NUEVA YORK.- Navidad y Año Nuevo suelen ser tiempos de reflexión. Tiempos para pasar con amigos y familia. Tiempos para agradecer y esperar lo mejor para el tiempo que vendrá. En la Gran Manzana, los tiempos no corren igual. En los primeros días de noviembre, la ciudad comienza su revolución. Contrarreloj -especialmente durante la noche- los edificios y calles comienzan a vestirse de rojo y verde, y las luces se encienden dando inicio a la temporada más esperada del año.
Los que tengan la oportunidad de conocer la ciudad en esta etapa festiva, se encontrarán abrumados por la enorme cantidad de opciones: ¿qué hacer y qué evitar? Algunas sugerencias para poder disfrutar las fiestas al máximo en uno de los centros del mundo.
Escenarios navideños
En el corazón de Manhattan, el mítico Rockefeller Center es protagonista. Allí, desde 1931, neoyorkinos y turistas celebran el armado de un inmenso árbol de Navidad, un atractivo que no tiene costo alguno para los visitantes. Lo ideal es visitar la zona en fechas alternativas a las de gran congestión (24,25 y 31) y pasar en otros momentos para disfrutar sin tanta gente alrededor.
En el mismo lugar, la famosa pista de patinaje de la compañía se llena de niños y adultos, una escena que tantas veces se ha visto en películas que rememoran esta época del año. El encanto de patinar allí, no es tan encantador para el bolsillo: disfrutar de unos treinta minutos del deporte sobre hielo requerirá unos US$35 de entrada por ser temporada alta, y otros US$18 por el alquiler de equipos. Los enamorados que hayan viajado en pareja y estén en planes de sellar su relación tendrán una opción diferente, la compañía ofrece servicios para hacer propuestas de casamientoy cierran la pista por completo para concretar ese momento especial. ¿Los precios? Paquetes desde US$350 hasta US$1050.
Como alternativa para una sesión de patinaje un tanto más accesible, como turista se puede optar la pista sobre hielo ubicada en el mítico Central Park: Wollman Skate Rink. Ubicada a una corta distancia a pie del Rockefeller Center, esta sí debería ser una parada obligada. Entre encantadores árboles y rodeada por la jungla de concreto, la pista tiene unos precios que se ajustan mucho más que los ubicados al lado del Rockefeller Center. De lunes a jueves, la entrada tiene un costo de US$12 para adultos y de US$6 para niños. Viernes, sábados, domingos y feriados, la entrada sale US$19 para adultos y el precio de los niños menores de 11 años se mantiene. El alquiler de equipos sale US$10 tanto para niños como para adultos. Además, el lugar ofrece un alquiler de lockers para guardar nuestras pertenencias mientras patinamos.
¿Necesidad de compras de último minuto?
Es preciso dejar de lado las grandes tiendas y shoppings para abrir paso a mercados navideños como los que se encuentran ubicados en Union Square y Columbus Circle. Abiertos del 21 de noviembre hasta nochebuena, se trata de una pasada obligatoria para locales y turistas. Productos artesanales o diseñadores independientes, aquí podrán encontrar no sólo un mágico paseo, sino una buena alternativa para regalos convencionales.
Las tiendas ubicadas en los alrededores de Times Square pueden ser lindas en fotos, pero el trajín de gente que circula durante las fiestas es simplemente agobiante y agotador. Sin dudas, una actividad a ser evitada sobre todo a la noche y al medio día. Y, si alguno desea ir a ver la famosa bola caer para celebrar la llegada del nuevo año, sepa que ser valiente está dentro de las condiciones. Para poder tener una vista decente de la bola (que sube alrededor de las 18 y cae a la medianoche), el espectador deberá acercarse a las 15. Allí, sólo queda esperar.
Navidad sobre el escenario
Viajar a Nueva York para muchos significa una parada por algún show de Broadway. Para seguir con el espíritu navideño, el show de las Rockettes, Christmas Spectacular, en Radio City Hall es una experiencia imperdible. Niños y adultos disfrutarán esta obra que es un clásico en la Gran Manzana. Las entradas se consiguen desde los US$40.
Para quienes viajan con chicos (y para quienes no, también), la megatienda Macy´s organiza un evento navideño conocido como Santaland ubicado en el octavo piso del local en Herald Square desde el 29 de noviembre hasta Navidad. Si bien la entrada es gratuita, el encuentro con Santa Nick (lo que sería nuestro Papá Noel) es con reserva previa. La tradición que la empresa tiene hace casi cuarenta años, también ofrece un servicio de fotógrafos profesionales; los paquetes empiezan en US$22. Lo ideal es llegar antes de las 10 de la mañana para evitar grandes congestiones de gente.
También para chicos y grandes, en el barrio del SoHo, Color Factory es una gran alternativa. Una muestra interactiva, una explosión de colores y el escenario perfecto para crear registros fotográficos únicos. Esta es una opción genial para disfrutar dos horas puertas adentro y escapar a las heladas temperaturas del hemisferio norte. Como un laberinto lleno de sorpresas, el programa incluye hasta delicias gastronómicas. Las entradas no se venden en puertas y deben ser compradas obligatoriamente a través de su sitio web.
Salir de Manhattan nos llevará a grandes aventuras
Con un ferry -gratuito- desde Battery Park, uno puede llegar a Staten Island. Allí, el Festival de Luces de Invierno espera a los visitantes en el Centro Cultural Snug Harbor. El lugar queda a muy pocos pasos del puerto y lo ideal (con mucho abrigo) es hacer la visita después de las cinco de la tarde, cuando la noche empieza a caer y las luces son realmente las protagonistas. La entrada puede comprarse con anticipación en el sitio oficial del evento, y su precio varía entre US$20 y US$25.
Algunos podrían pensar que ir a una de las terrazas de Nueva York en invierno es parte de una odisea imposible, pero nada más lejos de eso. 230 Fifth Rooftop, ubicado a pocos metros del Madison Square Park (ícono de muchas películas, como August Rush), se prepara con mucha energía para que el frío no sea un impedimento para disfrutar sus vistas. El restobar monta iglús calefaccionados para que -sólo mayores de edad- puedan comer o tomar algo desde la terraza de un piso 27 en Manhattan. Si bien toman reservas, el lugar tiene la política de quien llega primero, se sienta primero. Lo ideal es llegar bien temprano o bien tarde para así asegurarse un lindo lugar con vistas espectaculares.
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