Nicanor Aráoz: inquietante cruce entre la psicodelia y el terror
"Estoy soñando mucho. Es como si, en los viajes, el inconsciente tuviera espacio para regenerarse", cuenta desde Dubai, a más de 13.000 kilómetros de Buenos Aires, la ciudad donde nació en 1981. Hasta la capital de uno de los Emiratos Árabes viajó semanas atrás Nicanor Aráoz con una decena de libros, que dice estar leyendo "al mismo tiempo". Una amplia variedad de temas y autores que incluye Locus Solus, de Raymond Roussel; Los papeles salvajes, de Marosa di Giorgio; Un episodio en la vida del pintor viajero, de César Aira, y Trans-Atlántico, novela de Witold Gombrowicz inspirada en la odisea del escritor polaco hacia la Argentina justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Poco hay de convencional en los gustos de este artista que eligió un retrato de Frankenstein como imagen de perfil de WhatsApp. Hace poco terminó de leer El petiso orejudo, libro de María Moreno sobre el primer asesino en serie de la historia policial argentina, y pasó horas mirando cráneos en el Museo Forense de la Morgue Judicial. Con igual fascinación describe su visita al Museo de Antropología Criminal de Turín para ver la colección de Cesare Lombroso, el famoso antropólogo que vinculó la delincuencia con rasgos físicos, mientras participaba de una muestra curada por la española Chus Martínez en el Castello di Rivoli.
Con "una mezcla de toda esa información" trabajó Aráoz en las obras que presentará esta semana en Art Dubai, tras haber participado de su programa de residencias. Centrada este año en América Latina, la sección Residents de la feria incluye también una invitación a la artista argentina Luciana Lamothe y es un ejemplo del "efecto Art Basel Cities" más difícil de medir: el trabajo de Aráoz impactó a una de sus curadoras cuando visitó en septiembre la galería Barro, en La Boca, durante el Gallery Weekend.
Claro que Aráoz ya había sido descubierto. Nada menos que por Inés Katzenstein, actual curadora de arte latinoamericano del MoMA de Nueva York y fundadora del Departamento de Arte de la Universidad Torcuato Di Tella, donde él se formó con Guillermo Kuitca. "La originalidad, la audacia y el impacto emocional de sus obras" fueron señalados por ella cuando presentó allí una muestra antológica en 2016. Al año siguiente expuso en Madrid y fue becado para trabajar en Estados Unidos.
Más conocido por sus descarnadas instalaciones y esculturas que combinan sadomasoquismo, terror y psicodelia, ahora está retomando su vínculo con el dibujo. Uno de los más recientes es una recreación de El ángel de la anatomía, cuerpo sin piel pintado por la surrealista Leonor Fini en 1949. "Pensar el dibujo como cuando un DJ mezcla vinilos", escribe desde Dubái. Como si al invertir el orden de esas imágenes, a la manera de las cintas reproducidas al revés, se revelara un mensaje aún más siniestro.
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