Es una mujer fuerte y decidida, que no duda al hablar. Natalie Weber (33) dice que es así después de la prueba límite que le puso la vida: en 2016 le diagnosticaron un cáncer de mama que terminó en una mastectomía bilateral. A su lado, siempre estuvo el futbolista Mauro Zárate (32), a quien conoció en 2009 y con quien tuvo a sus hijos, Mia (7) y Rocco (3). "Una productora me dijo que un jugador de fútbol estaba enamorado de mí y que quería mi teléfono. Un día me llamaron de un número privado, atendí y era él. Me dijo que había averiguado sobre mí, que me había visto en un boliche, pero yo le dije que no me llamara más porque estaba saliendo con alguien. Sin embargo, me buscó por Messenger, Facebook y no paró hasta que nos conocimos", cuenta la modelo para dar comienzo a una charla con ¡Hola! Argentina en su casa de Nordelta.
Es una enfermedad con la que nunca se canta victoria, pero me despertó en un montón de aspectos. Ahora siento que vivo la vida mucho más activamente. Me volví una mujer más fuerte
–¿Cómo fue el primer encuentro?
–Al principio era algo virtual porque él jugaba en la Lazio de Italia y así estuvimos durante seis meses. En diciembre de ese año me fui a trabajar con Gerardo Sofovich a Villa Carlos Paz y él fue a ver la obra de sorpresa. Yo estaba con mi mamá, él con un amigo y cuando terminé la función nos fuimos a comer los cuatro juntos. El flechazo fue inmediato.
–¿Qué fue lo que te atrajo de él?
–Me gustó mucho su mirada, su boca. Y con el tiempo, me di cuenta de que es muy valiente, perseverante, generoso y muy sensible. Me gusta porque con él me siento protegida.
–¿Siempre supiste que iba a ser el padre de tus hijos?
–No, porque no tenía en mis planes ser mamá. Sin embargo, él siempre me decía que quería tener hijos conmigo.
–Por amor, hiciste un stop en tu carrera.
–Yo nunca lo sentí así. Cuando decidí irme a vivir a Roma con él, yo tenía una lesión en la pierna que me impedía trabajar. Además, hasta que quedé embarazada de Mia, cada dos meses volvía a ver a mi familia. Lo más difícil fue acercarme a Gerardo y decirle que no iba a cumplir con el contrato y que quería irme a vivir con Mauro. Pero, para mi sorpresa, se lo tomó muy bien y sólo me dijo: "Sé feliz". Yo sentía que tenía que acompañarlo en su carrera, quería estar a su lado, aunque seguirlo era tener una vida muy solitaria, lejos de mi círculo íntimo.
Mauro es valiente, generoso y muy sensible. Con él, me siento protegida
Sentía que era el comienzo del fin, que me iba a morir y que Rocco, que era un bebé, no se iba a ni acordar de mí. Pensaba que me quedaban vivir muchas cosas, no quería irme
–El casamiento llegó enseguida, en 2010.
–Sí, teníamos todo organizado para junio de 2011, pero en abril me enteré de que estaba embarazada, entonces preferí sólo hacer el Civil y en junio de 2012 hicimos la fiesta en Espacio Pilar.
–Los futbolistas tienen fama de mujeriegos...
–Es una profesión que llama la atención de muchas mujeres, pero me acostumbré y, después de diez años, confío en él, sé cómo se maneja. Confiamos mucho en el otro.
–¿Mauro es celoso?
–¡Mucho más que yo! Pero creo que todo lo que atravesamos con mi enfermedad nos unió de verdad.
VOLVER A NACER
"En junio de 2016 me encontré un bulto en la mama izquierda, no me dolía, creíamos que era algo hormonal porque había perdido hacía poco un embarazo de tres meses. Pero me hice una mamografía, punciones y me dijeron que tenía tres tumores y muchas microcalcificaciones. Era un carcinoma in situ y con rayos iba a estar bien", cuenta Natalie con naturalidad al recordar su enfermedad.
–¿Qué fue lo primero que se te pasó por la cabeza con semejante noticia?
–Mis hijos. Mia tenía 4 años y Rocco, nueve meses. Sentía que era el comienzo del fin, que me iba a morir y que mi bebé no se iba a acordar de mí. Pensaba que me quedaban vivir muchas cosas, no quería irme todavía.
–¿Cómo te acompañó Mauro?
–Cuando empecé a hacerme los estudios él estaba de pretemporada en Italia, pero para el día de la punción volvió a Buenos Aires. Sin embargo, tanto él como mi mamá jamás lloraron delante de mí y me juraban que iba a estar todo bien. Durante el tratamiento, había veces que él viajaba para verme sólo por quince horas.
Tengo todo lo que siempre quise. La familia que soñé, y si había cosas que ajustar con mi pareja, la enfermedad nos hizo más compañeros
–¿Cómo se lo contaste a tus hijos?
–Rocco era bebé y yo trataba de que Mia no me viera mal. No se lo conté en el momento, pero mientras estuve en tratamiento la mandamos a un psicólogo para que la acompañara. Cuando volví de operarme, sólo le dije que mamá se había tenido que sacar algo malo. Y un día, cuando volvimos del jardín, me vio la zona del pecho muy roja por los rayos y me empezó a preguntar si me iba a ir al cielo. Yo le dije que no, pero me dijo que en el colegio le habían dicho eso. A partir de eso me senté y le expliqué que no me iba a morir, que mamá había tenido una enfermedad que se llamaba cáncer, le mostré mi cicatriz y poco a poco lo fue entendiendo.
–A los seis meses de tu operación, y en tu primer control postcirugía descubrieron que había vuelto la enfermedad.
–Sí, y a partir de eso, el médico me indicó una mastectomía bilateral. Fue una operación importante, pero anímicamente no me impactó tanto. Fue tanto el golpe de la primera vez que la segunda me lo tomé con más tranquilidad y fui más fuerte. Lo que me impactó fue volver a verme en el espejo. No me reconocía y para hacerme una reconstrucción tenían que pasar al menos tres meses.
–¿Te enojaste en algún momento?
–Me enojé con la vida, con Dios, con todo. Miraba al techo y decía: "Nunca estafé a nadie, nunca me comporté mal, ¿cómo me vas a mandar un cáncer a los 30?". No me iba a perdonar que mis hijos no me tuvieran, me sentía culpable por estar enferma.
–Y ahora que te curaste, ¿estás más tranquila?
–Creo que la tranquilidad no la tenés nunca más. Cada vez que voy a un control, el día anterior no duermo y mientras veo a la doctora haciéndome la ecografía, sólo pienso en que esté todo bien. Es una enfermedad con la que nunca se canta victoria, pero me despertó en un montón de aspectos. Ahora siento que vivo la vida mucho más activamente, hago más cosas por mí. Me volví una mujer más fuerte.
–¿El cáncer te hizo cambiar tu forma de ser madre?
–Yo me hice más miedosa a raíz de la enfermedad. Mauro es más relajado y eso ayuda a que mis hijos crezcan más tranquilos. Como familia, nos fortaleció mucho. Creo que hoy nada puede destruirnos.
–¿Qué sueños te quedan por cumplir?
–Profesionalmente tengo muchos, pero como mujer tengo todo lo que siempre quise: la familia que soñé. Y si con Mauro había cosas que ajustar, la enfermedad nos hizo más compañeros y valoramos mucho más la presencia del otro.
Producción: Consuelo Sánchez / Maquillaje y peinado: Joaquina Espínola / Agradecimientos: Wanama, Mili Gant, Le Ruelle Kids y Lachi, juguetes de tela
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