Nieves Zuberbühler, en la meca del periodismo
La joven argentina trabaja en 60 Minutos, noticiero emblemático de los EE. UU.
NUEVA YORK
"Nieves is our star”, dice Jeff Flager, el productor ejecutivo de 60 Minutos, el decano de los programas de investigación periodística de la televisión estadounidense, mientras posa encantado con ella para una foto. Nieves Zuberbühler, que acaba de ganar un Emmy con una historia que ella propuso al pequeño equipo en el que trabaja allí, se pone colorada como una colegiala.
De hecho, quien desde hace casi dos años está en pareja con Julio Santo Domingo III (según Forbes, con marido número 290 en la lista de los más ricos del universo, con un patrimonio de 2300 millones de dólares y una familia del jet set internacional) luce bastante como una colegiala. Lleva un jumper muy simple con estampado Príncipe de Gales sobre una polera negra, medias opacas negras y discretos zapatos. Los anteojos son los de marco grueso históricamente del nerd de la clase, si bien en los últimos años los hipsters le dieron el giro irónico que los volvió cool.
En las fotos en las que aparece en la Vogue americana –junto con el futbolista Villa o la cantante Lorde por ejemplo, en una nota sobre luminarias en ascenso; o bien posando estilo musa de un amigo que es el estilista de Lady Gaga y del que quiere divulgar las creaciones– Nieves es extremadamente lánguida y glamorosa. En un día de oficina normal, más bien lo contrario. Tiene una palidez estilo “días intensos bajo la luz fluorescente de oficina”, no estilo “me cuido del sol en vacaciones para la piel perfecta”; y hay comprensible ansiedad cuando sus jefes le recuerdan –si bien gentilmente– que en breve hay que cortar nuestro paseo por los estudios para una reunión editorial.
“Lo que más me gusta de esta ciudad es que acá no importa ni tu apellido ni tus contactos, lo único que importa es si sos buena en lo que haces. Eso me parece muy liberador, porque llegues a lo que llegues, es mérito tuyo. Es una ciudad donde hay tanta gente que es buena en lo que hace que, por eso, es tan interesante para vivir”, subraya.
Investigación y perseverancia
Nieves Zuberbühler nació en Buenos Aires en 1987. Dice que su mayor orgullo son sus seis hermanos, de los cuales hay foto de rigor –evidentemente en la estancia familiar– en su oficina. Fue al colegio Northlands en Olivos, a la Universidad Austral, donde fue medalla de oro, y luego hizo un máster en periodismo en la Universidad de Nueva York (NYU). Cuando en 2012 se abrió la posibilidad de hacer una pasantía en 60 Minutos, Zuberbühler propuso una historia sobre los informantes jóvenes de la policía en casos de drogas que terminan asesinados. Una profesora de la NYU le había mencionado un caso, y desde entonces ella había quedado obsesionada con el tema, encontrando sistemáticamente en los diarios historias relacionadas que la hacían pensar que lo que estaba ocurriendo no eran episodios aislados.
En 60 Minutos –programa que lleva en el aire ininterrumpidamente desde 1968, creado por el productor Don Hewitt para la CBS– nunca produjeron el segmento que propuso, pero le dieron el puesto. En 2013 se abrió la posibilidad de concursar internamente para productora asociada con una idea para un segmento en el programa. Ella volvió a la carga con lo de los informantes y fue seleccionada para trabajar con Shari Finkelstein como productora en jefe y la célebre Lesley Stahl en la conducción. Pero una vez más, su historia fetiche parecía que sólo le serviría para logros laborales, no para desarrollarla ante las cámaras.
“Shari me explicó que ella no hacía mucho periodismo de investigación. Pero finalmente un día me dijo: «Si conseguís dos casos que estén dispuestos a hablar en cámara, lo hacemos», y ahí empezó todo”, recuerda.
¿Fue difícil conseguir los casos?
Por el contrario, es gente que tras semejante tragedia tiene una bronca gigante contra la policía y quiere contar su historia, el tema era que pocos los escuchaban. A la madre de una de las víctimas, Andrew Sadek, que murió en 2014 en Dakota del Norte, la conseguí a través de la guía de teléfono. Llamé, me atendió ella y me estuvo hablando por dos horas. Si hay posibilidad de hacer una denuncia pública, quieren salir a hacerlo. Imaginate que son chicos de 16 a 20 años que los agarran con delitos menores como posesión de marihuana –que, de hecho, en algunos estados es perfectamente legal– y los asustan con que van a ir presos o que no van a conseguir nunca trabajo si no colaboran con la policía. No pueden decir nada a padres o abogados, muchas veces con consecuencias trágicas.
¿Tu posición es que habría que acabar con los informantes?
En 60 Minutos permanentemente nos enseñan a mostrar las dos campanas. Cuando se puede, porque muchas veces hay un lado que no quiere hablar. A Rachel Hoffman, una estudiante universitaria de 23 años, la policía le encontró marihuana y la convencieron de que fuera a un parque a comprar 1500 dólares en éxtasis, un arma y cocaína con un micrófono escondido. Yo luego fui a ese parque con un camarógrafo, en pleno día, y aun así daba pánico. Ella fue sola a la noche, no estaba preparada para eso, se puso a temblar y pum, los dealers se dieron cuenta y la mataron. Los padres se enteraron días después, no tenían idea de lo que estaba pasando. El tema es que la venta de drogas es un delito consensual. Por supuesto que hacen falta los informantes. Pero entrevistamos especialistas que dicen que éstos tienen que ser entrenados, y que la práctica con jóvenes tiene que estar más regulada; un senador ya empezó a tratar un proyecto de ley a raíz de ver nuestro programa.
¿Se imaginaban que iban a ganar un Emmy?
Shari de entrada me dijo que mantuviéramos las expectativas muy bajas. Nada de peluquería o maquillaje para no engualicharlo; el vestido era uno que ni había probado. Estar nominada para mí era ya un gran honor y trabajar como parte de un equipo tan excepcional ya era un premio. Así que cuando ganamos directamente fue un sueño. La estatua es bastante grande y pesada, y en casa la puse simplemente donde entraba, que es en una biblioteca. Julio la mueve y yo me desespero porque, a pesar del tamaño, es muy frágil.
Amor perdurable
A Santo Domingo, Nieves lo conoció a través de un amigo en común brasileño. “Él era el DJ en una fiesta, así que no es que hablamos mucho ni nada, pero después me mandó un mensaje a ver si lo recordaba –cuenta Nieves–. Todo el mundo me pregunta si lo conocí por mi prima (N. de la R.: Concepción Cochrane Blaquier, que aparece en las revistas como gran amiga del clan Santo Domingo), pero nada que ver.”
En enero de 2015 pasó por la alcaldía de Nueva York y se casó con Santo Domingo (antes había tenido un breve matrimonio con el economista Manuel Maximino). En su oficina –justo frente a la de Stahl y la de Anderson Cooper, y a pocos metros de la de Charlie Rose, que es como estar en el panteón de la televisión americana–tiene una foto con ropa de calle y el velo romántico altamente kitsch que usó para la ceremonia. “Me lo compró Julio ahí”, recuerda encantada. Este año redoblaron la apuesta alternativa con una fiesta de casamiento en Brooklyn, pero de disfraces, durante el fin de semana de Halloween. Mientras tanto, viven en un discreto departamento en el West Village, donde por un largo tiempo invitaban amigos y conocidos a comer tacos los viernes por la noche antes de salir todos rumbo a una disco cercana donde Julio pasaba la música.
“Nuestro grupo de íntimos de acá es muy ecléctico. Los de Julio más del tecno underground de Nueva York y músicos de jazz; los míos son compañeros de NYU y otros que fui conociendo en estos años. Después están los argentinos con los que nos juntamos a comer milanesas y empanadas y charlar de fútbol para sentirnos cerca del país. Por suerte, todos se hicieron amigos entre sí”, explica satisfecha.
Todo muy tranquilo y típico de Nueva York, en el seno de una familia que acapara titulares gradilocuentes. El patriarca de la familia, Julio Mario Santo Domingo, hizo una fortuna con un conglomerado de empresas en la que se destaca una cervecera que recientemente se fusionó con Saab-Miller.
Uno de sus hijos menores, Alejandro, está a cargo de la compañía y se casó en mayo último con gran pompa y presencia del rey Juan Carlos en Granada con la aristócrata inglesa Lady Charlotte Wellesley. Su hermano, Andrés, trabaja en la industria de la música y está casado con Lauren Davis, una de las fundadoras de Moda Operandi, sitio web que fue revolucionario al permitir comprar directo de las pasarelas internacional, y columnista en Vogue.
Su casamiento, en Cartagena, fue catalogado como la boda del año por la revista en 2008. El suegro de Nieves, Julio Jr., medio hermano de los anteriores, falleció en 2006, y quedó su viuda, la brasileña Vera Rechulski, con sus hijos, Julio III y Tatiana. Esta última está casada con Andrea Casiraghi, un hijo de Carolina de Mónaco.
¿Cómo es estar casada con un miembro de una de las familias del jet set internacional y todo lo demás?
Lo que te puedo decir es que en la familia de Julio son todos muy simples. Nosotros dos acá somos felices, no somos famosos ni mucho menos, de hecho nadie nos conoce. En la Argentina tuve una mala experiencia. Puede sonar de tilinga, pero yo quería llevar a Julio a un partido de polo, el Abierto es algo único en el mundo y un orgullo para mostrar a quienes visitan el país. Un fotógrafo nos pidió una foto, le dijimos que no de buena manera y después nos persiguió escondido detrás de columnas y ese tipo de cosas. Fue una sensación horrible, y, obvio, Julio no se sintió bien. Igual, a él le encanta la Argentina, aunque como es en parte brasileño hay pica. Siempre que lo escucho ponderar a la Argentina es cuando cree que no estoy cerca. Y cuando fue a tocar a un festival de música electrónica quedó encantado, el público allí es inigualable.
¿Tenés alguna conexión especial con algún miembro de tu familia política?
Con Lauren tengo la mejor onda, la quiero y la admiro un montón. Trabaja muchísimo y también es una madraza. Ella me cuenta que empezó en Vogue como pasante, sirviendo café, al igual que yo en CBS, pero que el trabajo y la perseverancia la llevaron a ganarse el respeto del ámbito de la moda. Siempre me alienta cuando me desbordo o estreso, y sus palabras son una fuente de estímulo para mí.
¿Qué extrañás de la Argentina?
Sobre todo la familia y el fútbol. Cuando nací mi hermano me hizo de Racing Club, íbamos a la cancha todos los fines de semana, de local y de visitante. Lo mismo que el undergound cultural, tuve suerte de aprovechar mucho lugares como Niceto Club, el Camarín de las Musas, Thelonius... Incluso viviendo en Nueva York te das cuenta lo especial que es Buenos Aires para ese tipo de espectáculos. Además, con mi familia hacíamos una vez por semana cine club: cada semana uno de los seis hermanos elegía una película y venía Gonzalo Aguilar y nos daba una clase magistral de cine. Julio me dice: “Vos te quejas de que extrañás la Argentina, pero si no vamos, no es por mí”, y es verdad. Incluso varias veces nos pasó de sacar pasajes y tener que cancelar, no por él, que tiene el trabajo mucho más flexible, sino por mí, porque a último momento salía una fuente que quería hablar o lo que fuera y teníamos que ir a filmar. Pero bueno, hacer periodismo en 60 Minutos es como integrar el equipo de fútbol de Barcelona, trabajas a la par de los mejores jugadores del mundo, y eso lo hace jugar mejor a uno, y por supuesto no me puedo quejar.
Si él es DJ y trabaja de noche y vos estás todo el día en el canal, ¿cómo hacen para compatibilizar sus vidas?
En realidad, él ahora produce mucha música pero está tocando menos. Sobre todo se está dedicando a organizar Okeechobee Fest, un festival de arte y música en la Florida. Para el último vinieron mis padres, que tienen 79 y 67 años, y la pasaron bomba, durmieron en casas rodantes, no lo podían creer, eran más de 35 mil personas en un paraíso. Como lo vieron trabajar a Julio tanto vinieron a apoyar. Me siento una afortunada de tener un marido tan apasionado de lo que hace, al que nunca se le ocurriría que yo deje de trabajar o cambie, o renuncie a mis sueños para ser ama de casa. Me conoció así y sabe como soy; si no, habría elegido cualquier otra chica
En tu trabajo, otros segmentos que se produjeron sobre la base de ideas tuyas fueron una entrevista con el presidente Mauricio Macri y un especial sobre la muerte del fiscal Nisman. ¿Cuánto ves que interesa la Argentina para la televisión de los Estados Unidos?
Es difícil, esos fueron casos puntuales que tenían muchas de las condiciones para interesar al público norteamericano, pero tengo la esperanza de que con la creciente población latina en los Estados Unidos. cada vez haya lugar para más. Lo que más me gustaría es, obviamente, tener un trabajo con muchos segmentos sobre la Argentina. Mientras tanto, haber trabajado en esas dos oportunidades en mi país con el equipo de 60 Minutos ya fue un sueño hecho realidad.
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