Nicole Kidman y un nuevo desafio
La actriz encarna en un film a Virginia Woolf, para lo cual se sometió a una transformación profunda
La pelirroja y estatuaria estrella australiana, a los 35 años, sigue consolidando la carrera de actriz seria que empezó a construir tras su aparición protagónica en el último film de Stanley Kubrick, Ojos bien cerrados, y que refirmó tras su actuación en Moulin Rouge, de Baz Luhrmann. Ahora Kidman encarna a Virginia Woolf, la escritora inglesa más importante y una de las más atormentadas del siglo XX, en Las horas, el segundo film de Stephen Daldry, el singular director británico. Basado en la novela homónima del escritor Michael Cunningham, y musicalizado por Philip Glass, el film relata la historia de tres mujeres en tres momentos distintos, pero unidas por miedos y deseos semejantes. Virginia Woolf aparece en la década del 20, en Londres, mientras se debate por escribir una de sus grandes novelas, La señora Dalloway, en constante lucha con el desequilibrio mental que la amenazó toda su vida y que desembocó en el suicidio. Los otros dos personajes –una esposa y madre que vive en Los Angeles a fines de la Segunda Guerra Mundial y una suerte de émula contemporánea de la señora Dalloway, el personaje creado por Woolf– estuvieron a cargo de actrices de la talla de Julianne Moore y Meryl Streep.
Kidman ha declarado que, en cuanto leyó el guión, se identificó visceralmente con la figura de Woolf, y se abocó a una intensa investigación, leyendo numerosas cartas y biografías de la escritora. Descubrió a una mujer compleja, de tremenda fuerza creativa, una feminista innovadora y rebelde que pasó la vida al borde de la locura como consecuencia de su exacerbada sensibilidad. “Me impresionó la profundidad con que ella captó la esencia trágica de la vida”, ha dicho la actriz.
Pero a pesar de su afinidad con el mundo interior de la escritora inglesa, para encarnarla tuvo que hacer una gran transformación física, adaptándose a una nariz mucho más grande, un modo de caminar desgarbado y el acento inglés de clase alta. Hasta debió aprender a armar y fumar cigarrillos e incluso contrariar su zurdera congénita y entrenarse para escribir con la mano derecha. “Eso sí –dice con alivio–, mi propia estatura me ayudó bastante.”
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