Negociación de pareja: sumar o restar "matrimillas"
La idea de ganar puntaje con buenas acciones, luego redimible en placeres individuales, tiene defensores y detractores
"Papá. ¿podés dejar de perder ?matrimillas' por qué sí?", se lamenta Ana, de 9 años, desde el otro extremo del living; acto seguido, la pequeña gira la cabeza y vuelve a la tele. Federico Rodríguez, de 38 y destinatario de la reprimenda, cae en la cuenta de que el desafortunado comentario acerca del vestido nuevo que le acaba de mostrar su mujer -que le pareció divertido al pensarlo, pero tonto al oírlo salir de su boca- lo ha alejado varios largos pasos de su intención de plantear hacer un paréntesis en su fin de semana familiar para juntarse a jugar a la Play con sus amigos. Será cosa, se dice, de volver a sumar "matrimillas" para el fin de semana próximo.
Entendida como una suerte de "capital" simbólico asimilable al millaje que se acumula al viajar en avión, la "matrimilla" describe el crédito del que dispone cada uno de los miembros de una pareja para llevar adelante planes individuales o en los cuales el único beneficiario inmediato es aquel que los propone. Y la idea trasciende fronteras: en los Estados Unidos se habla de los "brownie points", que pueden traducirse como "el crédito que se gana al realizar tareas que son consideradas las correctas". Su uso en el contexto de la pareja ha sido rastreado hasta una entrevista publicada en Los Angeles Times en marzo de 1951. En la actualidad, es frecuente incluso su uso en el contexto de la vida sexual de la pareja, donde los puntos se redimen cumpliendo los deseos de quien ha acumulado millaje suficiente.
"Una pareja implica desear, querer y amar a alguien, y lograr compartir un proyecto. Pero además es convivir y aceptar, discutir y tolerar diferencias de diversa magnitud. Implica poder aceptar límites propios y de la pareja, renunciar a ser el protagonista, incluir al otro y sus necesidades. La pareja también implica respeto por la singularidad de cada uno", advierte Roberto Sivak, médico psiquiatra y docente del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. "Si un integrante llega a pensar como exigencia cotidiana que ?debe' portarse ?bien' para ?merecer' -dice Sivak- se habría perdido el placer de estar con el otro armando un proyecto de vida. Pero renunciar al propio placer tampoco es adecuado camino a la espera de sentirse querido."
Francisco Rivero Segura, consultor en sistemas de 42 años, en pareja desde hace 26, sostiene que las "matrimillas" lo que dejan expuesto es que las parejas suelen estar conformadas por personas con intereses que no coinciden al 100%. De alguna forma, agrega, "las matrimillas posibilitan el hecho de que cada uno de los integrantes pueda hacer las cosas que realmente le interesan".
Como fanático del vino, Francisco aporta algunos ejemplos que ilustran el funcionamiento de las "matrimillas": "No es que uno vaya contando las matrimilllas en función de lo que hace, pero yo suelo viajar muy seguido a Mendoza a visitar bodegas, y sé que a la vuelta probablemente tenga que cumplir con otras actividades que no me interesan mucho, como ir a un recital de Diego Torres o Alejandro Sanz. Son acciones que uno da a cambio de poder hacer otras de las que disfruta más".
Premio y castigo
Para José Ariaga, de 36 años, las "matrimillas" no necesariamente constituyen las herramientas con las cuales se dirimen las negociaciones hacia el interior de la pareja. "En todo caso permiten establecer un tablero de negociación y al mismo tiempo ayudan a descomprimir situaciones tensas", afirma y explica: "Supongamos que con mi pareja estábamos planeando un viaje para los dos y justo me sale un viaje de trabajo. Uno puede decirle a su pareja «esto me resta matrimillas, voy a tener que hacer algo para compensar esta pérdida» y así descomprime una situación de irritación sin entrar en la tirantez de la discusión".
"Creo que en algún punto es un signo de madurez el incorporar este concepto desde lo discursivo -agrega-, pero con la salvedad de que si efectivamente hay una negociación de matrimillas ahí más que en una pareja se está en una sociedad."
Ernesto Argüelles, de 31 años y en pareja desde hace seis, se declara enemigo acérrimo de la idea de las "matrimillas". "Creo que la pareja que tiene que utilizar matrimillas es una pareja que perdió el romanticismo, que no intercambia por la fuerza del amor, la comprensión y la generosidad, sino por la fuera de un sistema que no tiene que ver con el amor, sino con algo que sólo sirve para calmar la posibilidad del conflicto", afirma Ernesto, al tiempo que reconoce que es "un tema muy sensible en mi grupo de amigos".
Según Sivak, la forma en que se aplica el concepto de "matrimillas" puede tener aspectos positivos y negativos: "Lo positivo es crear conciencia del compromiso con el otro, tener en cuenta sus necesidades y despegar del propio narcisismo. Lo negativo es el riesgo de cosificar la ética, el afecto y el amor, transformándolo en una competencia banal de premio y castigo. Sería valorable que las matrimillas se traduzcan en el crecimiento y enriquecimiento afectivo y humano en el vínculo de la pareja sin necesidad de una carrera de premios".