenos Aires
En 1917, durante su segunda visita a Buenos Aires, el mundo comenzó a descubrir que la locura se apoderaba de Vaslav Nijinsky.
Ya en su primer viaje a la Argentina, en 1913, el extraordinario bailarín y coreógrafo había dado que hablar al casarse intempestivamente con la adinerada rusa Romola de Pulszky, a quien apenas había conocido en la travesía atlántica hasta Buenos Aires, para disgusto de Serguéi Diáguilev, su mentor y amante secreto. Ahora, de vuelta en el Teatro Colón, volvía a causar estupor. Durante uno de los ensayos fue incapaz de recordar El espectro de la rosa, un ballet que él mismo había estrenado. "¿Qué espectro?", preguntó a su azorado tutor Grigoriev cuando éste le pidió que repitiera ese baile. Los síntomas de que la salud mental de Nijinsky se deterioraban volvieron a manifestarse días después en Montevideo. El pianista Arthur Rubinstein, que lo acompañaba en la gira, recordaría más tarde que el más célebre bailarín del mundo sintió temor de salir a escena y cuando finalmente lo hizo fue para dar una torpes pasos antes de desaparecer detrás del escenario.
Mucho después, al conocerse sus diarios privados, que fueron publicados en 1936, se haría evidente que la locura de Nijinsky había comenzado bastante antes que aquella gira de 1917. Escritos en pocas semanas de 1916, sus cuatro tomos están llenos de excéntricas obsesiones y narcisistas referencias a Dios –“No me gusta Dios cuando es malo, yo soy Dios, Nijinsky es Dios, los doctores no entienden mi enfermedad, mi cuerpo no está enfermo, mi alma lo está"–, al sexo, al socialismo –"Yo no soy socialista, yo soy parte de Dios, soy del partido de Dios, no quiero guerras ni fronteras"– y a Diáguilev.
Aunque lo atenderían los más importantes psicoanalistas de la época –Adler y Jung, entre otros–, la enfermedad iría en aumento y en 1919 le sería diagnosticada esquizofrenia. Pasó el resto de su vida en hospitales psiquiátricos, hasta su muerte, en Londres, en 1950.
El gran bailarín de nuestro tiempo, Mikhail Baryshnikov, a quien Laura Ventura entrevistó para esta edición de La Nación revista, llegará en septiembre próximo a Buenos Aires para interpretar sobre el escenario del teatro Coliseo los diarios de Nijinsky, precisamente en la ciudad donde comenzó a revelar su locura. Misha se ocupa de aclarar que el espectáculo –llamado Letter to a man, creado por él mismo y por Robert Wilson– no se trata de "una imitación de Nijinsky en su insanidad mental", sino de un homenaje al artista, que aun en el desvarío creciente mostraba su compromiso con el arte mientras avanzaba hacia la perturbante oscuridad de la locura. Ese compromiso ha marcado también la vida de Baryshnikov, quien supo arriesgar su vida en 1974, siguiendo los pasos de Nuréyev hacia la libertad. Para ser un artista libre. Para vivir sólo comprometido con el arte.